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Como parte de la cooperación entre los gobiernos de Rusia y Nicaragua, ambos países realizan producciones conjuntas de vacunas para evitar brotes severos y acordaron la apertura de un instituto que produce vacunas antigripales en Managua para los nicaragüenses y otros países de la América Latina.
El edificio, nombrado en honor al microbiólogo ruso Iliá Méchnikov, se construyó en menos de un año y tardó dos más en recibir todas las licencias necesarias, como la aprobación de la Organización Panamericana de la Salud.
La mayoría de sus trabajadores son nicaragüenses que recibieron formación en tierras rusas, producirán vacunas contra la gripe y otras enfermedades y, como superarán la demanda de Nicaragua, también repartirán sus medicamentos por toda América Latina.
En estos momentos la producción de este tipo de vacunas «no es suficiente para toda la población mundial», de manera que este proyecto incrementará el género y permitirá que «los países latinoamericanos tengan más acceso» a unos precios «más justos», ha explicado a RT el director del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, Roberto López.
«Es la primera industria que se puede encontrar en Nicaragua relacionada a la fabricación de vacunas por procesos asépticos», con lo cual «estamos dándolo todo para poder echar andar esta obra», que supone un «reto nuevo para el país», ha detallado Elvira Roxana Mejía Cortés, responsable del departamento del Control de Calidad.
Los riesgos de no vacunar
Según la OMS, la gripe provoca entre 3 y 5 millones de ingresos hospitalarios al año y entre 300.000 y 650.000 de esas personas no sobreviven por las complicaciones. Estas cifras no impiden que surjan movimientos antivacunas, cuyos integrantes se oponen a esos medicamentos porque los consideran poco naturales.
Alejandro Macías, médico internista e infectólogo, que esta tendencia se debe a que muchas personas «olvidaron las enfermedades que, antiguamente, eran azote de la humanidad» y, al no conocerlas, «no sienten» ese peligro, que consideran como «una conspiración».
Ciertos activistas antivacunas argumentan que pueden causar problemas a la salud, incluso provocar autismo, mientras que otros estiman que forman parte de un plan maligno de las grandes compañías farmacéuticas. Sin embargo, los especialistas rechazan que sean nocivas y Macías subraya que las reacciones severas son «extraordinariamente raras» y «se exageran en las noticias sensacionalistas».
Las estadísticas indican que cuando el promedio de la población vacunada contra una enfermedad es inferior al 90 %, ese virus puede resurgir con mayor fuerza y en todo el mundo. Así ha sucedido con el sarampión, que recientemente ha registrado un brote en Madagascar y también en Nueva York (Estados Unidos).