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Para los cristianos en general y los católicos en particular, el inicio de la Semana Santa es más que una fecha conmemorativa del calendario litúrgico.
Y es que si bien esta fecha sirve para recordar la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, también es o lo debería ser, para quienes se autodenominan seguidores de Cristo o creyentes, un compromiso, con Dios primero, pero también por la sociedad.
Y es que la justicia, en tanto valor, debería ser el principal compromiso de todos para estar bien consigo mismo y con los del más allá.
El hombre justo o la mujer justa, piensa siempre primero en el prójimo, es decir, en el otro, en los otros.
Y este país, que se desangra desde hace varios años, producto de la violencia injusta de la criminalidad, sobre todo de las pandillas, necesita de actuaciones justas de toda la ciudadanía. Para que quienes viven de la criminalidad se den cuenta que este país quiere paz, quiere reconciliación, que perdona sus fechorías y les extiende la mano para que se inserten a la sociedad, lo que significa que deben abandonar la delincuencia, la maldad.
Esta Semana Santa debe servir a los seguidores de Cristo para pedir que nos ilumine para encontrarle solución a la violencia y caminar juntos por una vida mejor, por una sociedad mejor, por un país mejor.
El Salvador, tiene el privilegio, como otros países del mundo, de tener un Santo, San Oscar Arnulfo Romero, quien es el intercesor de todos los buenos pensamientos para bendecir a este país y que salga adelante como nación justa, respetuosa de los derechos humanos, y comprometida con el bienestar de todos.
Esta Semana Santa, es para otros, un espacio para el esparcimiento, el descanso y porqué no también para la diversión.
