Alma Vilches
@AlmaCoLatino
En el primer domingo de Cuaresma, el sacerdote Guillermo Palacios dijo durante la eucaristía celebrada en la Cripta de Catedral Metropolitana, que la iglesia invita al ayuno, pero este no solo consiste en abstenerse de tomar algún alimento, sino de solidarizarse con las necesidades de los más pobres y desprotegidos.
El ayuno es una de las prácticas cuaresmales que significa renunciar a la comida, es una forma de penitencia con el objetivo de la reconversión espiritual y alejarse del consumismo. Cuando se ayuna la persona puede ingerir una comida completa, así como dos comidas más pequeñas que juntas no equivalgan a una comida fuerte “De qué sirve dejar de comer carne si sigues comiéndote a tu hermano, pero privarnos en esas pequeñas cosas que muchas veces nos gustan, hacemos fuerza a nosotros mismos para evitar cosas mayores, si se empieza por mortificar el mismo cuerpo y evitar comer un plato con carne, luego es más fácil tener fuerza para dejar de murmurar y criticar al prójimo”, recalcó el religioso.
Agregó que el demonio es el causante de todos los males, siempre se presenta la más mínima tentación y muchas veces se sucumbe al pecado, al querer hacer el bien, no lograrlo, y terminar actuando mal, pero el Señor es el auxilio y Dios no deja de ser fiel a la promesa e invita a confiar en su palabra y la alianza que hace con cada uno, pues libra a su pueblo de la esclavitud del pecado.
“Muchas veces se cae en la idolatría del dinero y la fama, o en cualquier otra cosa que no sea Dios, pero se debe recordar que a cada tentación Jesús responde con la sagrada escritura y nos invita a que en su palabra se encuentren las fuerzas, para no dudar del Señor y su providencia para con cada uno”, aseguró Palacios.
En la procesión de ofrendas se presentó un cuadro de Monseñor Romero simbolizando que alcanzó la santidad y salvación, porque creyó y difundió el Evangelio, su fe en Dios fue profunda y nunca se sintió defraudado por el Señor.
Durante su tiempo como arzobispo, Monseñor Romero expresó que la verdadera liberación del pueblo es enseñarles a los hombres que existe una lucha entre los poderes fáciles de la tierra, desde los cuales se atropella tanto la dignidad de la persona, los derechos humanos y van estableciendo sistemas políticos adormeciendo las conciencias de los poderosos.
“¡Ay de los poderosos cuando no tiene en cuenta el poder de Dios el único poderoso! cuando se trata de torturar, matar, masacrar para que se subyuguen los hombres al poder, qué tremenda idolatría, la que se está ofreciendo al dios poder, al dios dinero, tantas víctimas, tanta sangre que Dios, el verdadero Dios, el autor de la vida de los hombres, se lo va a cobrar muy caro a esos idólatras del poder”, manifestó el obispo mártir.