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Padre Simeón Leonidas Reyes García, párroco de la Iglesia Jesús Manso y Humilde de Corazón. Foto Diario Co Latino.

Iglesia Católica considera que la sociedad no debe acostumbrase a vivir como esclavos

@AlmaCoLatino

Desde tiempos inmemoriales las diferentes sociedades humanas conocen el fenómeno del sometimiento del hombre por parte del hombre, ampoule purchase sin embargo, viagra la Iglesia Católica considera que la sociedad no debe acostumbrase a vivir como esclavos, ya que el hombre es un ser relacional, destinado a desarrollarse en un contexto de relaciones interpersonales inspiradas por la justicia y la caridad, es esencial que se reconozca y respete su dignidad, libertad y autonomía del ser humano.

El sacerdote Simeón Leonidas Reyes, párroco de la iglesia Jesús Manso y Humilde de Corazón, conversó con Diario Co Latino, y dijo que antiguamente el derecho admitía que algunas personas podían o debían ser consideradas propiedad de otra persona, la cual podía disponer libremente de ellas; el esclavo podía ser vendido y comprado, cedido y adquirido como una mercancía.

Actualmente, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, considerado como un crimen de lesa humanidad, está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional y como norma inderogable.

Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas, entre niños, hombres y mujeres de todas las edades, privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud.

El padre Reyes explicó que existen tantos trabajadores, incluidos menores de edad, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los países donde la legislación laboral que no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.

Reyes señaló que otra forma de esclavitud moderna son las condiciones de vida de muchos emigrantes que en su dramático viaje sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente; así como en aquellos que una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas.

Otros rostros de la esclavitud moderna son las personas obligadas a ejercer la prostitución, los esclavos sexuales, las mujeres obligadas a casarse, aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las entregadas en sucesión a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento.

También lo son los niños y adultos que son víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o venta de drogas, o para formas encubiertas de adopción internacional.

Según el párroco, la raíz de la esclavitud se encuentra en una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto, ya que cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, éstos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos.

Entre los aspectos que contribuyen a la esclavitud contemporánea está en primer lugar a la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión, especialmente cuando se combinan con la falta de acceso a la educación o con una realidad caracterizada por las escasas, por no decir inexistentes, oportunidades de trabajo.

Con frecuencia, las víctimas de la trata y de la esclavitud son personas que han buscado una manera de salir de un estado de pobreza extrema, que a menudo creen en falsas promesas de trabajo, para caer después en manos de redes criminales que trafican con los seres humanos. Estas redes utilizan hábilmente las modernas tecnologías informáticas para embaucar a jóvenes y niños en todas las partes del mundo.

Entre las causas de la esclavitud hay que incluir también la corrupción de quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse. En efecto, la esclavitud y la trata de personas humanas requieren una complicidad que con mucha frecuencia pasa a través de la corrupción de los intermediarios, de algunos miembros de las fuerzas del orden o de otros agentes estatales, o de diferentes instituciones, civiles y militares.

Otras causas de la esclavitud son los conflictos armados, la violencia, el crimen y el terrorismo; muchas personas son secuestradas para ser vendidas o reclutadas como combatientes o explotadas sexualmente, mientras que otras se ven obligadas a emigrar, dejando tierra, hogar, propiedades, e incluso la familia.

Estas personas se ven empujadas a buscar una alternativa a esas terribles condiciones aun a costa de su propia dignidad y supervivencia, con el riesgo de entrar de ese modo en ese círculo vicioso que las convierte en víctimas de la miseria, la corrupción y sus consecuencias perniciosas.El Padre Reyes enfatizó que es necesario un compromiso común para derrotar la esclavitud, muchas congregaciones religiosas, especialmente femeninas, impulsan un trabajo desde hace muchos años en favor de las víctimas, estos Institutos trabajan en contextos difíciles, a veces dominados por la violencia, tratando de romper las cadenas invisibles que tienen encadenadas a las víctimas a sus traficantes y explotadores; cadenas cuyos eslabones están hechos de sutiles mecanismos psicológicos, que convierten a las víctimas en dependientes de sus verdugos, a través del chantaje y la amenaza, a ellos y a sus seres queridos, pero también a través de medios materiales, como la confiscación de documentos de identidad y la violencia física.

“La actividad de las congregaciones religiosas se estructura principalmente en torno a la asistencia a las víctimas, su rehabilitación bajo el aspecto psicológico y formativo, y su reinserción en la sociedad de destino o de origen. Este inmenso trabajo, que requiere coraje, paciencia y perseverancia, merece el aprecio de toda la Iglesia y de la sociedad. Pero, naturalmente, por sí solo no es suficiente para poner fin al flagelo de la explotación de la persona humana”, aseveró el religioso.

Sin embargo, se requiere de un triple compromiso a nivel institucional de prevención, protección de las víctimas y persecución judicial contra los responsables. Además, como las organizaciones criminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para derrotar a este fenómeno se necesita un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes sectores de la sociedad. Entre tanto, los Estados deben vigilar para que su legislación nacional en materia de migración, trabajo, adopciones, deslocalización de empresas y comercialización de los productos elaborados mediante la explotación del trabajo, respete la dignidad de la persona. Se necesitan leyes justas, centradas en la persona humana, que defiendan sus derechos fundamentales y los restablezcan cuando son pisoteados, rehabilitando a la víctima y garantizando su integridad, así como mecanismos de seguridad eficaces para controlar la aplicación correcta de estas normas, que no dejen espacio a la corrupción y la impunidad. Las organizaciones intergubernamentales están llamadas a implementar iniciativas coordinadas para luchar contra las redes transnacionales del crimen organizado que gestionan la trata de personas y el tráfico ilegal de emigrantes. Es necesaria una cooperación en diferentes niveles, que incluya a las instituciones nacionales e internacionales, así como a las organizaciones de la sociedad civil y del mundo empresarial.

Las empresas tienen el deber de garantizar a sus empleados condiciones de trabajo dignas y salarios adecuados, pero también han de vigilar para que no se produzcan en las cadenas de distribución formas de servidumbre o trata de personas. A la responsabilidad social de la empresa hay que unir la responsabilidad social del consumidor. Pues cada persona debe ser consciente de que «comprar es siempre un acto moral, además de económico».

Las organizaciones de la sociedad civil, por su parte, tienen la tarea de sensibilizar y estimular las conciencias acerca de las medidas necesarias para combatir y erradicar la cultura de la esclavitud.

A criterio del Padre Reyes es importante que cada uno, según su puesto y responsabilidades, haga gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento o esclavitud moderna.

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