Selección de Alfonso Velis Tobar
“Las niñas y niños de Monseñor Romero”
Los niños te vivifican desde la ciudad de San Miguel.
Ellos vestidos de blanco maíz, cialis diagnosis harina de los pobres.
Tú, bordeado por astros y candiles,
Cuidas que no tropiecen sus sombras luminosas.
Los niños y las niñas desaparecidas,
Que serian más tarde nietas de la dulzura.
Las niñas y los niños te resucitan, dan su vida por tu vida
A cambio los resguardas con tus únicas armas
De jazmines y rosas.
Los niños y las niñas juegan a comunión y cirios
Sus vestidos fulguran por sus llamas benditas
De la inocencia muerta.
Los niños están oyendo tus canciones de cuna
Desde tu pulpito sagrado.
Para que los niños muertos duerman
El sueño eterno de la gracia plena.
Tu pastor de corderos y ángel de la guarda,
Velas nuestra niñez con tu verdad de santo.
Tu diciendo palabras que confortan,
Ellos siguiendo al Dios de tu palabra.
Como si adivinaras que los niños
Son incienso en la iglesia de los olvidados
Tú, padre y monseñor, ellos ángeles de la calle liban
el cáliz de tu sangre rio vertida en el martirio de los pobres.
Tu, pleno de gracia como la paz del mundo
Mientras niñas y niños te rodean
Cantando el ave María de la vida.
Manlio Argueta
“Digo Monseñor… Digo Romero”
Nos convocan las campanas de tu eterna misa.
La mística de la verdad siempre encuentra un camino
en su ancha espesura, la quietud siempre encontró un país en tus manos.
Nos regalaste la palabra cargada de futuro, los planos de la lucidez.
En cada rincón se aploma tu subversivo gesto
y no había sermón que no develara la desnudez de lo propio.
Sino era poesía lo tuyo Romero, digo Monseñor
digo Mártir, digo Nuestro, digo Agua. ¿Qué era?
La preceptiva no era tu voz sino el destilado gesto de la acción.
La paralela idea de la historia, ahora ya Historia.
Ahora el cielo es el mar que nadie navega como lo hiciste tú.
Tú tan propio de los nuestros, inventaste críticos por mezclar
la grandeza con la humildad, mas la verdad no conoce fronteras.
A nosotros los de zapatos baratos, los terratenientes de la nada
los ricos en lágrimas, los de letras y números, a nosotros
que arañamos el cielo cuando nos repartías la esperanza.
Hace falta lo tuyo en la llaga de las noticias que nos venden por desayuno.
Nadie era pobre a la hora de que eras puente y palabra, rio y caudal.
La grandeza no se apresura Óscar, digo Arnulfo, digo Feligrés, digo Conciencia.
Los que se van para siempre dejan estatuas invisibles
dejan frases con el pegamento de todas las voces que no las callan.
Tu parábola hizo sensible la vida, el peso del recuerdo se sabe cobrar
en la añoranza de la melancolía.
Digo Testigo, digo Cura, digo Voz, digo al fin como hubieras querido ser llamado: Humano.
Quien te conoce San Romero de las Américas no conoce el olvido.
A Hortencia, como lo hubiera querido escribir ella.
Wilfredo Arriola
“Los que a hierro matan”
Ha tiempo olvide como se reza
Podía cuando niño monaguillo;
Quisiera mi dios volver a chiquillo
No ser testigo de tanta vileza.
Antes fue Rutilio, Arnulfo después
Sacrificio del hombre en el amor
Muerte que tan vida ya no ve dolor
Hermético signo para quien no es.
Oh, evangelio, dame tu verbo luz
Y no el negro de los ortodoxos
Que ungen con oro maldito la cruz.
Oh, asesinos de dogal en cuello
Disfruten sus monedas infernales,
Sigan mientras puedan, causando males.
Miguel Ángel Chinchilla
“Epitafio en la tumba de Monseñor Romero”
Aquí yace Monseñor Romero,
Hombre noble que lucho por la libertad,
Sus palabras eran ráfagas en los oídos de los
Opresores;
Emputecidos (como puercos hambrientos)
Se lanzaron a devorarlo.
Los judas de la democracia Cristiana
Danzaron la orgia de la muerte. Monseñor
Desclavo a Cristo del Madero
Y se unieron a las filas de nuestros
Aguerridos combatientes.
Alfonso Hernández
“PROFECÍA”
“Tu voz surgirá del clamor de la pulsante pobreza e injusticia
y se hará pueblo verdadero donde nada es todo
y la miseria deambula en silencio se hará pueblo…
Pueblo miles de veces y voces
Piedra aguda y lacerante
en el zapato solemne de la oligarquía…
Y los enemigos cobardes y temerosos
planificaran eliminarte… “operación piña”
del Mayor y sus asesinos acechará sigilosa
Pero… el odio no será suficiente
Ni el flamante fusil ni el experto tirador ni la bala exacta
Ni la muerte consumada… ¡Y es cuando más vida te darán!
Tu canto se hará proverbial. Pólvora y esperanza
Montaña tiempo Puño alzado los enemigos cobardes
temerosos jamás imaginaran que tus palabras fueran el aguijón eterno
clavado en los tuétanos de sus podridos huesos
Tu partida tu ausencia tu muerte dolerá al pueblo que siempre te amará
Sin embargo la partida la ausencia tu muerte será tu inmortal homilía…”
Arnulfo voz…Pueblo Dedo en la llaga
Arnulfo esperanza llanto consuelo Arnulfo resurrección…
¡Tú que supiste más que nadie de esta profecía
fuiste fiel puntual a tu cumplimiento de optar por los oprimidos…!
