Madrid/dpa
El estilo debe de ser importante cuando las páginas de los periódicos se llenan de elogios hacia Andrés Iniesta y Luka Modric, dos de los jugadores más reivindicados del clásico entre Barcelona y Real Madrid por su estética forma de entender el fútbol.
Más de 600 millones de espectadores de todo el mundo se sentaron delante del televisor para contemplar un nuevo asalto del duelo que hace años libran Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, o las filigranas de Neymar, o la elegancia de Karim Benzema, o la voracidad de Luis Suárez. Pero al final la memoria guardó para el recuerdo otro agónico gol de Sergio Ramos y el magisterio de Iniesta y Modric.
Ambos centrocampistas fueron el termómetro de sus respectivos equipos, que el sábado empataron 1-1. Cuando Modric gobernó el partido, el Real Madrid fue el dueño del encuentro. Y cuando a la hora de clásico entró Iniesta, el jugador del Barcelona dio un recital en el que su equipo se hizo reconocible al fin.
Sin Iniesta, el conjunto de Luis Enrique acumuló tres victorias, tres empates y una derrota, unos números muy alejados de lo que se espera de un club que aspira a todo. Su regreso no supuso un resultado mejor, pues el Barcelona sumó su tercer empate consecutivo en la Liga española, pero sí ayudó a creer en un futuro mejor.
El equipo azulgrana ha interiorizado que, a diferencia de lo que le ocurre al Real Madrid, necesita jugar bien para ganar regularmente, y se agarra al regreso de Iniesta para pensar en un horizonte más provechoso que el actual, alejado a seis puntos del líder de la Liga española. Pasan los años y un futbolista de 171 centímetros sigue siendo imprescindible para defender el estilo y ayudar a ganar. Las dos cosas.
No mucho más mide Modric, apenas tres centímetros más que Iniesta, pero su influencia en el juego del Real Madrid es igual de notable. Es cierto que el equipo blanco se manejó bien a efectos estadísticos durante su ausencia esta temporada por una lesión de rodilla, pues siguió alimentando una racha que actualmente alcanza los 33 partidos sin perder. Pero con el croata, el líder demuestra que puede jugar mejor y seducir a la grada.
Modric dio un recital en el Camp Nou al sumar 59 pases acertados de 62 intentados. Durante la primera parte, coincidiendo con lo mejor de su juego, completó los 34 pases intentados, algo al alcance de muy pocos. No sólo eso, sino que ayudó con ocho recuperaciones, un sentido táctico asombroso y la asistencia final del gol de Ramos.
Es curiosa la reconversión del balcánico, quien llegó al Real Madrid como un media punta habilidoso, habitualmente suplente, hasta convertirse en lo que es hoy, un centrocampista que conoce todos los secretos del oficio e insustituible en el equipo blanco.