César Ramírez
@caralvasalvador
En la distancia observamos a una nación que tiene nuestro mismo origen colonial, también su mismo cauce histórico por el autoritarismo del siglo pasado; la República de Honduras aún posee un marcado militarismo, visible por su elevado presupuesto a costa de su propio desarrollo económico, sus escándalos de narcotráfico internacional son notorios con sujetos involucrados en exportación de ilícitos y algunos empresarios acusados del mismo delito, es un panorama que limita con la clase política, su estilo de gobernación etc. En los últimos años se derrocó al expresidente Manuel Zelaya por un supuesto intento de reelección, aquello generó un alud de condenas internacionales forjando el precedente de una ruptura constitucional; se realizó una nueva elección y la administración actual por medio de subterfugios “constitucionales” pretende la reelección… en todo caso acontecen las elecciones ante la vista del mundo con un conteo de votos públicos, donde en los informes generales el candidato opositor Salvador Nasralla consigue una ventaja de 5 puntos sobre el candidato del oficialismo cuando acontece un 70% de los votos escrutados, luego el sistema electrónico colapsa en tres ocasiones… se suspende por horas el registro oficial, a partir de ese instante la diferencia entre los candidatos se acorta, con el milagro que el oficialismo supera a la oposición.
Elementos a considerarse: 1 (Ahora) La reelección presidencial es posible por medio de reformas constitucionales e interpretaciones de la Corte Suprema; pero es imposible cambiar la cultura popular que asocia esa acción como una dictadura; 2 El fallo del sistema electoral es posible que aconteciera, pero es imposible otorgar en cuestión de horas un balance a favor del oficialismo sin pensar que ha ocurrido un fraude; 3 Estado de Sitio y Toque de Queda en la nación, es la historia del recurso militar contra el pueblo, es violencia contra la voluntad popular, el último recurso ante el descontento del pueblo; 4 La democracia pierde gobernabilidad y los ciudadanos abandonan el camino de la legalidad, ese es el futuro de una nación que deteriora sus instituciones, es una consecuencia grave que siembre la desconfianza política genera violencia y provoca la muerte de ciudadanos hondureños, así como cientos de heridos, es un cuento relatado en América Latina por decenas de escritores, el final no es feliz.
El resultado final es la violencia en sus diversas formas sociales, institucionales, políticas, etc., que puede evitarse considerando a las partes con un acuerdo de gobernabilidad, un pacto político que incluya las demandas de la oposición, las denuncias efectuadas por los partidos políticos, de ser posible repetir las elecciones o en su caso compartir la presidencia por igual período de tiempo, en su defecto una segunda vuelta electoral podría constituir un evento extraordinario, etc., en todo caso el costo económico, social o institucional es menor a iniciar una nueva administración con desobediencia generalizada, sabotajes, huelgas, resistencia civil o armada… sin límite de tiempo.
Las soluciones son necesarias: la audacia política es posible, salven la vida de los ciudadanos y la credibilidad de la democracia.
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