Identidad nacional, voluntad de olvido. El Yo (Self) múltiple en lenca (potón/putum)
Rafael Lara-Martínez
Professor Emeritus, New Mexico Tech
Desde Comala siempre…
Cuando el Sol abre su pupila, refleja el rostro en el Lago, el Espejo eterno donde se congregan los Genios con el Cerro-Valle…
La enseñanza de la lingüística mesoamericana se halla ausente en los departamentos de antropología, filosofía, historia, literatura, etc. Si anular el estudio de las lenguas maternas constituye una premisa fundacional de la identidad salvadoreña, es necesario recurrir al trabajo de Alan King y al apoyo de José Carballo Violante y Danilo Vásquez. La falta de archivos lencas testimonia el desdén de dos siglos (1821-2024) de literatura monolingüe, en su anhelo de «liberarse» y «descolonizar». Por olvido voluntario, se desconocen los sustratos ancestrales que florecen en el oriente salvadoreño. Desde mediados del siglo XX, María de Baratta confirma el desdén urbano por transcribir ese legado al asentar que «entre ellos no hablan sino en su idioma» (el lenca), «sólo cuando alternan con ladinos, se les oye hablar en español».[1] «Emuruzungue ipsurrepsum mirumiramba=mirumiremba etetulipigaishte tulipigué pam=paramunusecum tataishca pataishca (Emurusunke ipsurrepsum mirumiramp’a=mirumiremp’a etetulipikaixte tulipiké pam=paramunusekum tatixka pataixka). Amén». A partir del río Lempa, todo el Oriente salvadoreño lo anula el desecho de la po-Ética monolingüe.
Si la lectura no puede analizar el rezo anterior —ni recordar el sistema quintesimal (base 5, una mano) de conteo cacaopera, «cien (100) = botarro (4) panakás (5)-pánakam (5) = veinte manos o cuatro cincos de manos (4x5x5)»— ese olvido certifica el poco interés de la memoria histórica por la diversidad cultural del oriente de El Salvador. Gracias al trabajo de Jeremías Montoya (1913), Baratta verifica también la correspondencia entre el Sol (Lan) y el día, al igual que el mes de seis manos (6×5). Debido a esta característica quintesimal (base 5), es seguro que Baratta confunde el cacaopera y el lenca en un solo idioma. Ella misma aclara que «en este pueblo…se habla el idioma científicamente conocido con el nombre de «lenca»».[2] Pero, dado que ambas lenguas caracterizan la identidad del oriente salvadoreño, se transcribe el contraste entre esas hablas locales para visualizar la oposición.[3] Para esa aritmética arraigada en los cinco dedos de la mano, un dato crucial lo explica su contraste con el sistema vigesimal (base 20) del náhuatl-mexicano, del náhuat, y de las treintaiuna lenguas de la familia maya. Parecería que hacia la frontera sur de Mesoamérica, impera una episteme aún desconocida por la filosofía latinoamericana. La unidad de esta diferencia enlaza el cuerpo humano —su anatomía— con conceptos filosóficos abstractos, tal cual la aritmética.
La diferencia aritmética radical entre el cacaopera en Baratta y el lenca en King la verifica el vínculo que la salvadoreña establece entre la mano —panakás, «cinco o una mano»— y, en oposición, el conteo lenca ligado al uso de «oso (cabeza)», según el estadounidense: «(oso) tz’ai ((cabeza) 5)» y «mano» (koshaka vs. pánakam en Baratta vs. gwála (wala) en Honduras; oso vs. guará vs. troh (Honduras), «cabeza»). No se trata sólo de un vocabulario distinto, sino ambas variedades difieren en el miembro corporal que arraiga el concepto abstracto del número, es decir, hay dos epistemes en contraste. Por esta bifurcación, hasta el presente, se desconoce la diversidad cultural que constituye las hablas locales cacaoperas y lencas. Así, se desdeñan los orientes salvadoreños, es decir, los lugares cambiantes donde el Sol abre sus pestañas a diario. Tres (3): guabdá (wasbá; güatba) vs. oso lawa (cabeza tres; también en Jeremías Mendoza, 1913). No en vano, ya Walter Lehman predice la disparidad local entre «oso, cabeza» y mái-ke, «cabeza» en Matagalpa, al igual que certifica los datos de Baratta como pertenecientes al cacaopera.[4] El cuadro siguiente resume los contrastes anotados para la aritmética elemental:
Baratta ≠ King
cacaopera ≠ lenca
pánakas = oso tz’ai = 5
sistema quintesimal ≠ ¿vigesimal (20)?
(base 5)
pánakam = koshaka = mano
vs,
guará (wará) = oso = cabeza.
