Alma Vilches
@AlmaCoLatino
El arzobispo de San Salvador, Monseñor José Luis Escobar Alas, fue el encargado de la invocación espiritual en la toma de posesión del presidente Nayib Bukele, donde recordó a las personas que han dado su vida por el pueblo, entre ellos Monseñor Romero, el primer santo salvadoreño que se convirtió en un fiel defensor de los derechos de las personas más necesitadas.
“Merece especial mención aquellos que han dado hasta su vida por la obtención de esos tan importantes valores para este pueblo, encabezan la lista Monseñor Romero y los demás mártires quienes murieron por amor a sus hermanos”, afirmó el religioso.
Asimismo, dijo que este pueblo desde sus inicios en 1524 hasta la fecha actual, ha sufrido tanta injusticia social y violencia; lo que bien puede llamarse un verdadero etnocidio. En los primeros 300 años de la historia hubo esclavitud, la cual fue abolida luego de la independencia, pero los pobres sufrieron el despojo de sus tierras, ejidales, las únicas que tenían para vivir, son múltiples las formas de injusticia social que se ha sufrido siempre.
“Los últimos 40 años prácticamente hemos vivido una continua situación de conflicto con distintas formas de violencia, pero siempre en un ambiente violento, pero a la vez este pueblo es verdaderamente noble, nunca pierde la fe, mantiene la esperanza y no se doblega ante el mal y cada vez multiplica más sus actos heroicos, su generosidad, laboriosidad y solidaridad”, externó Monseñor Escobar Alas.
El arzobispo de San Salvador, pidió porque al inicio del mandato del presidente Nayib Bukele, le conceda a él y a su gabinete la sabiduría para tomar las mejores decisiones en beneficio del pueblo y trabaje por las personas más necesitadas, a fin de superar el flagelo de la violencia que literalmente está aniquilando poco a poco, superando sus causas, la gran iniquidad existente, la exclusión e impunidad.
A la vez, abogó por un Gobierno realmente preocupado por los pobres y las víctimas, que defienda el derecho de todos a la salud, al agua y a la alimentación, educación, al salario y jubilación justa y digna, concédenos poder vivir y progresar en el país sin migración forzada, con estudio para los niños y jóvenes, así como trabajo digno para los adultos.