Walter Monge-Cruz*
Washington DC
La democracia declara que todos somos iguales ante la ley y que el libre sufragio para elegir nuestros líderes es inalienable. El partido republicano con un voto histórico que perdurara en la infamia, ha declarado que el presidente está por encima de la ley, y puede abusar de su poder para alienar y corromper las próximas elecciones, así reelegirse de manera fraudulenta. Mitch McConnell y sus secuaces en el senado se han hecho cómplices históricos de esta corrupción electoral, aceptando como apropiada la influencia de un país extranjero en la decisión electoral de este país. Este hecho traiciona el modelo democrático que Estados Unidos le ha vendido al resto del mundo desde la declaración de independencia.
La democracia en Estados Unidos ha sufrido el ataque del presidente desde el primer día de su gestión desde la Oficina Oval, ahora la mayoría del senado se ha aunado a ese ataque. El partido republicano ha sido secuestrado por una fuerza ideológica anti democrática que con el infame voto que interpuso para absolverlo, enaltece y aplaude, sin algún recato, sus soeces acciones ilegales y corruptas. Lo cual es anti estadounidense, es un retrato del partido Bolchevique, es la corrupta plataforma política que Vladimir Putin instigó para implementar en el electorado estadounidense con poca educación y blanco, al momento que interfirió en las elecciones pasadas para favorecer la elección de Donald Trump y que con éxito ha infligido en la democracia estadounidense con la ayuda del ahora disipado partido de Lincoln.
Se traiciona a la democracia, cuando el líder del Senado Mitch McConnell por amistad, deuda o miedo a ser atacado por el presidente y perder su privilegiada posición de poder, públicamente manifiesta antes del juicio político, que no será un jurado imparcial como la constitución le demanda y aun firmando un documento en el que jura serlo, conspira junto a cincuenta otros senadores para evitar la declaración de testigos y documentos que incriminan al presidente, porque su determinación y la de sus cómplices por absolverlo de cualquier manera es mayor a su juramento a la constitución y a Dios.
El partido republicano ha votado irrefutablemente su complicidad para obstruir la justicia e instaurar a la corrupción como norma permanente en la Casa Blanca, para instaurar -si Trump es reelegido- un nuevo sistema político que se asemeja a una monarquía y dictadura. Basta con observar la primera reacción del presidente al haber sido absuelto de su corrupción, publicar en twitter un video en el cual con toda sinceridad expresa su máxima ambición política y próxima abnegada meta: Intentar extender su periodo presidencial por más tiempo de lo que la ley determina. Además, mostró su verdadero carácter de dictador o monarca al iniciar su revancha destituyendo a dos miembros de su gobierno que atestiguaron con valor y patriotismo en contra de su corrupción, y también con la bajeza presidencial que es su insignia, atacó la conciencia religiosa de Mitt Romney, el único miembro del senado republicano que con honor, integridad y moralidad, votó por removerlo de la presidencia por corrupto.
La líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi a la víspera del anunciado voto de infamia para absolver a Trump, hizo lo correcto al romper el discurso del estado de la unión. No se puede indultar políticamente a un mentiroso empedernido y corrupto, protegido por un partido igualmente corrupto que le teme y está dispuesto a coronarlo rey de Estados Unidos, traicionando el legado de todos los hijos de la libertad que fundaron esta república.
La democracia en Estados Unidos ha sufrido un ataque mortal por el expartido de Lincoln. La hipocresía ha derrotado a la verdad en el juicio político contra un corrupto, como generalmente sucede en una guerra de transición política de una democracia a una dictadura, más la historia nos ha mostrado que la verdad nunca es vencida y prevalece, sin embargo, cuando un pueblo se embrutece por el populismo de un demagogo, como sucede actualmente en la nación, el país sufre un precio desastroso, aun así, el costo por la verdad que debe vencer, aun cuando sea más caro, es siempre justo.
El presidente es un enemigo de la democracia, ¿se le permitirá destruirla? En noviembre el país decidirá.
*Presidente, Comisión Cívica Democrática.