Pero se anota que, para un habla local hondureña, King asocia el «dedo/mano-dígito, wala-lasel» al «dígito, lasel», viceversa, el concepto de número deriva del dedo, así como la aritmética se arraiga en la anatomía de las extremidades. También hay indicios de un sistema decimal, ya que la cifra «cien, isis-isis» se glosa «diez-diez».[5]
- El Yo (Self) múltiple
El objetivo consiste en rastrear las diversas maneras de glosar la primera persona singular. Si el castellano lo traduce en «Yo mí/mi me conmigo» —»me/my I and myself» en inglés— el náhuat agrega un pronombre independiente, «naja, moi en francés» sin correspondencia directa en castellano: naja (independiente y sin marca gramatical; naja nech-chiwi-ki contar nu-tatanoy, (soy-)yo me contó mi abuelo; ni- (prefijo sujeto; naja ni-k-mati, (soy-)yo yo-lo-sé); nech- (prefijo objeto; ø-nech-ilwia ne palej, él-me-dice el padre; nech-chichinuj, me quemó), nu- (posesivo; nu-siwa-w, mi-mujer).[6]
En cambio, el lenca identifica el objeto transitivo con el posesivo, por lo cual ofrece una tipología singular: u wiram, mi pueblo = u yêrta, dame, mi da + u yêr-yem, me das = mi das-tú, donde u = mi/me. Su contrapuesto directo lo representa el idioma ergativo —tal cual el ch’ortí’— que identifica el sujeto transitivo con el posesivo: u-p’uchi-e’n, me regaña = su-regañar-yo = winik-e’n, hombre-soy-yo, donde -e’n = me = yo. Acaso habría dos tipos de lenguas acusativas: el náhuat y el lenca, según distingan o identifiquen el objeto transitivo con el posesivo. La simple oposición acusativo-ergativo obliga a reconocer dos tipos distintos de acusatividad.
Acusatividad:
Náhuat: Sujeto Predicativo = Sujeto Intransitivo = Sujeto Transitivo + Objeto Transitivo + Posesivo
≠
Lenca: Sujeto Predicativo = Sujeto Intransitivo = Sujeto Transitivo + Objeto Transitivo = Posesivo
vs.
Ergatividad:
Ch’ortí’: Sujeto Predicativo = Sujeto Intransitivo = Objeto Transitivo + Sujeto Transitivo = Posesivo.
Además, junto a las lenguas de la familia maya, el lenca obliga a reconocer la complejidad del sistema Tiempo-Aspecto-Modo (TAM) en el verbo. A la preeminencia del tiempo —presente vs. pasado (como vs. comí)— privilegia el aspecto, a saber: incompletivo —estoy bebiendo/haciendo, comía— vs. completivo, estoy bebido/I’m done-terminé, comí. Esta distinción aspectual establece una escisión semejante en el Yo (Self). La actividad del imperfecto (es escrito/destruido) señala a un Yo (Self) en la dinámica que construye su identidad personal y social. En cambio, el perfectivo (está escrito/destruido) define otro Yo (Self) pasivo, ya terminado, cuya identidad alcanza el límite.
Por tradición gramatical equivocada, casi nunca se enseña que el castellano carece de un tiempo futuro, ya que lo asimila al modo: ¿será que «no matarás» ni en defensa propia?, esto es, la posibilidad y la obligación vuelcan el «tiempo» hacia el modo, a menudo irreconocido. Ni modo, adrede se ignora que la gramática no la define lo superficial —»leer y escribir correctamente un idioma». En cambio, implica el arte (tekhne) de traducir el «lenguaje mudo de las cosas» en una lengua humana singular. Basta un ejemplo elementas en castellano e inglés —dos lenguas europeas— para advertir cómo un acto concreto expresa nociones diversas: me siento/paro vs. I sit down/I stand up = reflexividad vs. vector. Con mayor razón, todo concepto abstracto —justicia, democracia, etc.— se diversifica hacia lo múltiple.
Acaso, la oposición ch’ortí’ —in-p’urchi, estoy sudando/sudo vs. p’urchi-e’n, estoy sudado/sudé— enseña dos enfoques distintos hacia el concepto de «identidad nacional». El uno inculca un Yo (Self) quien, sin crítica creativa, acepta la tradición consumada o, por lo contrario, existe otro Yo (Self) quien percibe el presente como un hecho inconcluso para edificar el futuro, en su utopía de construcción permanente. Es obvio que la historia lingüística salvadoreña prosigue el dictado del Yo (Self) pasivo —ya terminado— al excluir su enseñanza de la memoria y de la historia. Aún no se reconoce que los idiomas maternos los ignoran la memoria, al igual que todas las ciencias sociales y humanas que se imparten en la academia.
