Por Mauricio Vallejo Márquez
En 2001 gracias a una clase de Ricardo Rivera Salas me di cuenta que la historia podía ser más reveladora e interesante de lo que nos han enseñado. Me di cuenta gracias a los libros de Ernesto Cardenal S. J. que Centroamerica contaba con Chiapas antes y que la geografía ha sufrido cruentos cambios gracias a la política y a los intereses de naciones o de empresarios. Un encuentro genuino con la poca verdad y la develación de mentiras que uno va enfrentando conforme indaga más en lo que genuinamente pasó me embarcó en otro sentido de búsqueda por el conocimiento. Y es ahí donde nos enfrentamos a las perspectivas y visiones que existen de la historia, por lo que creemos verdad y puede ser sólo un espejismo, así como la Cábala afirma de la vida: todo es una ilusión.
Existen varios puntos de vista para la realidad e incluso para percibir dicha realidad y para explicar eso están los tratados filosóficos y religiosos que extenderían ésta limitada columna. No podemos dejarnos llevar por la apariencia, debemos de escarbar más profundo para darnos cuenta de lo que es verdadero (o de lo que consideramos verdadero).
Leía en diferentes tratados que es importante conocerse a sí mismo (Nosce te ipsom), algo que prima en Sócrates y esa tradición. Incluso acá podemos enfrentarnos a situaciones que pueden ser verdaderas o falsas. Podemos tener un juicio errado de nosotros mismos y alimentar sesgos que nos compromete con la autodestrucción o el estancamiento. Tristemente somos nuestros peores enemigos, los arquitectos y edificadores de nuestro destino a pesar de la ubicuidad. Nosotros podemos darnos la espalda a lo que de verdad queremos o sentimos por un juicio o por miedo a enfrentarnos a lo que de verdad queremos o necesitamos por la simple razón de no tener el coraje suficiente para pensar, hablar o hacer.
Le cerramos la puerta al amor y al deseo por temor al rechazo. De igual forma abandonamos nuestro sueños con las excusas terribles de no puedo porque me falta esto y lo otro, sin tomar en cuenta que la vida está llena de retos para construirnos y basta con dar el primer paso, como Israel frente al Jordán.
Y ahí radica la verdad. ¿Somos independientes? Como nación o como individuos. Nuestra nación dice ser independiente desde 1821, aunque El Salvador en verdad siempre se ha visto limitado por otra nación o por otros poderes. Sin embargo, es complicado vernos ajenos a esta realidad. Sobre todo porque existen tantas perspectivas sobre el tema. Lo más importante es saber si tenemos independencia como individuos, ¿Acaso tenemos libertad de pensamiento? ¿Somos genuinamente libres? La independencia de un individuo no radica solo en tener estabilidad financiera, vivir por sí mismos, no necesitar de otro para alimentarse, vestirse o vivir. Porque nunca somos plenamente independientes. De alguna forma necesitamos de alguien, somos seres simbióticos.
Quizá al final sólo somos libres solo cuando soñamos, y aún ahí en ese onírico instante queda la duda si de verdad somos independientes.
Mtro. Mauricio Vallejo Márquez
Licenciado en Ciencias Jurídicas
Maestro en Docencia Universitaria
Escritor y editor
Coordinador Suplemento Cultural 3000