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Carlos Antonio Cerén, look de 56 años de edad, pharmacy residente en la parcelación Los Ángeles, en Apopa, aparenta más edad de la que realmente tiene; y es que a sus 50 años de vida, ha pasado por una serie de dificultades, que lo han llevado, incluso, al borde de la muerte.
Actualmente lucha contra la burocracia de una AFP, la cual mensualmente le asigna $1.21 de pensión.
La pesadilla de Cerén inició cuando en 1986 sufrió un accidente vial, por el cual estuvo hospitalizado 40 días; el saldo fue que una de sus piernas se dañó, imposibilitándole caminar con normalidad.
Años más tarde su estado físico empeoró tras presentar también problemas en su visión, impidiéndole realizar alguna actividad laboral, lo cual provocó que en 2007 lo pensionaran por invalidez permanente.
Cerén padece de diabetes y de una enfermedad cardíaca, nunca se casó ni procreó hijos y actualmente vive con su madre, una anciana de 79 años de edad, a la que ayuda.
Ahora, se queja que desde que la AFP le otorga esa “vergüenza de pensión” , -como le llama-, sus hermanos, cuando pueden, aportan al sustento de él y de su madre.
“Me siento muy mal. No duermo pensando que tengo esa miserable pensión; estoy desesperado porque no tengo los recursos suficientes para vivir dignamente. Cuento solo con lo que de vez en cuando me dan mis hermanos, y hay muchas necesidades en la casa con mi mamá”, se lamenta.
Asimismo, dice que siempre le gustó trabajar y ahora siente impotencia de no tener las condiciones físicas que le permitan realizar las tareas de antes.
Agrega que su ánimo desfallece al recordar que depende económicamente de sus hermanos y una pensión que sólo le sirve para el pago de los pasajes de transporte que gasta al retirarla del banco.
Cerén explica que lo pensionaron en 2007, desde ese año hasta noviembre de 2010 recibió por parte de la AFP $91.00 y en diciembre de ese mismo año la administradora de pensiones comenzó a depositar en su cuenta el $1.21.
Al percatarse del monto que empezó a recibir, acudió a la administradora de pensiones para reclamar, pero la respuesta fue que en su historial de cotización solo le aparecían 5 años de los 12 cotizados en el ISSS; “siete años de cotización desaparecieron como por arte de magia”, dijo.
Con voz entrecortada, explica que en ese entonces, en la AFP, le hicieron llenar y firmar una solicitud para que su caso pasara al gobierno, pero lamenta que hasta la fecha no ha obtenido una respuesta favorable.
Ante esto, el afectado manifiesta que acudió a la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, pero tampoco su demanda tuvo eco.
Afirma que cotizó en el Seguro Social cuando trabajó de repartidor, durante 15 años, en un negocio llamado “Tienda Toyita”, la cual cesó su actividad en 2006 debido a que se declaró en quiebra.
Para subsanar un poco su situación económica, con gran esfuerzo se dedica a vender en el centro de Apopa, pelotas plásticas para niños.
Este hombre sale toda las mañanas a deambular con su mercancía y la ganancia que le queda de la venta –dice sollozando- apenas le alcanza para suplir únicamente un tiempo de comida, esto cuando las ventas son “buenas”.
“Yo quiero hablar con el Presidente Sánchez Cerén, para pedirle que me ayude. Yo creo en todas las promesas que hizo en la campaña, de que va estar con los más necesitados”, exclamó.
“Ayúdeme Presidente, estoy con estas dificultades para trabajar, lo único que pido es una pensión digna”, y suplica: “Yo también quiero pedirle a las personas de buen corazón que conozcan mi caso, que me ayuden, mi número es 7313-5547”.