Por Leila Macor
Miami/AFP/PL
Por Tatiana Rodriguez/dpa
Líderes de Estados Unidos y México se reúnen desde este jueves en Miami para analizar los asuntos más problemáticos con mandatarios de Guatemala, Salvador y Honduras, tres países centroamericanos azotados por el narcotráfico, la violencia y la emigración.
La Conferencia para la Prosperidad y la Seguridad en América Central, que termina el viernes, reúne a presidentes, cancilleres y especialistas con la intención de discutir las opciones legales y económicas para combatir el narcotráfico.
La reunión con el llamado Triángulo Norte centroamericano es copatrocinada por Estados Unidos y México, aunque se realiza en momentos en que el gobierno de Donald Trump se dispone a implementar una reducción de 39% en su presupuesto para la región centroamericana.
La Casa Blanca estará representada en la reunión por el vicepresidente Mike Pence, además de los secretarios Rex Tillerson (Estado), John Kelly (Seguridad Interna) y Steven Mnuchin (Tesoro).
Por El Salvador asistirá el vicepresidente, Óscar Ortiz, tras los problemas de salud del jefe de Estado, Salvador Sánchez Cerén. mientras que Honduras y Guatemala serán representados por sus presidentes, Juan Orlando Hernández y Jimmy Morales, respectivamente.
Además participarán de la conferencia el secretario mexicano de Hacienda, José Antonio Meade, así como el economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) para América Latina, Alejandro Werner.
Las conversaciones del jueves se enfocarán en la manera de promover la prosperidad económica y el empleo en los países del Triángulo Norte, mientras el viernes las charlas se concentrarán en temas de seguridad regional.
Se abordarán tres áreas básicas, según el secretario asistente de Narcóticos del Departamento de Estado, William Brownfield: «El crimen organizado transnacional y la cooperación regional; la seguridad ciudadana y las instituciones judiciales».
Estas tres aristas están «en la raíz de la emigración de Centroamérica», explicó.
Los países del Triángulo Norte se tornaron el foco de las atenciones en Estados Unidos después de una oleada migratoria que ocurrió en 2014 y que incluyó decenas de miles de menores de edad sin acompañamiento de adultos.
En su mayoría, esos inmigrantes eran centroamericanos que habían atravesado México en dirección a Estados Unidos para escapar de la violencia urbana, la crisis económica y el desempleo en sus países de origen.
En ese momento, el gobierno del presidente Barack Obama diseñó un plan bautizado como «Alianza para la Prosperidad», que contemplaba enormes recursos en ayuda económica, así como medidas para combatir la inseguridad urbana.
El plan, con algunas modificaciones, fue aprobado por el Congreso estadounidense, pero la llegada de Trump a la Casa Blanca vino acompañada de un anuncio de importantes recortes al presupuesto para esa región.
Cambio de política
En la opinión de Adriana Beltrán, experta del grupo de análisis WOLA, la nueva política de la Casa Blanca puede representar un giro hacia un abordaje más centrado de cuestiones militares y de seguridad.
La estrategia definida por el gobierno de Obama de «actuar sobre las causas de migración irregular reconoce en principio la necesidad de reducir la violencia, fortalecer instituciones, combatir la corrupción y expandir las oportunidades económicas», dijo.
Con Trump, en cambio, «existe el riesgo de un abordaje más tradicional» de concentrarse en aspectos de seguridad.
La dura retórica del gobierno de Trump contra los inmigrantes en situación irregular también constituye un elemento de inseguridad.
Para los tres países centroamericanos es fundamental garantizar que la Casa Blanca mantenga el Estatus de Protección Temporaria (TPS, en inglés) a los ciudadanos de esos países en Estados Unidos.
Mediante las remesas de dinero a sus familias, esas comunidades tienen un papel central en las economías de los tres países centroamericanos: se estima que en El Salvador y Honduras esas remesas representen más del 15% del PIB.
Aunque el presidente Trump estará en Miami el viernes, la Casa Blanca no ha informado si tiene en agenda un encuentro con sus homólogos centroamericanos.
El Departamento de Estado, en cambio, informó que Pence mantendrá encuentros bilaterales con los tres presidentes.
En busca del crecimiento económico
Buscar un aumento de las inversiones en la región y promover el crecimiento económico también forman parte de los propósitos principales de esta reunión.
