Red para un Constitucionalismo Democrático
El 31 de marzo pasado murió materialmente en Bogotá a los 77 años de edad, sick el Presidente a nivel internacional de la Red para un Constitucionalismo Democrático, el eminente jurista Carlos Gaviria Díaz.
Su pasión fue el Derecho Constitucional, aunque se incorporó a la vida política siendo candidato a la presidencia de la República por el Polo Democrático Alternativo, ocupando el segundo lugar en la votación debajo de Álvaro Uribe pero por encima del candidato del Partido Liberal Horacio Serpa, mostrando que era posible una tercera fuerza en Colombia. Se le preguntó que como hablaría en la campaña, si como profesor o como político. El respondió que era un mal actor, renuente al histrionismo, y que el grito no era el vehículo de las ideas. Por eso con razón alguien dijo: “nunca tuvo que alzar la voz para hacerse oír, querer y respetar”
Gaviria fue un gran señor, no solo en lo físico, sino en lo principal, en lo espiritual e intelectual. Era un gusto escucharlo hablar en la conferencia como en la charla de amigos. Mostraba su alta cultura, su amistad y buen humor. Bien trataba de los antiguos juristas romanos, como de Rosuseau o Bobbio, de los filósofos, de los grandes autores de la literatura, de la música de Schubert y Bach como de los boleros de Lara. La anécdota oportuna ilustraba sus frases.
“Más que alabarlo debemos imitarlo” se dijo en la oración fúnebre en el homenaje que se le rindió en el Congreso Colombiano. Y es que Gaviria lucho por un trato equitativo a las minorías y lo dejo plasmado en las sentencias cuando fue Presidente del Tribunal Constitucional, fortaleciendo su prestigio. En una artículo sobre el Nuevo Constitucionalismo en América Latina escribió: “los textos legales se elaboran con la secreta esperanza que se queden en el papel. Eso ha ocurrido con los derechos económicos sociales y culturales” y explicaba en una conferencia, que el gobierno de Álvaro Uribe sostenía que esos derechos eran simples metas para alcanzarse en algún momento pero sin plazo, a lo que Gaviria replicaba “entonces se había dictado un texto ejemplar con el ánimo que no se cumpla”; pero que muchas de las sentencias que redactó y apoyo en el Tribunal Constitucional estaban relacionadas con los derechos individuales, por una sociedad más igualitaria, menos inequitativa y discriminadora, con avances jurisprudenciales para los pueblos indígenas, de las negritudes (sic), derechos a la salud, la llamada ley de cuotas para asignarle a la mujer una tercera parte de los cargos de alta responsabilidad política.
Se le cuestiono porque pese a su compromiso con las libertades individuales militaba en un partido de izquierda, contestando: “porque tengo un compromiso claro que no es posible que una persona se afirme como sujeto de derecho, si tiene limitaciones materiales que anulan el ejercicio de su autonomía. Si no se satisfacen ciertas necesidades, las libertades o derechos de la primera generación carecen de sentido. En eso consistía la crítica de Marx a las libertades burguesas. El Manifiesto Comunista es una obra que vale la pena releer, porque hay anotaciones que ahora ya no corresponden a una perspectiva marxista sino al sentido común”
En Julio de este año, en un encuentro constitucional en Quito dijo: “el gran enemigo de la libertad de expresión no es el gobierno, sino el mercado, los dueños de los medios, ellos saben que cosas informan y que no”. A lo cual el siguiente ponente Francisco Zuniga de Chile expresó que en el lenguaje de Ferrajoli son los denominados “poderes salvajes”.
Réquiem para un ser excepcional –Carlos Gaviria Díaz- que predico y aplico la ética en la cátedra, en la magistratura y en la política.