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Alfredo García hace cinco años llegó por casualidad al Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA) y le atrajo la capacitación sobre los cultivos sin el uso de químicos. Foto Diario Co Latino/Ricardo Chicas Segura

Huertos caseros: alternativa al modelo económico y la agricultura convencional

Alma Vilches
@AlmaCoLatino

Alfredo García hace cinco años llegó por casualidad al Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (CESTA) y le atrajo la capacitación sobre los cultivos sin el uso de químicos. Desde ese día surgió la idea de comenzar un pequeño huerto en su vivienda, como una alternativa ante el modelo económico social y la agricultura convencional, pues puso en práctica los métodos y técnicas en armonía con la naturaleza, al utilizar insumos orgánicos, también logró independencia del mercado y los agroservicios.

Además de cultivar plantas medicinales y productos comestibles, García también tuvo la oportunidad de un nuevo emprendimiento, pues aprendió a elaborar shampoo, alcohol gel, jabones y collares, pero con productos naturales. El huerto lo distribuye en etapas, de acorde a las condiciones climáticas, a fin de cosechar frutas y verduras todo el año, así por ejemplo durante la época seca cultiva hierbas aromáticas y rábanos, mientras el resto del año se dedica a la siembra de guanaba, ayote, berenjena, papa del aire, ñame, mora, guineo de seda, majoncho enano, güisquil, entre otros.

“En un hogar es una ventaja tener un huerto porque uno aprende a clasificar la materia orgánica, la cual se pone en un lugar adecuado para el proceso de descomposición y abonar los cultivos, porque además de ayudar a nutrir la tierra, se produce menos basura y la familia se alimenta con productos muy sanos. En mi caso, tenemos una forma de ingreso, porque en la venta de shampoo y otros productos del emprendedurismo obtengo mensualmente entre $200 a $250, que es un ingreso el cual no tenía, y esto sin ningún costo porque las enseñanzas del CESTA no las cobran”, enfatizó García.

Mientras tanto, Laura Mejía -coordinadora del programa cero basura del CESTA- explicó que desde hace algunos años han impulsado la agroecología en las comunidades, pero fue hace cinco años que inició la iniciativa de los huertos escolares en diferentes centros educativos Actualmente, en San Marcos hay siete escuelas modelos, aunque ahora con los grupos ecológicos se han ampliado en todo el país. De acuerdo con Mejía, esta iniciativa se amplió por el interés de la población, hasta el momento hay involucrados 36 centros educativos como grupos ecológicos, es así como los huertos han trascendido de los centros educativos a la comunidad, los primeros interesados en hacer este salto fueron los niños y adolescentes, además, hay un interés de los padres de familia quienes también se han involucrado en los procesos.
Detalló que en CESTA se abrió un centro de formación donde un día por semana los grupos reciben los conocimientos teórico-práctico, para aprender a hacer sus huertos de manera vertical con botellas plásticas colgantes, que es ideal para pequeños espacios, o con de la modalidad camas biointensivas para hogares con terrenos más amplios. Para los adultos se estableció las capacitaciones el lunes a las 2:00 p.m., alrededor de veinte personas están reproduciendo los conocimientos en sus hogares, mientras que, entre los niños y jóvenes el grupo ronda los 500, quienes en cumplimiento a las medidas de bioseguridad por el COVID-19, no reciben de forma presencial la asesoría técnica, sino se les brinda mediante grupos de Whatsapp.

Laura Mejía -coordinadora del programa cero basura del CESTA- explicó que desde hace algunos años han impulsado la agroecología en las comunidades. Foto Diario Co Latino/Ricardo Chicas Segura

“Una de las primeras cosas que se promueven es la separación de los desechos que pueden ser reciclados y toda la materia utilizada para preparar el compostaje en los huertos, entre más material orgánico se le agrega mayores nutrientes se le provee al suelo. Un beneficio es que comen alimentos saludables y frescos, solo necesitan cortar los productos, garantizando que no tienen agroquímicos, además, en un mismo lugar se puede cultivar una gran variedad de plantas comestibles, medicinales, aromáticas, y otras traídas de las comunidades rurales, para rescatar las especies que se están perdiendo”, destacó.

Otro beneficios es que los niños y adolescentes pueden experimentar, ampliar los conocimientos y el área investigativa de las propiedades nutritivas de las plantas, porque por medio de los huertos se interrelaciona la química, física y ciencias naturales. Además, de promover el no uso de químicos, también se incentiva a que los huertos tengan flores o algunas plantas donde las especies polinizadoras puedan consumir el néctar, en especial las abejas, debido a que los insectos benéficos para los cultivos se están perdiendo. “En el período de la cuarentena pudimos ver la riqueza en la diversidad de consumo y que las familias con sus huertos se vieron menos estresadas, consumieron alimentos de calidad, es una alternativa ante la seguridad alimentaria, es importante que las familias tomen conciencia de esta nueva forma de vida, porque si llegará otro momento en que nos vuelvan a encerrar en nuestras casas tengamos que consumir. Los huertos no van a solucionar la canasta básica completa, pero contribuye a disminuir el hambre entre las familias de escasos recursos económicos”, afirmó la coordinadora de proyectos del CESTA.

Amado Ramos, representante del movimiento Pasos del Jaguar e integrante del Movimiento de Víctimas Afectados y Afectadas por el Cambio Climático y Corporaciones (MOVIAC), señaló que a partir de las experiencia en las comunidades donde la gente está garantizando su alimentación a través de producir su propia comida con la creación de los huertos familiares, urbanos y periurbanos, surgió la idea de crear una ley para promover estas actividades desde las políticas públicas.

El 7 de octubre de 2020 presentaron a los diputados del grupo parlamentario del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el proyecto de “Ley de creación y fomento de huertos familiares urbanos y periurbanos agroecológicos” para ser estudiado en la Comisión Agropecuaria de la Asamblea Legislativa. Con esto también se pretende lograr que las familias residentes llamadas por algunos “zonas periféricas”, o donde prevalece más la situación de pobreza, puedan obtener una alimentación adecuada, saludable y en especial contribuir a la economía familiar y nacional.

Según Ramos, promover este tipo de huertos también surge por la experiencia de las comunidades indígenas, que ha sido una práctica milenaria y ancestral, donde los pueblos originarios han utilizado semillas nativas y técnicas sin uso de agrotóxicos y pesticidas, los cuales causan enfermedades crónicas como insuficiencia renal y cáncer.

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