El título de este editorial no busca defenestrar o comparar, en ninguna forma, a los profesionales de la sociología o de economía, por cierto invisibilizados o ausentes en la actual crisis socioeconómica y política en El Salvador, cuyos análisis desde la óptica científica, no propagandística, serían de gran utilidad. De ahí que, la actuación valiente, oportuna y realista de una preadolescente, indignada por la persecución de los agentes municipales de la capital contra los vendedores ambulantes, llamó la atención no solo de los usuarios de las redes sociales, sino también de Diario Co Latino.
La escolar mencionada, tras perseguir con su celular en mano, y gritos de protesta al camión en el que los agentes municipales subieron un carretón de un vendedor de sorbetes, declara sabiamente:
“¿Cómo es posible que le quiten las cosas a la gente? ¿tan bien está el país que tenemos que estar huyendo de la gente (CAM), porque quitan las cosas? ¿y la gente que no tiene un buen trabajo, qué pasa con ellos?”.
“La verdad, estamos muy mal en el país, es algo que no podemos aceptar tanto”, dijo la jovencita, mientras cubría la escarapela de su institución escolar, consciente de que con ella podrían identificarla y, por lo tanto, recibir alguna represalia.
Los salvadoreños en general deberían indignarse, como lo hizo la preadolescente, por la persecución contra quienes buscan ganarse el sustento diario de forma honrada en el sector informal o ventas ambulantes, ante la falta de fuentes de trabajo formales. La joven hizo referencia a esta realidad nacional del país, cuando puso como ejemplo “¿cómo haría una familia con diez hijos y que sus ingresos son precisamente del comercio informal ante la falta de oportunidades?”.
Si esta niña supiera que en El Salvador diez mil personas quedaron desempleadas durante el 2023 y que según el Banco Central de Reserva en 2022, un total de 151 mil personas quedaron sin empleo, y que sumadas ambas cifras hace un promedio de 6.6%, lo hubiese resaltado en su protesta.
El desempleo es uno de los temas estructurales en el país, que el gobierno trata de esconder cuando afirma, propagandísticamente, que El Salvador es el país más cool del mundo, obviamente lo dice por las luces, por los parques, por el ilusionismo que generan las obras cosméticas, pero no por el desarrollo humano, por la superación de la pobreza.
Si la joven escolar supiera que en El Salvador el 10% de los más ricos posee el 66% de toda la riqueza y que el 1% posee el 33% de la riqueza, según datos hasta el 2021, su indignación la hubiera obligado a denunciarlo.
Si esta valiente escolar supiera que en El Salvador 13 familias son las intermediarias de la distribución de casi la totalidad de productos de consumo, equivalente a mil millones de dólares al año, y que eso ha hecho que los precios de la canasta básica suben cada día, en su protesta e indignación la hubiese llevado a un reclamo absoluto contra la injusticia y la desigualdad histórica en El Salvador.
Ya no digamos si supiera que en los cuatro años y medio de gobierno, Nayib Bukele endeudó al país en diez mil millones de dólares, a los que habría que agregar los dos mil 500 millones que la Asamblea le ha autorizado en los primeros cinco meses de 2024, uno en febrero y el otro en mayo.
De hecho, Bukele en cinco años ha endeudado al país en cuatro mil millones de dólares más que en los diez años de los dos gobiernos del FMLN.
El economista Rafael Lemus reveló, la semana pasada, que, del total de la deuda externa, el gobierno solo ha invertido el 40%. El resto del dinero prestado no se sabe en qué lo ha utilizado. Porque en los hospitales solo entregan un medicamento de tres, los otros dos hay que comprarlos.
Hay mil escuelas que necesitan reparaciones y mejoras en otras áreas del hecho educativo. Le adeudan 50 millones a la Universidad de El Salvador, las calles en las ciudades no han sido reparadas, no digamos las calles vecinales, ni las que usaron para la campaña en 2019.
La lista de lo que hace falta es innumerable, lo que sí se puede medir es ese 60% de la deuda externa que no se sabe en que la ha utilizado el gobierno de Bukele, a pocos días de iniciar un nuevo periodo presidencial violando la mancillada Constitución de El Salvador.
Pero ya están apareciendo, gracias a las redes sociales, y a la realidad del país, las primeras preadolescentes que no temen indignarse por la situación caótica de El Salvador y renegar con la narrativa ilusionista del gobierno.