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HUMANISMO Y ORGULLO ROSACRUZ

ANTIGUA Y MISTICA ORDEN ROSAE CRUCIS, online AMORC

(No. 4 y último)
Hugo Casas Irigoyén Gran Maestro de Logia Rosacruz Francesa y Presidente de la Gran Logia de Habla Hispana 

Orgullo en su  justa medida

El orgullo en su justa medida nos mantiene derechos frente al viento de la adversidad, view y nos ilumina en las sombras. Cuando estamos perdidos, la confianza en nuestra voz interna, que nos indica el camino a seguir, es la única guía que podemos considerar. Cuando hemos sido derrotados por las circunstancias, el orgullo nos lleva otra vez a ponernos en pie y a seguir intentando crear cosas bellas.  Cuando estamos solos, el calor del corazón es el único hogar al que nos podemos aferrar. Sin este orgullo caeríamos en la desesperación, nos dejaríamos arrastrar por la corriente, nos sumiríamos en la oscuridad. Pero este orgullo “justo”, no lo olvidemos, tiene que estar fundado en el conocimiento correcto o en la búsqueda de ese conocimiento, en el respeto al otro y a lo que está “fuera” y en la correcta evolución de nuestra voluntad.

Cualquier otra cosa es u espejismo, nada que tenga que ver con el Orgullo Rosacruz al que intento hacer referencia, cualquier otra cosa nos apartará de la realidad, de nosotros mismos y del mismo grupo, aunque es posible que esta situación, llegado el caso, también podamos superarla si encontramos la ayuda necesaria, ayuda que tiene mucho que ver con lo que debemos entregar siempre a los demás,  sean nuevos o antiguos en el sendero místico, con menor o mayor preparación y conocimiento y que me gustaría poder expresarles a través de una historia que dice lo siguiente:

Lección del carbón apagado

 “El maestro se dirigió hacia la casa del discípulo que últimamente estaba distanciado del grupo y no asistía al Templo.  Al acceder a su casa lo encontró solo, sentado delante de la chimenea, donde ardía un fuego brillante y acogedor.

“Adivinando la razón de su visita, el discípulo dio la bienvenida a su maestro y lo condujo a una silla grande junto a la chimenea y se quedó quieto esperando que su maestro iniciara la conversación.

“Se hizo un profundo silencio en el que los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno a los troncos de leña que ardían.

“Al cabo de algunos minutos, el maestro examinó las brasas que se formaban y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más incandescente, empujándola hacia un lado del fuego. Volvió entonces a sentarse permaneciendo silencioso e inmóvil. El anfitrión prestó atención, fascinado y quieto. Al poco rato la llama de la brasa solitria disminuyó hasta que solo hubo  un brillo momentáneo y su fuego se apagaba inexorablemente. En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de calor y luz ahora no pasaba de ser un negro y frío pedazo de carbón recubierto de una espesa capa de ceniza.

“Ninguna palabra había sido pronunciada todavía desde el protocolario saludo entre los dos hermanos. El maestro, antes de prepararse para abandonar la casa del alumno, manipuló nuevamente el carbón frío e inútil, colocándolo nuevamente en medio del fuego. Inmediatamente, la inexistente brasa se volvió a encender alimentada por la luz y el calor de los otros carbones , recobrando la fuerza que había perdido durante su destierro. Cuando el instructor alcanzó la puerta para salir de la casa del discípulo, éste le dijo: “Maestro, muchas gracias por su visita y por su preciosa lección. Volveré al Templo, le dijo”.

Fratres y sórores, seamos conscientes de que nuestra Venerable Orden también posee una herramienta propia y de una capacidad inconmensurable: el Egrégor, cuya definición significa: “la reunión de entidades terrenales y supra-terrestres que constituyen una unidad jerárquica movida por una idea-fuerza”; está formado, por lo tanto, por las entidades terrenales  que son los miembros de la Orden, independientemente de que tengan o no una responsabilidad dentro de ésta, y por otra parte, por las entidades no terrenales, que son los Maestros del Pasado y todos aquellos que han pertenecido a nuestra Orden antes de abandonar el plano físico, y finalmente, por la jerarquía formada por nuestros Maestros del Pasado y por todos los que actualmente asumen en la dirección de nuestra Orden una responsabilidad reconocida.

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