Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
“Sí, es cierto, son 16 millones de quintales de azúcar que se exportan y genera divisas por el orden de los 150 millones de dólares, pero esto no se refleja en las comunidades que viven del trabajo del cultivo de la caña de azúcar, siempre empobrecidos y enfermos por el impacto de agrotóxicos, entre ellos el glifosato”, explicó José Acosta, director ejecutivo de Voces en la Frontera.
Se realizó la presentación del documento de investigación “Dinámica de la Producción de Azúcar en El Salvador”, por Voces en la Frontera. Esta es una organización con su sede en los Estados Unidos, que trabaja desde hace treinta años en El Salvador, atendiendo las necesidades de comunidades de la zona norte del departamento de Morazán y en la región del Bajo Lempa, Bahía de Jiquilisco, Península San Juan del Gozo, Usulután.
Acosta explicó que como organización el tema preocupante es el cultivo de la caña de azúcar, que se ha ido extendiendo en la zona costera del territorio nacional e impacta directamente al medio ambiente, ecosistemas y la salud de la población que reside en esas áreas.
“Hay informes anteriores del Ministerio de Salud que relaciona directamente el uso de agroquímicos con la Enfermedad Renal. Casi una quinta parte de los trabajadores de la caña de azúcar padecían de la Enfermedad Renal Crónica, padecimiento que causa ocho muertes cada día. Y hay datos que entre el 2011 al 2015 murieron 3,662 personas, y cuando revisamos estadísticas, nos damos cuenta que esas personas vivían en zonas de cultivo de caña de azúcar”, afirmó.
Datos presentados por Voces de la Frontera dan cuenta que entre los impactos al medio ambiente, por el cultivo de la caña de azúcar, es el despojo de cualquier cubierta protectora del suelo, lo que provoca a corto plazo convertirlos en capas áridas; así también el 97 % del área total cultivada es quemada para la cosecha, pese a estar prohibida en la Ley de Medio Ambiente.
“Los cultivadores de caña alegan que hay generación de empleo, pero esa población es vulnerable, enferma. El Gobierno anterior reconoció este problema de salud, se generaron leyes para la biodiversidad y marcos legales, pero no hubo resultados. Y con el nuevo gobierno creemos que será menos el trabajo en este tema, porque impulsa un modelo neoliberal y ultraconservador con respecto a la inversión. Y recordemos que los dueños de la industria cañera no solo tienen poder económico, también tienen poder político”, resumió.
Sobre el recurso hídrico, explicó que es afectada por la contaminación de pesticidas y madurantes como el glifosato, que esta prohibido su uso en diecisiete países. Así como su uso indiscriminado de afluentes, pozos, ríos o manantiales de agua que, según datos de ambientalistas, El Salvador vive ya el “estrés hídrico”.
“Para cambiar estas prácticas y regular el cultivo de la caña de azúcar se debe generar un debate desde la sociedad civil, que incluya a centros académicos de nivel superior, la iglesia y otros actores, para que las comunidades afectadas por esta industria puedan levantar un movimiento social y discusión nacional sobre esta temática y pensar ya en una ley de regulación de este cultivo, porque estamos frente a un problema grave y es responsabilidad de las instituciones estatales comenzar a analizar este tema y abordarlo de manera integral”, sugirió.
No obstante, afirmó que esto no sería una “tarea fácil”, ya que el cultivo de la caña de azúcar es el más grande en términos de producción, que tiene muchos importadores como China, Estados Unidos y Reino Unido, entre otras naciones.
“Creemos que este Gobierno es neoliberal y creo que mucho más conservador, y no tenemos esperanzas que desde las instituciones de gobierno se trate esta problemática; entonces la esperanza es la gente y el camino es la organización social, la generación de conciencia en la sociedad civil y todos los actores sociales, para generar un debate público que obligue al Estado a buscar soluciones. Porque las conquistas sociales no son concesiones de un Gobierno, son producto de una lucha social”, puntualizó.
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