Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Se sienten felices mis hijos porque me dicen: ay, papá, qué bueno que nos está enseñando a sembrar arbolitos de fruta”, narró emocionado Manuel de Jesús Argueta, al compartir su experiencia de iniciar junto a su familia un huerto casero que le permite, además de garantizar insumos para la dieta diaria, un tiempo compartido familiar.
Manuel de Jesús forma parte de un proyecto “Reducción de Riesgos a Desastres y Cambio Climático en El Salvador”, que integra a las familias de las comunidades Bola de Monte y El Tamarindo, del municipio de San Francisco Menéndez, Ahuachapán, que realiza el Programa Centroamérica de la Federación Luterana Mundial/Servicio Mundial (FLM), así como, el apoyo financiero del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
“El trabajo con la familia completa en nuestro propio huerto es una gran maravilla, y le doy gracias a Dios primero, porque enseñándole a mis hijos a que aprendan a sembrar las semillas que les han regalado de pepino, rábano, lechuga, cilantro, pipianes, ejotes y tomate así como, palitos de guayaba y mango, estamos aprendiendo mucho y podemos cosechar”, explicó Argueta.
Para Manuel de Jesús, lo importante es su experiencia del huerto casero y su familia, son los conocimientos básicos de cultivar, su cuido en el proceso de crecimiento y la cosecha de frutos del terreno donde se encuentra su huerta.
“Cuando a veces no los puedo acompañar les pregunto si saben qué deben hacer, y ellos me dicen, cada amanecer tenemos que echarles agua a todas las plantitas del huerto y cuidarlas de plagas. Y gracias a Dios, ya tenemos hasta rábano cosechado así como el pepino, pipián y muchas otras cosas que hemos sembrado como el ejote o frutas”, manifestó.
Mientras, Martin Ruppenthal -representante regional de la Federación Luterana Mundial (FLM)- reconoció los avances en la experiencia de los huertos caseros en las comunidades Bola de Monte y El Tamarindo, señalando que esto fortalecerá a estos grupos poblacionales, en respuesta a los fenómenos climáticos que impactan la región.
“Este ha sido un aprendizaje muy fuerte y muy bueno, así como los papás y mamás que han trabajado duro junto a sus niños y ven la necesidad de un proyecto así, les felicito por este trabajo y espero que no sea el único proyecto que se pueda hacer conjuntamente en el tema del medio ambiente. Ya se ha mencionado anteriormente, El Salvador es un lindo país, que tiene una naturaleza exuberante, pero hay que cuidarla y tenemos que trabajar en conjunto y la gente tiene la responsabilidad de cuidar sus chacras, sus finquitas que mejor para cuidarlos”, dijo Ruppenthal.
El proyecto de la Federación Luterana Mundial espera lograr tres ejes principales: fortalecer las capacidades y generar conocimiento y actitudes frente al cambio climático; aumentar la resiliencia en la niñez, adolescentes, jóvenes y sus familias y promover un enfoque articulado para reducir los riesgos a desastres y la preparación para la respuesta humanitaria.
“Quiero agradecer a los colegas de UNES, que han apoyado a este proyecto apoyando a los responsables de campo, los responsables de la oficina nacional de UNES, un gran placer a UNICEF por haber apoyado este proyecto con financiamiento y con muchísimo cariño y la Iglesia Luterana, que desde la fe apoya las comunidades en temas de cualquier índole, queremos apoyar la gente en temas son humanitarios y de ayuda de comunidades”, manifestó.
Fredy Alfaro, de la Comisión de Medio Ambiente de la Alcaldía de San Francisco Menéndez, Ahuachapán, señaló en la feria de muestras de los huertos caseros que los esfuerzos en conjunto serán siempre recompensados en solidaridad e integración social.
“Si queremos transformar nuestro entorno, si queremos cambiar nuestros medios de vida, tenemos que comenzar con los pequeños a inculcarles desde niños y niñas, valorar el medio ambiente, a cuidarlo y que aprendan, que tengan conocimiento de qué hacer para evitar X problemática. Y no solo el conocimiento, porque eso no es nada, sino se aplica, o sea que sepan que acciones implementar para prevenir y evitar los problemas que hay en sus comunidades”, consideró.
Las familias participantes del proyecto de la FLM recibieron semillas para sembrar en sus huertos caseros con diversidad de hortalizas como pipián, ejotes, pepino, rábanos, así como hierbas aromáticas como el cilantro y chipilín, a fin de mejorar la dieta alimenticia y ampliar la canasta básica. Mientras, cuidan el medioambiente.
“Muchos podemos decir: ¿qué haremos si somos una comunidad frente a un problema global?, o ¿por qué nosotros tenemos que hacer algo, si son las grandes empresas las que están contaminando?, si eso nos lo hemos cuestionado, pero la situación es que las pequeñas cosas y las pequeñas acciones pueden hacer grandes cambios”, puntualizó.
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