Álvaro Darío Lara
Escritor y poeta
Hugo Wast (1883-1962), viagra sale pseudónimo de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría, abogado, escritor y político argentino, fue un autor extraordinariamente prolífico, popularísimo en los medios hispanoamericanos de buena parte del pasado siglo.
Uno de sus grandes devotos, el poeta David Escobar Galindo, nos lo recuerda, al referirnos que Wast, junto con el colombiano José María Vargas Vila (1860-1933), acapararon la atención y el gusto del público, sobre todo, del juvenil, en esos años dorados, cuando se leía de forma casi industrial.
La personalidad multifacética de Wast se revela en una larga lista de novelas, cuentos, crónicas, ensayos, dramas, artículos, y en un maravilloso anecdotario. Incluso, algunas de sus novelas fueron adaptadas al cine, como “Flor de Durazno”, en su primera recreación –muda- de 1917, con la participación primeriza de Carlos Gardel. Luego, México, realizó dos versiones del texto, la primera, en 1945; y la segunda, en 1970. Además, fueron llevadas a la gran pantalla, con mucho éxito, otras de su autoría como: “La que no perdonó” (1938), “La casa de los cuervos” (1941), “El camino de las llamas” (1942) y “Valle negro” (1943).
Hugo Wast fue un ferviente católico de orientación conservadora. Mantuvo afinidad con los gobiernos civiles y militares argentinos de este signo, y con otros de orientación similar a nivel mundial, especialmente con la España nacionalista. En 1954 fue condecorado con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, por parte del régimen del general Francisco Franco.
La trayectoria literaria de Wast, fue reconocida y premiada internacionalmente. Su obra gozó de una amplia difusión, tanto en América como en Europa. En tal sentido, fue traducido y publicado por editoriales, que tenían la exclusividad de sus derechos. Sus tomos se imprimieron, en distintos formatos, dirigidos a diversos mercados de ávidos lectores, en ediciones rústicas, encuadernadas y populares.
Su nieto, Prudencio Martínez Zuviría, nos dice respecto a su memorable abuelo, en el artículo “Para juzgar a Hugo Wast hay que conocerlo” (Diario “El Litoral”, Santa Fe, Argentina, 20 de septiembre de 2012): “Su vasta obra literaria lo convierte en uno de los escritores argentinos más premiados, como asimismo el que más libros escribió y vendió en la historia de las letras argentinas. Sólo en nuestro país vendió más de 3 millones de ejemplares…”.
Pero, hablemos –finalmente- de los buquinistas, ya que gracias a ellos (¡Vaya ironías del tiempo!) llegué a Hugo Wast, el que fuera tan famoso en el ayer; y que ahora, como nos afirma siempre David, es prácticamente, un literato olvidado.
Escribe Wast en este fragmento de “Mi amigo, el buquinista (1°)”: “Los franceses llaman bouquiniste al negociante en libros raros, y bouquineur al comprador de ellos. Bouquiner es andar a caza de estos libros o bouquins, para coleccionarlos o revenderlos, cuya búsqueda se realiza no solamente, en las librerías, sino en los más extravagantes rincones, dondequiera que el olfato del bibliófilo rastrea un hallazgo. Es todo un arte capaz de llenar completamente la vida de ciertos hombres”, (Tomado de: “Naves, Oro, Sueños”).
Insuficiente el espacio para continuar citando al gran Hugo Wast. Hay que leerlo y ponerlo nuevamente de moda. Incursionar en él, es una aventura que jamás nos defraudará. Conste, lo dice un consumado bouquineur.
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