Figura demonizada por Estados Unidos y el gobierno de Mauricio Macri
Al conmemorarse el 62° natalicio de Hugo Chávez Frías, fallecido presidente de Venezuela, hubo actos en su honra también en Argentina. El gobierno de Mauricio Macri, en cambio, desmanteló el Salón que lleva su nombre en la Casa Patria Grande.
Emilio Marín
Cada quien tiene derecho a mostrarse como amigo y hasta devoto de determinados líderes nacionales e internacionales. Hace al relacionamiento de cada gobierno con sus pares con los que siente mayor afinidad ideológica y simpatías personales.
Mauricio Macri, por ejemplo, no oculta su sentido de pertenencia. Tuvo para él memorables reuniones con el primer ministro sionista Benjamin Netanyahu, cuando era jefe de gobierno de Buenos Aires y se fotografió con él en Tel Aviv. En esos años se vio con el desprestigiado jefe de gobierno español, Mariano Rajoy, regalándole una camiseta de Boca. Ya como presidente, recibió a Barack Obama, en una provocadora visita coincidente con el 40 aniversario del golpe de Estado. Para el Bicentenario invitó como figura de lujo al ex rey de España, el corrupto y desprestigiado Juan Carlos, con quien compartió desagradables reflexiones sobre el pensamiento de los patriotas de 1816.
Recibió con todo orgullo a su colega de México, Enrique Peña Nieto, como si fuera una figura descollante de la democracia, sin importar las 43 muertes de estudiantes en Ayotzinapa y las que hubo en junio en Oaxaca.
Macri y la gente que piensa en sintonía con él tienen derecho a cultivar esas amistades. Obviamente el cronista no comparte en lo más mínimo esos puntos de vista. Pero lo que más le molesta es que -además de esa pleitesía- el presidente argentino ataque a lo que no comulga con su ideología. Por ejemplo, el martes 26 de julio se supo que había ordenado el desmantelamiento total del “Salón Hugo Chávez Frías” en la Casa Patria Grande “Dr. Néstor Carlos Kirchner” de Buenos Aires.
Ese lugar existía desde noviembre de 2013, concedido por el gobierno anterior, y allí se hacían actos en memoria del fallecido el 5 de marzo de ese año en Caracas. De apuro, como los bomberos, la embajada de Venezuela en Argentina tuvo que acudir para retirar los cuadros y demás materiales alusivos que había. Sino los tiraban a la basura…
Y para completar la ofensa al líder bolivariano y al actual gobierno de Venezuela, Macri recibió en su despacho a José M. Vivanco, director de Human Right Watch, con sede en Estados Unidos, quien le entregó un informe “made in USA” sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela, para sancionarla en la OEA. Otro ejemplar del mismo iba a quedar en manos de la canciller Susana Malcorra, quizás para darle más fuerzas en su negativa a aceptar que Venezuela ocupe, como le corresponde por reglamento, la presidencia pro-témpore del Mercosur. La entidad quedó acéfala ayer luego que Uruguay declarara finalizado su mandato. Como se denunció en esta columna, Brasil y Paraguay se vienen oponiendo al traspaso de la presidencia a Caracas y Argentina es parte de la maniobra.
Otra óptica
En visión contrapuesta con la del gobierno neoliberal, hubo actos por el líder venezolano. Los más importantes se vienen llevando adelante en Venezuela y culminarán el domingo con un concierto multitudinario en Caracas.
También en Buenos Aires se escucharon voces defendiendo el legado del bolivariano, así como en Cuba, Bolivia, Chile, Colombia y otros países. Acá se hizo el acto en el Instituto Patria, con participación estelar de Cristina Fernández de Kirchner y el embajador venezolano Carlos Martínez Mendoza, con participación de los periodistas Luis Bruschtein y Stella Calloni.
Cristina Fernández admitió que “es cierto que extrañamos a Chávez y a Néstor Kirchner, pero la mejor forma de recordarlos es imitarlos en estos momentos difíciles y complejos que vive el continente”. Añadió que “el mejor homenaje que podemos hacerle a Hugo es no abandonar la lucha, construir más mayorías, más compromiso ciudadano en el continente que afronta nuevos retos. Ese es el gran desafío”.
En ese rescate de la personalidad del ex presidente, CFK reflexionó que “Hugo era un ciudadano del mundo, no solo de Venezuela; se identificaba con los causas nobles, se solidarizaba con los más desposeídos en cualquier parte del planeta”.
Fue notorio que Chávez ayudó mucho a la Argentina durante los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina, de distintas maneras. La participación de la ex presidenta en este acto de reivindicación del bolivariano demuestra que es una persona agradecida y con memoria. Para los argentinos que no la tienen o la han ido perdiendo al compás de las campañas de desprestigio realizadas al toque de Clarinete y la red del monopolio, hay que traer a colación algunos aspectos concretos de la ayuda de Chávez a la población de este país.
