Óscar sánchez
Investigador académico [email protected]m
Estos lideres tienen la misión de domesticar al rebaño desconcertado, y no dejarle que brame y pisotee y destruya las cosas; no hay que darles ninguna facilidad para que los individuos del rebaño desconcertado participen en la acción, sólo causarían problemas.
Por ello, comenta Chomsky, se necesita algo que sirva para domesticar al rebaño perplejo; algo que viene a ser la nueva revolución en el arte de la democracia: la fabricación del consenso. Los medios de comunicación, las escuelas y la cultura popular tienen que estar divididos. La clase política y los responsables de tomar decisiones tienen que brindar algún sentido tolerable de realidad, aunque también tengan que inculcar las opiniones adecuadas.
Las relaciones públicas expresadas en los medios masivos de comunicación constituyen una industria inmensa que mueve, en la actualidad, cantidades que oscilan en torno a un billón de dólares al año, y desde siempre su cometido ha sido el de controlar la opinión pública, que es el mayor peligro al que se enfrentan las corporaciones. En estos casos, es necesario hacer tragar por la fuerza una y otra vez programas domésticos hacia los que la gente se muestra contraria, ya que no tiene ningún sentido que el público esté a favor de programas que le son perjudiciales. Y esto, también, exige una propaganda amplia y general, que se ha tenido oportunidad de ver en muchas ocasiones durante los últimos años.
A partir de lo anterior, los diferentes medios de comunicación social tergiversan la opinión falsificando parcial o totalmente la historia. Ello constituye otra manera de vencer esas inhibiciones enfermizas, para simular que cuando ataca y destruye a alguien lo que se está haciendo en realidad es proteger y defendernos a nosotros mismos de los peores monstruos y agresores, y cosas por el estilo.
Este argumento, a manera de precedente, ha facilitado – a través de los medios- la creación de paradigmas para mantener a los ostentosos y dueños de los medios de comunicación. Ya en suplemento del Tres Mil con fecha 27 de noviembre de 2010 escribimos algo relacionado y expresado en el artículo denominado: «En desacato a Thomas Kuhn, su concepción de los paradigmas y los medios de comunicación». En mencionado texto uno de los paradigmas que se ponen a juicio es la misma definición del concepto paradigma, en el cual Thomas Kuhn lo descifra como el conjunto de teorías generales, suposiciones, leyes o técnicas de que se vale una escuela de análisis o comunidad científica para evaluar todas las cosas. Desmitificando esta postura, soy de la idea que en la vida cotidiana, a partir de la praxis social, la gente crea sus propios paradigmas para lo cual no es necesario la acreditación o certificación de una escuela de científicos; basta la apropiación, interiorización y aceptación de la colectividad.
Y este es el peligro de la “democracia” a la que Chomsky se refiere: si se pueden crear organizaciones, si la gente no permanece simplemente pegada al televisor, pueden aparecer estas ideas extravagantes, como las inhibiciones enfermizas respecto al uso de la fuerza militar, para citar un ejemplo. Hay que vencer estas tentaciones, pero no ha sido todavía posible.
La política del poder significa tener enemigos, o si no se tienen hay que crearlos, de tal manera que mensajes subliminales a través de los medios llenos de falsedad logren o se conviertan en verdades absolutas: entonces se crea en la población un paradigma o encajonamiento ideológico de carácter colectivo. Una forma evidente de crear enemigos o enemigas se observa cotidianamente en nuestra sociedad salvadoreña con la creación de figuras como “los buenos” y “los malos”; “nosotros” y “los otros”. Este es evidente en los diferentes ámbitos de la vida social: política partidaria, áreas deportivas, instituciones educativas, sectas religiosas, entre otros.
Entonces, retomando nuevamente a Chomsky, éste continúa con la idea de que para mantener el poder hay que crear un paradigma: “se trata de construir un monstruo fantástico para producir una ofensiva ideológica, seguida de campañas (a través de los medios de comunicación) para aniquilarlo. No se puede atacar si el adversario es capaz de defenderse: sería demasiado peligroso. Pero si se tiene la seguridad de que se le puede vencer, quizá se le consiga despachar rápido y lanzar así otro suspiro de alivio.
Respecto a lo anterior hay que tener claridad el rol de los medios de comunicación respecto a la creación de paradigmas: el cliente no es el lector, es el anunciante; espacios televisivos como los telediarios no son para informar sino para distraer. Aprovechando la fisiología de la vista humana que se inclina al lado derecho, los medios impresos nacionales de mayor difusión colocan toda la avalancha de su propaganda a ese lado dejando otras notas relevantes al lado contrario. El cliente acá no es el lector, sino más bien el anunciante.
La responsabilidad que poseen los comunicadores debería se derivarse de una condición y compromiso social en el desarrollo de las ciencias de la comunicación y no decantarse por la postura hegemónica del pensamiento editorial de una de las piezas del modelo económico, político e ideológico. Claro está que acá también hay intereses más de sobrevivencia que de conciencia social por parte de las y los comunicadores.
A manera de propuesta como una forma de combatir las falsificaciones de la historia se coincide con cientistas como Noam Chomsky e Ignacio Ramonet (periodista francés), cuyas tesis se fundamentan en fomentar la creación de un quinto poder frente a los medios de comunicación. Este quinto poder estará basado en fomentar en los ciudadanos su derecho a reclamar y generar contrapeso sobre el poder de los medios –que es el cuarto poder-, pues han sido despojados del que poseían al aliarse con los tres poderes del Estado”.
Al haber mayor pluralidad de los medios habría mayor democracia, ya que el problema de la democracia precisamente son los medios. Los medios en sus mensajes para la creación de paradigmas dicen lo mismo pero el sentimiento de la ciudadanía no debe ser lo mismo. Por eso Chomsky con sus escritos nos vigoriza cuando nos comenta: “A pesar de toda la propaganda y de todos los intentos por controlar el pensamiento y fabricar el consenso, lo anterior constituye un conjunto de signos de efecto civilizador. Se está adquiriendo una capacidad y una buena disposición para pensar las cosas con el máximo detenimiento. Ha crecido el escepticismo acerca del poder”.
Independiente de los hallazgos que encontremos en los paradigmas que se vayan construyendo mediáticamente a nivel nacional, regional y global es necesario profundizar sobre otros ya que se tiene una imagen distorsionada de personas y sucesos del pasado, para lo cual se requiere realizar investigaciones de carácter histórico. Hay un afán de los “lideres” de esta estructura social de hacer país sin historia a costa del modernismo universal actual.