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Identidad y misión de Cáritas, según Monseñor Romero

S. EM. Card. Gregorio Rosa Chávez
San Leone Magno – 13 de octubre de 2018

Creo que nadie se ha preocupado de cómo actuó Monseñor Romero como responsable de Cáritas mientras fue arzobispo de San Salvador. Y ciertamente nadie se ha fijado que en su diario el último párrafo, escrito cuatro días antes de su martirio, está dedicado a Cáritas. Estoy seguro que les va a llamar la atención:

“Tuve también una reunión con la gerente de Cáritas y una representante del consejo ecuménico de ayuda humanitaria para presentar los proyectos y labores de Cáritas y de la comisión ecuménica, que desarrollan en favor de nuestra gente necesitada, para poder presentar al representante de Cor Unum, de Roma, que está entre nosotros. Y fuimos a visitarlo a la nunciatura, habiéndose encontrado muy acogedor, comprensivo con las dificultades y proyectos de la actividad de Cáritas arquidiocesana, las emergencias actuales” (Su Diario, 20.03.80).

Ahora permítanme entrar en el tema: identidad y misión de Cáritas, según Monseñor Romero.

Mi primer recuerdo de Cáritas, cuando yo era niño, era que repartían leche en las escuelas y casi siempre estaba ahumada. Entiendo que era donación de los Estados Unidos.

Un recuerdo que me gusta compartir ocurrió en 1965, el año que yo platiqué para estar a su lado como asistente en el seminario menor de San Miguel, donde él era el rector. Fue después de cena en el atrio de la parroquia El Rosario. Estaban con él también varios laicos y de repente pasó un hombre pobre que le pidió una ayuda para comer. El padre Romero le dio unas monedas y uno de los laicos le dijo: “Padre, ¿por qué le dio dinero si lo va a ocupar para emborracharse”. La respuesta fue rápida y breve: “Yo prefiero equivocarme por darle a uno que no lo necesita, que por estar dudando, negarlo a uno que sí lo necesita”.

Muchos años antes había sucedido algo que muestra al hombre desprendido y pobre. Fue durante un viaje del joven sacerdote a Tierra Santa. Las señoras de la parroquia aprovecharon para arreglarle su cuarto: cama con doble colchón, lindas cortinas, etc. Cuando él regresó le mostraron la sorpresa. Su reacción fue de enojo y pronto regaló todo. Así era él, todo lo regalaba y las cuentas de la parroquia casi siempre estaban en rojo. Cuando murió, solo era suyo el carro Toyota que manejaba. Se puede ver cuando se visita la casita de tres habitaciones donde vivía.

Voy a tomar como guías las notas que aparecen en su diario. Allí consta que Cáritas en El Salvador nació de una manera atípica: era “un estado mayor sin soldados”, es decir, una junta nacional nombrada ‘a dedo’ sin estructuras diocesanas y sin Cáritas parroquiales. Todo se gobernaba nacional, sea ventilado en forma justa y Cáritas recobre su verdadera misión en el país. Todos están dispuestos a apoyar la posición del arzobispo, de promover una nueva Junta Nacional en la cual formarán parte algunos de los presentes”. (Su Diario, 06.11.78).

Una semana después el asunto sigue candente porque el cambio de estatutos “se ha llevado a cabo por una iniciativa del presidente actual, con el respaldo del vicario general, monseñor Revelo, que pasando por encima de la autoridad del arzobispo, han logrado del Ministerio del Interior el cambio de estatutos, por lo cual se han cruzado cartas entre el arzobispo y el Gobierno para protestar por este abuso y al mismo tiempo reclamar el derecho del arzobispo, sin cuya autorización no se pueden hacer estos cambios”. La conclusión es interesante cuando Monseñor afirmo que, si continúa el “impasse”, la junta arquidiocesana “está dispuesta a trabajar una Cáritas en la arquidiócesis que responda al espíritu de una verdadera institución que sea manifestación de la caridad de la Iglesia” (Su Diario, 14.11.78). Monseñor está contento con su Junta arquidiocesana: “Es admirable el espíritu de la junta arquidiocesana ante este acontecimiento. Nada de venganzas ni enojos, sino un espíritu de trabajar intensamente por una Cáritas auténtica de la arquidiócesis” (Su Diario, 5.12.78).

Pronto estallarán otros conflictos, esta vez a nivel del interior de la Cáritas arquidiocesana, al llegar como director el padre Rutilio Sánchez, quien da a Cáritas un viraje muy a la izquierda. Esto sucedió en el contexto del conflicto, cuando parte de la estrategia del Gobierno era “quitar el agua a los peces”, es decir, impedir que llegaran alimentos a las zonas conflictivas. El padre Sánchez fue acusado de meter armas y municiones entre los sacos de maíz y frijoles. Como siempre, Monseñor mantiene clara la identidad de Cáritas, al comprometerse con las personas acusadas “para tratar de orientar y de corregir las delincuencias y hacer que Cáritas sea lo que tiene que ser, siempre una escuela al servicio de la promoción de la caridad y el amor, valiéndose de los programas que ya existen, pero no concretándose solo a eso sino dando un ejemplo del trabajo de la caridad de la Iglesia” (Su Diario, 06.06.79).

¿Qué sucede después? El pastor está contento: “Cáritas está tomando un perfil muy original, promoviendo reuniones en todas las parroquias y cantones, hasta donde es posible organizando sus respectivas juntas y promoviendo una caridad que sea verdaderamente una promoción y una escuela de amor en nuestra arquidiócesis” (Su Diario, 15.06.79).

Esta nueva Cáritas, tan dinámica, necesita contar con una gran bodega. “La situación financiera y los nuevos programas que van surgiendo; la buena impresión que está causando esta nueva manera de llevar Cáritas y las animé para que no desmayaran y, a pesar de las dificultades, continuaremos nuestros trabajo de Cáritas como verdadera escuela de caridad” (Su Diario, 26.07.79).

Con lo que acabo de contarles creo que podemos decir con verdad que Monseñor Romero se ha ganado el derecho de ser uno de nuestros patronos en Cáritas, muchas gracias.

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