No al ALCA
Este capítulo no se lo contaron al cronista porque lo vivió empapado de pies a cabeza el 5 de noviembre de 2005 en el estadio Olímpico de Mar del Plata, durante el acto con los movimientos sociales y políticos en el que Chávez fue la figura estelar. Sin menospreciar a Kirchner y Lula da Silva, que en ese momento maniobraban con los cancilleres en reuniones protocolares para distraer la atención de George W Bush y su principal aliado, el mexicano Vicente Fox, esa columna popular liderada por el bolivariano fue la clave de la derrota del ALCA, el proyecto estadounidense de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
En ese estadio fue el vozarrón del nacido en Sabaneta el que proclamó “Alca, Al carajo”, sepultándolo a nivel popular. Luego, como la historia es contradictoria, al finalizar el acto, la manifestación popular que se arrimó hasta el hotel donde estaban los mandatarios fue reprimida por la policía. Y la reunión de los gobernantes terminó sin los acuerdos que apetecía el texano bruto.
¿Y cuál fue la importancia de esa sepultura del ALCA? Que se abrió un tiempo de integración y desarrollo latinoamericano, sin las recetas del FMI y el Banco Mundial. Hubo años de crecimiento, de inclusión social, con crecimiento del salario y la recuperación de recursos energéticos en Venezuela con PDVSA, Bolivia con YPFB y agónicamente en Argentina con 51 por ciento de YPF.
Ese nuevo clima en la región salvó muchas vidas, generó muchas escuelas y hospitales, hubo más viviendas, menos analfabetismo, etc. Todo eso, en buena medida, tuvo que ver con el bolivariano.
Bonos y energía
Cuando Argentina rompió con el ALCA y puso de patitas en la calle al FMI, vinieron las represalias. El sector financiero internacional no le prestaba ni un dólar. En esos años Chávez prestó 5.600 millones de dólares a Buenos Aires. Así se documenta en una nota de esos años de Leandro Gabin en Infobae: “Según M&S consultores, en 2005 fueron colocados a Venezuela u$s1.563 millones en Boden 2012 y en 2006 otros u$s2.865 millones. En 2008, en una de las últimas operaciones de deuda con la Argentina, Venezuela compró en forma directa u$s1.000 millones del Boden 15”.
Como si eso fuera poco, Argentina precisaba en 2004, como hoy, energía para hacer andar sus centrales eléctricas y por ende las fábricas. El que vendió esa energía, fletando barcos con gasoil y fueloil fue nuevamente Caracas. Cada año PDVSA vendió a Argentina combustibles por entre 800 y 1000 millones de dólares, cobrando de contado sólo el 20 por ciento y financiando el resto en doce cuotas mensuales con una tasa de interés.
Chávez lo hizo con Argentina y la región. Y por eso fue criticado por Henrique Capriles y toda la oposición derechista, que lo acusaba de hacer beneficencia con los vecinos.
Argentina y Venezuela constituyeron un fideicomiso con los dólares que percibía PDVSA. Y con esos fondos, Caracas compraba leche en polvo, vaquillonas, maquinaria agrícola, ascensores, medicamentos y productos tecnológicos de su cliente argentino. Las dos partes salían ganando.
Barcos y Sancor
Otro ejemplo de la solidaridad de Chávez fue firmar con Kirchner un convenio para que Astilleros Río Santiago construyera dos grades barcos de transporte petrolero, de 47 mil toneladas cada uno, con opción a hacer otros dos. Eso fue el 11 de agosto de 2005 y sostuvo la fuente de trabajo de miles de trabajadores de Astilleros.
Ese encargo por 151 millones de dólares permitió a Astilleros volver, después de tres décadas, a construir buques de gran porte, luego de haber botado petroleros para ELMA.
El otro ejemplo se refiere a Sancor, que en diciembre de 2006 estaba muy endeudada y a punto de firmar un mal acuerdo con el magnate George Soros y Adecoagro.
Allí apareció la propuesta incomparablemente mejor de Chávez: prestaba a la cooperativa 135 millones de dólares, con una primera cuota de 80 millones, y aquella le devolvía con exportaciones de 3.000 toneladas anuales de leche en polvo.
El vicepresidente de Sancor, Italo Gastaldi, comentó al firmar el convenio: “para los que no entiendan, la diferencia entre Soros y Chávez es clara; el grupo inversor privado se apropiaba de una parte de Sancor a través de su plan de rescate, mientras que Venezuela asiste financieramente para que la cooperativa láctea pueda superar su problema y le asegura la compra de un importante tonelaje de leche en polvo”.
Que el lector saque sus propias conclusiones sobre si Chávez fue un amigo o no, y si se merece los homenajes o los ataques macristas a su memoria.
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