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Jaime Velázquez
Tito Alvarado, uno de los fundadores de Proyecto Cultural SUR, ha propuesto que enviemos, al alba del 31 de mayo, un poema a los amigos y familiares, sea o no de nuestra autoría, como punto final del mes dedicado a la poesía llamado Palabra en el Mundo. El poema irá acompañado de un breve Manifiesto por la vida, escrito por Tito Alvarado, que en una de sus partes dice: “Seguimos, afirmados en razones, imaginando la vida de otra manera. En ese futuro cercano sí hay cambio, habrá poesía y con ella el florecimiento de las mejores capacidades humanas. Que el futuro sea el soñado, depende de cada uno de nuestros actos presentes. Para ello estamos al Alba.” Y sí, a diario confirmamos que la poesía, la pintura, la música, son parte de una fiesta de la alegría aceptada por todos, menos los que solo conciben juntar dinero, como cajeros de un banco que nunca se sacia. Decíamos, en el artículo publicado la semana pasada, que la humanidad tiene en sí una parte positiva que se enfrenta a su parte negativa con ayuda de los padres, de los maestros, aun de los amigos. El individualismo, que enaltece el triunfo de los mejores, esconde que no hay lugar para todos. No puede haber dos capitanes de equipo, ni dos ganadores de una única medalla de oro en una competencia, por lo que son eliminados los que no alcanzan la marca más alta. Así, la sociedad parece una hilera de escritorios donde hay gente adelante, los que ganan, y gente atrás que ya perdieron. Es difícil creer que hay otras formas de organización social, porque si agregamos un dato, el dinero, estamos aceptando como inevitable un destino, como heredar o no riqueza. A algunas personas se les llama desheredados, y sus hijos también lo son. La cuestión es saber si hay forma de dejar de ser un “perdedor”, palabra usual en Estados Unidos. Las figuras que son herederos son puestas como ejemplo de esfuerzo, de constancia, y nos callamos otra vez el destino de los demás. Hay algo de cierto en el triunfo de algunos, pero siempre ese sistema termina en punta, es una pirámide. Hay que imaginar que el futuro será distinto. Cuando se establecen precios se ocultan los costos. Es posible volver a empezar, pero los economistas nos dicen que no, que la inflación es inevitable. Cuando una fábrica obtiene una ganancia por la venta de sus productos se propone crecer y crecer, compra otras fábricas, ya sabemos. La riqueza se acumula en los dueños y los demás seguirán siendo empleados, por muy bien que le vaya a la empresa. Nadie corre el riesgo de bajar los precios excepto si disminuyen los compradores. En fin. De esta manera, u otras más exactas, nos vamos convenciendo que la vida, que el futuro, será igual que el de nuestros abuelos, y le damos entrada a las novedades tecnológicas. Apenas nos alcanzaba nuestro ingreso y sin embargo ahora pagamos llamadas por teléfonos celulares. Antes pensábamos al caminar y ahora compartimos nuestro día con quien responde nuestra llamada. Antes no fumábamos y vemos que también alcanza para comprar cigarros. Pasamos años y más años en la escuela y estamos sin entender cómo funciona esta máquina de dinero que alcanza para hacer puentes y poner luz en todas las calles. Pensemos en los años en que inventaron los departamentos en condominio. La gente vivía pagando renta y nunca se volvería dueño. Entonces construyeron edificios. Los bancos sacaron su dinero. La gente pensaba que comprar un condominio era comprar aire. El tiempo pasó y ahora hay gente que puede alquilar un condominio a un propietario que vive en otro condominio. Al mismo tiempo la ciudad va creciendo y nadie quiere vivir lejos de lo que considera su centro vital, cerca de sus padres, de sus hijos. Recorre largas distancias por vías rápidas, con automóviles veloces, para ir al trabajo, de compras, de visita con sus familiares. Creo que no es fácil entender esta época que nos tocó vivir. ¿Cómo será el futuro?
Pc-sur Veracruz México
