El lunes pasado, la mayor parte del sector privado comenzó la vida productiva, sin olvidar los protocolos de bioseguridad ordenados por el Ejecutivo a través del Ministerio de Salud y de Trabajo. Por eso es que, el propio ministro de Salud, Francisco Alabí, acompañado de otros funcionarios del Ejecutivo, se han dado a la tarea de visitar empresas, de diverso tipos, para comprobar la aplicación de los protocolos previamente diseñados, y entregados a la mayoría de empresas.
Lástima que desde el Gobierno no se haya lanzado una campaña masiva para recordarle a la gente que en sus manos está el contagiarse o no, y que la mayor cantidad de veces esto pasa por una simples medidas como lavarse las manos, usar la mascarilla y andar siempre un depósito con alcohol gel. Aunque, a esta altura, como decía una funcionaria de Gobierno, el pueblo sabe las medidas que debe practicar. Pero siempre hay excepciones, mucha gente se vio el lunes sin mascarillas o tapabocas.
Más de algún salvadoreño habrá pensado que al iniciar toda la actividad económica es porque la pandemia está por desaparecer, o cree que después del encierro en casa durante tres meses de forma obligatoria, y el restante de forma voluntaria, ha sido suficiente para creer que la pandemia no existe, que ha desaparecido por arte de magia.
Lo cierto es que el virus anda allí, que sigue afectando a los salvadoreños en sus distintas modalidades: asintomáticos, leves o estables, pero también de forma grave y crítica. Todos los días aún hay muertos por la enfermedad respiratoria.
Esta realidad no debe perderla de vista el ciudadano al salir de su casa para ir a laborar.
Es necesario que practique todas las recomendaciones difundidas por diversas formas para evitar ser parte de las estadística de afectaciones que lleva el Ministerio de Salud.
Hay que recordar que después de la primera fase de apertura económica, el 16 de junio hubo un repunte de casos del centenar a finales de ese mes comenzaron a incrementar hasta 300 en el mes de julio, y en agosto, el 9 de agosto los casos llegaron a sumar 445, lo que indudablemente preocupó al Gobierno, pero sorprendentemente, poco a poco la cifra diario a comenzado a bajar. El lunes, por ejemplo, el número de casos no sobrepasó los 200.
Sin lugar a dudas, a mediados del mes de septiembre comenzará un alza en los casos diarios, y así como ocurrió el nueve de agosto, a principios de octubre, si no es que a finales de septiembre se tenga un repunte de contagios.
A estas, alturas, por supuesto, las autoridades de salud deben tener un mapeo real de la situación, y sabrán las medidas a aplicar para que, por un lado, ese pico no sea superior a los 500 y que pronto se reinicie la disminución, lo que indicaría que el país habría controlado la pandemia.
Lo anterior pasa, por supuesto, que cada uno de los salvadoreños que ha acudido a sus centros de trabajo, debe seguir “un protocolo” desde que sale de su casa, hasta regresar a la misma.
O sea, al salir de casa de portar la mascarilla, haberse lavado las manos, guardar la distancia al hacer la cola para subir al autobús, ponerse alcohol al estar ubicada en el asiento del autobús, y volverse a poner inmediatamente después de bajarse de la unidad de transporte.
Al llegar al trabajo seguramente habrá otros protocolos que deberá someterse, y hacerlo sin omitir ninguno, porque es por el bien de la salud del trabajador. En el trabajo lavarse las manos con frecuencia o utilizar alcohol gel.
Y la misma rutina al salir de casa, debe realizarse al salir del trabajo hasta llegar al hogar. Es necesario que la gente se cuide al máximo, sin miedo, sin terror, sí con racionalidad.
De esto depende que en la presente etapa de la vida nacional se controle la pandemia.
Las autoridades de Salud y el resto harán lo suyo, de esto depende el éxito de esta etapa de la vida productiva del país, y que no obligue al Gobierno a imponer una nueva cuarentena domiciliar obligatoria, aunque no hay que descartarla.