Sin embargo,ser es hacer, al definir al sujeto por su acción en la ex-sistencia (ex- = volcarse al exterior en el acto) o, por lo contrario, en la inercia que lo petrifica sin la esperanza del musgo. No en vano, se insiste, los idiomas maternos carecen de amplios archivos bibliotecarios —exclusivos de «los héroes de la pluma— y no se imparten cursos académicos sobre la lingüística mesoamericana. Para la noción de identidad, hay que responder si siempre se halla en el proceso del «ser en el hacer» o, por desgracia, ya está «hecha», en el «ser des-hecho» que la identidad nacional les atribuye a los idiomas maternos ancestrales. Por ello, «to be or not to be. That is not the question». La respuesta debe aclarar si el carácter de ese «ser» completo y perfecto permanece inerte ante la diferencia de su entorno u, otro «ser» incompleto e imperfecto actúa «contra ese mar de problemas (hasta) terminarlos», al incluir lo Otro en su filosofía.
*****
El cuadro siguiente ejemplifica la diversidad del Yo (Self) lenca. Para el vínculo entre esa primera persona y el problema de la identidad, la lección lenca esencial establece el transcurso del Yo (Self) imperfectivo —quien actúa y construye su porvenir— al paso intermedio y ambiguo, hasta culminar en otro Yo (Self) perfectivo y completo en su actividad laboral. Al excluir la reflexión sobre los idiomas maternos —salvo el náhuat en revitalización— la identidad nacional inculca la formación de una personalidad ya terminada. Construida de antemano, ya no piensa el sustrato ancestral cuya riqueza la adquiera de la diversidad. En cambio, «inventa tradiciones» de pueblos (demos) mudos (nononti), sin derecho al habla (véase la ausencia de manifiestos en los idiomas maternos de las revueltas indígenas que documenta la historia social). Sólo al asumir el carácter imperfecto de toda presencia —siempre en acción práctica— la historiografía le otorga la voz a la diferencia, a la vez de imaginar un futuro mejor en sus tierras ancestrales.
Pronombres lencas para la primera persona singular:
-(K)On Unani/Uno -U + U
Activo (+) Pasivo(-)
Incompletivo Independiente
Predicativo a Posesivo /Objeto/ Completivo/ Predicativo b +
Negativo (-n.…-u).
Ejemplos:
- Activo (+)
Aspecto incompletivo/imperfectivo
teket-on, trabajo = trabajar-yo
i xik-on, lo hago = lo/a hacer-yo = su hacer-yo (objeto (lo/a) = posesivo (su)), ya que i nepal, (es) su lengua
=
u xeyam-pa, me quiere = mi querer-él/ella, donde «u = me = mi», u kal, mi brazo.
En su función de objeto transitivo, el posesivo anticipa su carácter pasivo, receptivo, es decir «mi identidad» no significa la obra creativa que edifico, sino la tarea completa que recibo pasivamente.
- Independiente
(unani) xurany-on, (soy-yo) cantar-yo = soy yo quien canto
- Pasivo (-)
Aspecto completivo/perfectivo
i tali-ax-u, lo bebí = su beber-perfectivo-yo
i rom-ax-u, lo/a comí = su comer-perfectivo-yo
Negativo
i xe-n ke-u, no lo/a quiero = su querer-yo no-mi
i mi-n ke-u, no lo/a doy = su dar-yo no-mi
i tali-ø-n ku-ax-u, no lo bebí = su beber-yo no-perfectivo-yo.
———
[1]. María de Baratta, «Cuscatlán típico», «Sección de oriente», San Salvador: Publicaciones de Ministerio de Cultura, 1951: 342. Se insiste en que «todos hablan lenca» significa «ningún intelectual lo transcribe». Alan King, «Conozcamos el lenca», 2016; «Lenca for Linguists», 2017. El rezo por transcribir aglutina palabras que la lectura debe separar para analizarlas en su sentido estricto.
[2]. ídem, 387. Existe una sinonimia entre mano y cinco: paná-makra.
[3]. véase también: Atanasio, Herranz Herranz «El lenca de Honduras», Mesoamérica 14, 1987: 429-466, de quien se discutiría que las fronteras nacionales no limitan las lingüísticas ni las étnicas.
[4]. véanse: Walter Lehman, «Zentral Amerika», Berlin:, Verlag D., 1920; Lyle Campbell, «Cacaopera», «Anthropological Lingusistics», 17:4, 1975: 146-153 y Alan King, «Lenca Verbal Morphology», 2015, «Lenca for Linguistics, 2017, «A Grammatical Survey of Seven Languages of Central America and Mexico», 2018.
[5]. Eusebio Hernández, Alphonse Louis Pinart (ed), «Pequeño vocabulario de la lengua lenca», E. Laroux, 1897.
[6]. Los ejemplos provienen de Lyle Campbell, «The Pipil Language of El Salvador», 1985. Pero se adaptan al alfabeto actual y con la pérdida de las vocales largas. Se subraya la fluidez gramatical de «naja», de su concordancia con el objeto a la relación con el sujeto. También se recuerda que la influencia del castellano redujo el sistema vocálico náhuat —al perder las vocales largas— así como otros rasgos gramaticales, tal cual el deterioro de los sufijos locativos.
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