Redacción Nacionales
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Debido a la pandemia del COVID-19 por segundo año consecutivo no fue posible llevar a cabo la peregrinación a Ciudad Barrios, San Miguel, la cuna del profeta Monseñor Romero, sin embargo, la Conferencia Episcopal de El Salvador celebró una misa en acción de gracias por los 104 años de su natalicio, donde se hizo un llamado a vivir los valores por los que luchó el mártir.
El arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas pidió a que el país pueda enrumbarse por un sendero de bien común, progreso, libertad, justicia, verdad, caridad y vivir en una auténtica democracia; que los valores por los cuales Monseñor Romero luchó tanto se hagan vida en El Salvador.
“La sangre del mártir San Oscar Arnulfo Romero, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad, convierta la fragilidad en fortaleza y robustezca al hombre débil y sea testigo de Dios, vivamos siempre el amor a monseñor Romero dándole gracias que está siempre con nosotros, intercediendo por todos”, sostuvo Escobar Alas.
Asimismo, exhortó a pedir la intercesión de San Romero ante Dios puesto que goza de su presencia, para el fin de la pandemia del Coronavirus y poder vivir libres de esta enfermedad que tanto sufrimiento y luto ha causado a tantas familias.
Según el religioso, aunque este año no se pudo hacer de forma presencial la caminata a Ciudad Barrios, que siempre ha sido encabezada por el cardenal Gregorio Rosa Chávez, posiblemente se haga virtualmente en otra fecha.
Mientras tanto, Rosa Chávez, señaló que la vida es una misión, aunque muchas situaciones enturbian la mirada, apagan el corazón, las ilusiones y los ideales, siempre se debe buscar la respuesta en Dios y si él hace un llamado de una manera radical, hay que decirle si, tal como hizo Monseñor Romero, cuya visión fue llevar al pueblo a la presencia de Dios, aunque esto y el mensaje de sus homilías le valió el quedarse solo y sin amigos, sin embargo, encontró gente fiel y con ellos caminó hasta el final.
“Necesitamos profetas y mártires a la luz de Monseñor Romero que tomen en serio su vocación bautismal, que sigan caminando a pesar de que el camino es largo y desértico, pero Dios nos alimenta con su palabra y eucaristía.
Estamos aquí porque buscamos a Dios en su palabra y eucaristía, que es el pan de la esperanza, reconciliación y paz, buscamos esperanzas para seguir adelante a pesar de las dificultades”, enfatizó el cardenal.
A la vez, desde la cuna del profeta se unió al clamor por el cese de la pandemia y recordó la oración del Papa Francisco, quien dijo que como en Caná de Galilea pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba, Jesús ha tomado sobre sí los sufrimientos y ha cargado el dolor, para conducirnos a través de la cruz a la alegría de la resurrección.
Monseñor Romero nació en Ciudad Barrios, San Miguel, el 15 de agosto de 1917; fue el segundo de ocho hermanos. Su padre se llamaba Santos Romero y su madre, Guadalupe de Jesús Galdámez, era una familia humilde y modesta.
Su vocación sacerdotal se puso de manifiesto desde que era un niño, según testimonios de quienes lo conocieron, antes de empezar con sus actividades cotidianas entraba a la iglesia a encomendarse a Dios y a pedirle por su familia
A pesar de la claridad de sus predicaciones, Monseñor Romero, al igual que Jesús, fue calumniado, le acusaron de revolucionario marxista, de incitar a la violencia y de ser el causante de todos los males de El Salvador, pero de sus labios nunca salió una palabra de rencor y violencia, su mensaje fue claro, no se cansó de llamar a la conversión y al diálogo para solucionar los problemas del país.
Sin embargo, de las calumnias pasaron a las amenazas a muerte, hasta que el 24 de marzo de 1980 fue asesinado mientras celebraba una misa en la capilla del hospital de la Divina Provincia.
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