José Roberto Osorio
Sociólogo
No me lo contaron. Vi y escuché a las personas que me relataron los hechos, con mis propios órganos sensoriales. La primera historia refiere que una adolescente que estudió solamente hasta cuarto grado, ha decidido no asistir más a la escuela. No se abordaron las razones de la decisión de esta persona, pero algunas pueden intuirse.
La otra historia, también terrible, es sobre un niño de 14 años que, estando matriculado en la escuela, no asiste. Dice que no quiere ir y simplemente se queda en su casa o se va a un “cibercafé”, a jugar. La madre poco o nada puede hacer ya que trabaja en el día fuera de su casa, ayudando a otras personas. Comentó que, como no puede manejar la situación y además le es desagradable, tratará de entregar el niño a su padre.
Algunas preguntas que surgen de estas historias terribles, son al menos: ¿qué será de estas personas que no estudian? ¿Enfrentarán con éxito los desafíos que presenta la vida actual notablemente compleja? ¿Están condenados a una existencia vulnerable, llena de problemas y dificultades? ¿Caerán en los lazos de la criminalidad? ¿Podrán contribuir con el país y su proceso de desarrollo? ¿Qué clase de familia podrán formar?
Pero el asunto no es solamente de ejemplos aislados. Un instrumento de extraordinaria importancia, permite examinar el fenómeno de la asistencia escolar y la falta de cobertura del sistema educativo de manera global, con visión de país.
La EHPM-2017 que contiene variada y valiosa información sobre los temas cruciales del país, informa que en 2017, de la población de 4 años y más solo asistió a un centro educativo el 25.5%, lo que representa un total de 1, 691,868 personas. La otra cara del asunto es que, de acuerdo al mismo instrumento, 4, 465,173 personas declararon no asistir a la escuela en 2017, lo que en términos relativos representa el 72.5% del total del segmento poblacional de 4 años y más.
Hay brechas de sexo y territorio, ya que con diferencia de pocos puntos porcentuales, los hombres asisten más a la escuela que las mujeres y en el área urbana las tasas son relativamente mayores que en el área rural.
De las personas en edad para cursar el bachillerato, solo el 37.8% asiste a la escuela. Los hombres señalan como razones de inasistencia: “no les interesa” (35.4%); “necesita trabajar” (27.8%); “muy caro” (19.6%). Las mujeres esgrimen como principales razones: “no les interesa” (36.9%); “muy caro” (22.2%); “trabajo doméstico y cuidado” (11.7%); “causas del hogar” (9.1%) y “necesita trabajar” (7.0%).
Otra historia terrible: el 94.4% de la población adulta no asiste a un centro de educación formal. En mujeres la tasa es de 94.8% y en hombres del 93.9%. Los motivos en el caso de los hombres, están asociados con “necesita trabajar” (51.2%); “no le interesa” (16.7%); “por la edad” (15.9%); “muy caro” (9.7%) y en las mujeres las razones están relacionadas con: “necesita trabajar” (22.5%); “no le interesa” (19.5%); “por la edad” (18.9%); “trabajo doméstico y cuidado” (15.4%).
A partir de estas historias terribles, si la principal riqueza de las naciones es su población ¿cómo superar el subdesarrollo, en tanto las personas exhiben un nivel de escolaridad promedio de 6.8 grados?.
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