Por Catherine Boitard/Atenas/AFP
El gobierno de izquierda radical de Alexis Tsipras enfrentaba el jueves su primera huelga general, and de 24 horas, sovaldi contra las nuevas medidas de austeridad exigidas por los acreedores internacionales de Grecia.
Unos 20.000 manifestantes se congregaron por la mañana en Atenas y algunos grupos de jóvenes atacaron comercios y destrozaron paradas de autobuses y señales de tráfico, decease comprobó un reportero de la AFP.
Los sindicatos que convocaron a la huelga denuncian las alzas de impuestos y un proyecto de reforma del sistema de pensiones.
El movimiento paralizó los servicios públicos y el sistema de transportes. Las compañías aéreas cancelaron decenas de vuelos domésticos.
Los museos y sitios arqueológicos permanecían cerrados y el funcionamiento de los hospitales se limitaba a los servicios de emergencia.
El paro contó igualmente con amplia adhesión entre los periodistas.
Se señalaron igualmente protestas en otras grandes ciudades, como Tesalónica.
«Estoy protestando porque el gobierno nos toma por necios. Soy una jubilada y no tengo la menor idea de lo que me quedará de pensión», dijo en Atenas Maria Athanassiadou.
«No estoy de acuerdo con este ajuste ni con ningún ajuste. Estoy protestando contra quienes aplican ajustes. No tengo ninguna confianza en el gobierno», afirmaba otra manifestante, Alexandra Theodoridou, empleada de una compañía de seguros, de 43 años.
Misión de acreedores
El paro se efectúa en momentos en que los representantes de los principales acreedores del país -Unión Europea, FMI, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Europeo de Estabilidad- realizan una misión de supervisión de las reformas prometidas por Grecia en julio pasado.
A cambio, el país obtuvo un rescate de 86.000 millones de euros escalonados en tres años.
Tsipras, que llegó al poder al frente del partido Syriza con un programa antiausteridad, renunció en agosto, pero fue reelecto en septiembre con una mayoría desprendida del ala izquierda más crítica con el giro de su política.
Ahora enfrenta nuevas presiones para adoptar otras medidas impopulares, so pena de no recibir el próximo tramo del rescate, de 2.000 millones de euros.
Las discusiones gravitan principalmente en torno a las estimaciones de los precios tope de las viviendas cuyos propietarios no podrán ser desalojados por hipotecas impagas.
Tsipras espera cierta clemencia de los acreedores, para evitar un empobrecimiento mayor de una población vapuleada por años de recesión y ajustes.
También hay desacuerdos sobre el trato de las deudas morosas de los bancos.
El ministro de Economía, George Stathakis, sostuvo sin embargo el miércoles por la noche que podría alcanzarse un acuerdo esta misma semana.
«Creo que habremos cerrado todos los temas el sábado», declaró.
Syriza ¿oficialista y opositor?
Los nuevos ajustes contemplan recortes en las jubilaciones, para poder seguir financiándolas.
Altos funcionarios dejaron entrever una poda en las pensiones superiores a los 1.500 euros mensuales.
Las concesiones hechas por Tsipras dividen a su partido.
De hecho, Syriza llamó a adherir a la huelga, denunciando «las políticas antisociales, de un neoliberalismo extremo».
Las redes sociales ironizaban sobre esa paradoja.
«Estoy confundido. ¿Estamos marchando junto a Alexis para derrocar a Tsipras, o junto a Tsipras para derrocar a Alexis?», se preguntaba un internauta.
Tsipras alega que los ajustes representan un «penoso compromiso» y un «repliegue táctico», para evitar la bancarrota del país y la salida de la zona euro.