José Roberto Ramírez
Monseñor
Nunca pude verte perdido entre las sombras
A pesar de que las sombras quisieron acuerparte en el silencio
Te veía cada mañana frente a mi puerta
Sonriéndole al Papa como a la vida Monseñor
Sabiendo que aun al día oscuro hay que sonreírle
Porque siempre sale el sol por la mañana
Con tu rostro humilde e hidalgo
Preparado para ser montaña
Y aquellas tus palabras dichas con firmeza
Como los corazones de aquellos
Que decidieron morir por amor
Para ser semilla de lo que tu sembraste
Paisito de mártires el nuestro este que no alcanza
A cubrir frontera pero que es tan digno
Para mantener erguido el pecho para llamarse El Salvador
Aunque a ratos estuviese perdido Monseñor
.siempre tendiste la palabra para que diera el fruto
Aunque los años parecieran secarla
Seguí floreciendo su espíritu
Como palabra viva que fluye en el caudal
Hasta ser uno en el horizonte
Para que tu Romero no seas solo uno
Sino el estandarte que guie al mundo
Para volver en suma
A morir de nuevo por amor.
Mauricio Vallejo Márquez
Cantan las campanas
Más allá de mi ventana.
Sonaron y sonaron las campanas.
Con timbales, guitarras y trompetas
Hoy coronan al profeta.
La voz de las alturas dice
Por fin habrá justicia.
Desde Guazapa hasta La Palma
El cielo está de fiesta.
Feliz por la noticia.
Por su palabra le cortaron las alas.
Sonaron y sonaron las campanas
Zapatos rotos.
Lámparas de ceniza,
Sotana remendada
Hoy da la Santa Misa
Adelante mi querido pueblo.
Sufrido y maltratado.
sendero labrado humildemente.
Monseñor presente vive
Cantaron las campanas
Los de lenguas podridas se encachimban
Hay un Santo entre nosotros
Con huevos se las jugo.
Heredero de Farabundo
Hoy se sienta junto a Dios.
02/05/2015/ Toronto.
Juan Carlos Velis Paniagua
Crimen en la
parroquia
“El lunes 24 de marzo de 1980 y mientras oficiaba misa el Arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, caía asesinado por la bala certera de un francotirador. A medida que la noticia se extendía por todo el territorio nacional, otra ola de justa furia e indignación fue apoderándose de las ciudades y el campo de nuestro país. Monseñor Romero por sus denuncias de la represión, era visto por la gran mayoría del pueblo oprimido como un importante símbolo de las luchas contra la dictadura. Sus valientes y enérgicas protestas, plasmadas fundamentalmente en sus homilías dominicales y en el periódico “Orientación” le habían ganado sobre todo en los últimos meses de su vida, un aprecio extendido entre las masas oprimidas del país. Porque como frecuentaba decir, este valiente pastor de la iglesia católica salvadoreña: “que quede constancia que la voz de la justicia nadie la puede ya matar…”
(Periódico matutino “El Pueblo”)
Esta muerte venadeada
no apagará tu voz
“Soy la voz de los sin voz”
¡Qué enorme muerto sencillo!
Hijo del pueblo y la justicia
Estrella fugaz ensancha brillante
Los ojos de la historia…
Tu voz hoguera
Tu voz jamás se apagará
Un gran incendio
Tu voz nueva y justiciera
Y con la mano de Dios en alto
Es alta tu cuota de sangre
Que ya has entregado al pueblo…
“Que quede constancia
Que la voz de la justicia
Nadie la puede ya matar” *
Venadeaban tu muerte los verdugos
Verdugos aquellos que la fraguaron
Sicarios del crimen
A sueldo de escarnio de odio y de dólar
Pero nunca te echarás atrás
Aun cuando enfilen contra ti
Las tanquetas las metralletas de alto calibre
Las balas de tanto mercenario asesino
que te merodeaban
¡Caramba! Aun enfilando batallones
de ejércitos enteros Aviones y bombas
Acechándonos el peligro con gases lacrimógenos
A bayoneta calada cercados de sabuesos
Y Monseñor Romero crucificado en una bala
Como renacido árbol de trigo y viento
Otro latido de huracanes nuevos
Cuando apretabas
el cayado de tu evangelio
Oteando tú mitra
de cristianismo nuevo
Tú valiente y enorme corazón
Sobre el paisaje de una realidad
Justa Alegre y Libre
Amigos de todos los pueblos del mundo
Esto causa indignación
Veo al pueblo
¿Será qué no lo oyes?
¡Lo oigo por todas partes!
Cómo te avivan
Cómo te aclaman
Asaltados por el río
de la cólera y la venganza
Es el pueblo quien reza tu grito
Tú forjador de la luz la verdad y la paz
Tú sonora guitarra que dice sí
Al sol de la democracia…
Vos que predicabas el mandamiento
Del no matarás
Seguirás azotando con tu palabra justa
A los enemigos del pueblo.
Tu sangre bomba de tiempo
Cargado con cien libras de salmos y homilías
Explotada canción de ira y duelo
Entre la conciencia popular
¡Qué muerto tan nuestro!
(Como semilla en floración)
Vos Monseñor pueblo y bandera
Y en la hora de tu muerte
Las horas nuevas ya se perfilan
Donde el pueblo nació a vivir
En un nuevo amanecer…
Alfonso Velis Tobar