Iosu Perales
La Comunidad Autónoma del País Vasco tiene 7.234 kilómetros cuadrados y 2.200.000 habitantes. Es por consiguiente un pequeño territorio, sovaldi cuyas instituciones y sobre todo la propia sociedad pusieron en marcha en 1975 una corporación sin ánimo de lucro que trabaja para gestionar oportunidades laborables estables y convenientemente adaptadas a personas con discapacidad. Actualmente 5.000 personas que tienen la condición de discapacidad certificada trabajan en 26 empresas.
Cuando se dieron los primeros pasos hubo quienes tacharon de imposible semejante iniciativa. No había experiencia previa y la propuesta era compleja. Pero los fundadores del Grupo Gureak (“Los nuestros” en castellano) respondieron diciendo: “Imposible es sólo una opinión” y se lanzaron a trabajar por la integración social de personas discapacitadas, sobre todo intelectualmente, con un afán infinito de hacer justicia social. Y lo han conseguido.
Precisamente, un día de éstos, un viejo conocido me abordó en un bus urbano en la ciudad de San Sebastián y a los pocos minutos me interrogó: “¿Has pensado si tus amigos de El Salvador estarían interesados en conocer nuestra experiencia?” Por supuesto él trabaja en Gureak como promotor. Cuando nos despedimos quedé pensativo. Me vino a la mente la cantidad de discapacitados que hay en el país, a los que se suman lisiados de guerra con dificultades de inserción laboral. Esta es la razón por la que escribo este artículo.
En el proyecto Gureak se implicaron en la primera hora familiares, instituciones de diferente nivel y un grupo de empresarios con sensibilidad social. Hoy mujeres y hombres con discapacidad superior al 33% montan circuitos eléctricos, hacen ensamblajes de electrodomésticos, manipulan alimentos, fabrican piezas de automoción y para energías renovables, trabajan en gasolineras, en mantenimiento de jardines, realizan servicios de catering, de limpieza y lavandería, llevan a cabo servicios asistenciales y de restauración. Convenientemente adiestrados, miles de discapacitados laboran con un alto grado de calidad y viven una vida digna. Ellas y ellos dignifican a una sociedad que ha sabido estar a la altura ética necesaria.
El Grupo Gureak creó ya en sus comienzos un servicio de formación, orientación, colocación e intermediación, y asesoramiento al empleo de personas con discapacidad. La selección de los participantes se lleva a cabo por los técnicos de orientación laboral de Gureak en relación estrecha con los servicios sociales de los diferentes Ayuntamientos de las localidades donde se van a ubicar los proyectos. Cuando una persona discapacitada se dirige a Gureak en demanda de empleo, lo primero que se realiza es una evaluación del perfil personal y de potencialidad profesional. Lo siguiente es elaborar el plan personal de inserción laboral que conlleva una ruta: a) formación previa al acceso al puesto de trabajo; b) apoyo en la búsqueda de oportunidades de empleo adecuadas; c) una vez logrado el puesto de trabajo, se da un apoyo intensivo en el puesto de trabajo y posterior seguimiento para el mantenimiento estable del mismo.
El Buen Vivir debe ser para todas y todos los salvadoreños. Pero esta frase puede ser retórica si no se tiene especial sensibilidad con personas que por su discapacidad están fuera del mercado laboral. La altura de miras de una sociedad se mide por su grandeza para atender y hacer justicia a los sectores más vulnerables. Se debe aspirar a que la totalidad de estas personas encuentren una vía para el desarrollo pleno de sus capacidades e intereses, y una participación activa en la vida social y económica, a través de una alternativa laboral adecuada a sus capacidades.
Para que sea factible la inserción laboral de personas discapacitadas es fundamental que grupos empresariales colaboren activamente. Y en lo primero que pienso, tratándose de El Salvador, es en el grupo ALBA que ya desarrolla una destacable responsabilidad social empresarial. Me atrevo a animar a que directivos salvadoreños de ALBA visiten Gureak en el País Vasco. Estoy seguro que se sorprenderán, se emocionaran y quedaran contagiados de la pasión que pone la asociación vasca para dar respuesta a las necesidades de personas discapacitadas.