Alma Vilches
@AlmaCoLatino
Durante la homilía, en la misa de la Cripta de Catedral Metropolitana, el sacerdote Andrés Avelino Berdúo, exhortó a poner la mirada en Jesús, el mártir por excelencia y en quienes han blanqueado sus vidas con la sangre del cordero, tal como Monseñor Romero, que fue odiado, pero amado por su pueblo sufriente y desprotegido.
“El ideal es Jesús a través de Monseñor Romero, ser constantes en el servicio y no solo de domingo, trabajar con libertad y entusiasmo por el Reino de Dios y la salvación de las almas. Unamos esfuerzos por crear un mundo más humano y fraterno, estamos llamados a la salvación y esforzarse por entrar en la puesta angosta”, enfatizó.
El religioso dijo que Monseñor Romero trató de pasar por este mundo santificando su vida, y atrayendo a los demás, invitando a la conversión sin ninguna distinción, porque para el mundo de hoy los pobres son desechados.
“Jesús nos sigue llamando a trabajar por su reino con libertad, el camino angosto cuesta, al mismo Jesús le costó; a Monseñor Romero muchos no lo consideraron seguidor del Reino de Dios y otros tantos no lo quisieron. Aprendamos a ser humildes, hacer buen uso de la libertad, ser una persona responsable, convincente y actuar según el plan de Dios”, aseguró Berdúo.
Asimismo, expresó que el seguimiento de Jesús tiene sus exigencias, significa incomprensión, sacrificios y luchas, la meta siempre es el Señor, como lo fue para el obispo mártir, San Romero, ya que Cristo ofrece felicidad y vida eterna.
Al momento de la procesión de ofrendas se presentó una vela encendida, pidiendo a Dios que ilumine a quienes gobiernan, para que lo hagan con respeto, justicia y equidad, a fin de habitar en un mundo donde todas las naciones vivan unidad, en paz y fraternidad.
Asimismo, se presentó la frase “No desprecies la corrección”, en alusión a la petición de Monseñor Romero, que insistió en no rechazar ni enfadarse por la represión del Señor, en aras de la conversión del hombre.
También presentaron al altar una canasta de víveres, simbolizando que esta comunidad cumple con el deber de compartir solidariamente los frutos de su trabajo, con los hermanos mayormente desprotegidos.