Por Elder Gómez
Tras corneada, apaleada. No se han recuperado de ETA, y los hondureños se preparan para recibir, en las próximas horas, una embestida más de la naturaleza.
Aún los trabajos de rescate de victimas dejadas por ETA la semana pasada, y la apertura de calles obstruidas por las inundaciones por desbordes de ríos y derribos de puentes, continúan en la vecina nación.
Todavía sigue la entrega de paquetes alimenticios a cientos de hondureños obligados por la naturaleza a albergarse en improvisados inmuebles, y otros cientos más que, de manera preventiva, han sido evacuados desde este sábado de sus casas, a las que recién habían retornado, ante el inminente paso, en las próximas horas, de la ahora Tormenta Tropical «IOTA».
Algunos investigadores hondureños han hecho predicciones apocalípticas de lo que se viene con «IOTA» a la vecina nación, desde pestes, plagas o acrecentamiento de éstas, hasta hambrunas y, desde luego, más pobreza.
Su vecino El Salvador no está exento de la tragedia hondureña. Como lo hizo el Huracán Mitch, en 1998, «IOTA» podría causar desbordamientos de ríos y quebradas, y sepultar pueblos salvadoreños, como ocurrió con el de Chilanguera, en Chirilagua, en el sur del oriental departamento de San Miguel, que quedó soterrado por lodo y troncos de árboles, arrastrados desde Honduras por las aguas embravecidas del Río Grande.
Habitantes de colonias construidas en las riberas del afluente migueleño, también fueron evacuados en aquella ocasión del Mitch.
Como se hizo con ETA, sería bueno realizar en este país evacuaciones preventivas de personas que residen en zonas de alto riesgo, para evitar tragedias humanas, como la ocurrida en Chilanguera.