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Las actividades religiosas en honor al “Divino Salvador del Mundo” es una fiesta a nivel nacional, donde los feligreses católicos piden por la paz en todo el mundo, pero en especial por El Salvador.
Las fiestas titulares al santo patrono de la República comenzaron el pasado 28 de julio con la novena al Divino Salvador, que por nueve días se reflexiona sobre la misericordia de Dios, manifestada en Jesucristo a toda la humanidad.
Para este año el arreglo del Divino Salvador trae un mensaje eclesial con el lema “Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”. Para la iglesia católica siempre es necesario contemplar el misterio de misericordia, es fuente de alegría, serenidad y paz. La misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad.
Los miembros de la Cofradía del Divino Salvador del Mundo trabajan en los últimos detalles del arreglo en el anda que irá el santo patrono, y que será cargada en hombros por más de 40 personas.
Asimismo, en las afueras de Catedral se prepara el monumento donde se representará el próximo 5 de agosto la transfiguración de Jesús, en cada uno de los lados de la estructura tendrá la figura de la parábola de la misericordia. En cada torre de la fachada del templo colgarán dos banners con el lema de las fiestas.
El 5 de agosto, a las 6.30 a.m. está programada la santa misa, posteriormente se tendrá la despedida del Divino Salvador que visitará la iglesia El Calvario, donde será venerada por los feligreses. A las 10.30 de la mañana la imagen del patrono de la República saldrá de la iglesia El Calvario hacia la Basílica del Sagrado Corazón.
A las 3.00 P.M será el solemne rezo de vísperas en la Basílica del Sagrado Corazón y posteriormente la procesión donde el Salvador del Mundo recorrerá las principales calles del centro capitalino hasta llegar a Catedral Metropolitana, lugar en el que se haga la representación de la Transfiguración.
Según la programación, el 6 de agosto, a las 9 de la mañana, será la misa en honor al Divino Salvador del Mundo, patrono de la República, presidida por Monseñor José Luis Escobar Alas, concelebrada por los obispos de la Conferencia Episcopal del país, sacerdotes de la arquidiócesis y sacerdotes visitantes.
La celebración de las fiestas agostinas en San Salvador no es solo un acontecimiento de carácter popular, se centra en el calendario litúrgico de la Iglesia católica, ya que el 6 de agosto es, según ese calendario, la celebración de la Transfiguración de Jesucristo, acontecimiento que ocurrió en el Monte Tabor, en Palestina.
La celebración se fundamenta en el relato bíblico que dice, “Llegando Jesús al pie del Monte Tabor, el Señor escogió a tres de sus discípulos, Pedro, Santiago y San Juan”, para que le acompañaran y fueran testigos de uno de los momentos más gloriosos en su vida como humano. Al llegar a la cúspide del Monte Tabor, Él, se transfiguró de hombre a Dios; “sus vestiduras se volvieron radiantes como la luz y más blancas que la nieve, y una voz en lo alto dijo: Este es mi hijo amado, en quien tengo todas mis complacencias, a Él escuchad”.
Al remontarse a la historia nacional, el fundarse la Provincia de San Salvador, el Rey de España, como era su costumbre, obsequiaba la “Imagen Patronal” y, en este caso, en la Catedral Metropolitana, aún se conserva la imagen obsequiada por el Emperador Carlos V de Alemania y I de España, en 1546.
La celebración se inicia, en lo que hoy es el país, desde los primeros años de la colonia, y posiblemente en sus inicios, como un acto de acción de gracias en el lugar conocido históricamente como Ciudad Vieja, muy cerca de La Bermuda.
Algunos referentes históricos apuntan a que durante la Colonia, la festividad se celebraba con un desfile de carácter cívico-religioso. Por el hecho de que en los primeros años no se disponía de una imagen patronal, se utilizó un banderín real que simbolizaba al Rey.
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