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Alma Vilches
@AlmaCoLatino
A pocos días de celebrar el nacimiento de Jesús, el sacerdote Guillermo Palacios dijo durante la eucaristía dominical celebrada en la Cripta de Catedral Metropolitana, que se debe mantener la alegría cristiana la cual es diferente a la del mundo, porque no es pasajera ni se esfuma, sino está fundamentada en Jesucristo, quien anuncia la esperanza de una vida eterna.
“El Señor nos presenta muchas alegrías en el evangelio, sabiendo que también hay tristezas pero éstas son recompensadas con la alegría de la resurrección eterna, por eso nuestra alegría debe fundamentarse en el Señor y no en personas, cosas vanas o pasajeras, la salvación traída por Jesucristo está cada vez más cerca de nosotros, en la fuerza de él se puede vencer toda tentación y dificultad”, afirmó.
Palacios sostuvo que la palabra de Dios invita a estar abierto y ayudar a los demás, porque después de satisfacer las necesidades propias es obligación saciar las del prójimo quien también sufre y padece; este llamado se extiende a ser buenos administradores a fin que los bienes alcancen para todos, pero no se reduce a cosas materiales, sino también a saber administrar el tiempo y atención hacia los demás.
“Cuando anunciamos a Jesucristo no nos anunciamos a nosotros mismos ni a nadie más, sino al Señor y la buena noticia de la salvación que nos trae, cuando vayamos anunciando el Evangelio no te anuncias a ti mismo ni a nadie más, debemos ser como San Pablo que a pesar de las dificultades de la vida está feliz, anunciando la palabra de Dios e invitando a los demás a permanecer con esa alegría”, sostuvo el religioso.
Al momento de la procesión de ofrendas se presentó la corona de adviento con tres velas encendidas, simbolizando que la luz hecha hombre es quien llega a iluminar con el mensaje profundo de amor y liberación para la humanidad, siguiendo el llamado de Monseñor Romero, a dejarse embargar por la alegría de la próxima llegada del Mesías.
Asimismo, se presentó un afiche alusivo a la masacre El Mozote, que dejó más de 1000 víctimas civiles en su mayoría niños y niñas, simbolizando la exigencia de justicia y la no repetición de esos crímenes que aún están incrustados en el doloroso recuerdo y en el corazón de sus familias y del pueblo.