Ayer, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, anunció que esa entidad aportará 750 millones de dólares para proyectos en energía, transporte, agua y turismo.
Tal cantidad se sumará a los mil 750 millones de los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras y los inversionistas privados durante los próximos cinco años, agregó el titular, citado por reportes periodísticos.
Comentó que la inversión, ‘sin precedentes’, complementa la financiación que brinda el Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte, lanzado en 2014 por la administración del entonces presidente norteamericano, Barack Obama.
Esa iniciativa, surgida por una oleada migratoria hacia Estados Unidos que incluyó a miles de menores sin la compañía de sus padres, pretende dinamizar el sector productivo para crear oportunidades económicas, impulsar el capital humano y mejorar la seguridad ciudadana.
Bajo la Alianza, El Salvador, Guatemala y Honduras han estado logrando verdaderos avances, apuntó Moreno al referirse al fortalecimiento de instituciones públicas y el desarrollo de capital humano.
A esos pasos, añadió, se quieren sumar mejorías en la creación de empleos y la competitividad con el fin de propiciar condiciones que alienten a la gente a prosperar en sus propios países.
Expectativas vs realidades
La «Conferencia para la Prosperidad y la Seguridad en Centroamérica» que comienza hoy en Miami ha generado diversas expectativas sobre el apoyo estadounidense hacia políticas socioeconómicas que mejoren las condiciones del Triángulo del Norte, del que forman parte Guatemala, Honduras y El Salvador.
Sin embargo, la realidad es que la posición de Estados Unidos y el nuevo Gobierno de Donald Trump sobre la mayoría de las problemáticas de esa región es aún incierta.
A continuación, dpa enumera expectativas versus realidades de lo que se espera de la cumbre que termina el viernes:
– Apoyo económico: Aunque los países del Triángulo quieren asegurar el respaldo económico de Estados Unidos para seguir luchando contra la pobreza, la criminalidad y la violencia, principales razones por las que miles de sus ciudadanos migran diariamente hacia Norteamérica, la realidad es que la administración Trump ha propuesto reducir los aportes entre un 30 y 40 por ciento para esas tres naciones. De ser aprobada esta propuesta, debilitaría la estrategia de su antecesor, Barack Obama, quien desde 2014 respaldó el Plan de la Alianza para la Prosperidad, que busca crear condiciones económicas y sociales en la región para generar más y mejores oportunidades que permitan el desarrollo y el arraigo de la población.
– Decisiones migratorias: Desde la campaña, el mandatario estadounidense sentó su posición sobre la migración ilegal y la entrada de ciudadanos provenientes de Latinoamérica a su país, incluso la propuesta estrella del entonces candidato de construir un muro en la frontera con México para frenar el éxodo hacia Estados Unidos sigue en pie. No obstante, la expectativa de los Gobiernos de Honduras y El Salvador es insistir, durante las reuniones bilaterales que sostendrán sus líderes con miembros de la administración Trump, en la ampliación del Estatus de Protección Temporal (TPS), el beneficio que Estados Unidos concedió hace casi dos décadas a miles de ciudadanos provenientes de esos países y que vencería en 2018.
– Compromiso de Estados Unidos con Centroamérica: Pese a que la administración del republicano no ha sido explícita en la forma cómo se aplicarían los eventuales recortes del dinero hasta ahora destinado para diversos programas sociales, económicos y de seguridad en Centroamérica, sí ha sido clara en que mantiene su compromiso, no necesariamente económico, con la región.
La administración estadounidense busca desarrollar políticas contra la migración ilegal y la actividad criminal que requieren inversión, razón por la cual también fueron invitados al evento empresarios de Sudamérica y representantes de la Unión Europea y España, así como representantes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con quienes se buscará aumentar los ingresos extranjeros a favor el Triángulo.
– Cambio de políticas hacia cuba: Uno de los principales interrogantes en el desarrollo de la Conferencia es la especulación sobre un supuesto anuncio que hará Trump el viernes sobre las nuevas políticas hacia Cuba. Aunque existe gran expectativa sobre el tema, miembros de la Casa Blanca han insistido en que la revisión de la apertura de Obama hacia la isla sigue en curso por lo que «el presidente (estadounidense) anunciará los cambios en el momento y lugar de su elección (…) Terminará cuando termine», como lo dijo recientemente el subsecretario de Estado para Cuba, México y Centroamérica, John Creamer.