POR: JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO
Masacres, ajusticiamientos y delitos, mortifican a la sociedad salvadoreña. Los salvadoreños tienen vocación de asesinato, dirá el escritor y periodista salvadoreño, Horacio Castellanos Moya, quien refiere que lo anterior se debe a la ignorancia cultural y a la desigualdad económica y social, en que se encuentra una gran mayoría de la población. Además, asegura, la sociedad política está controlada por ignorantes y corruptos, que propician crisis de gobernabilidad y antivalores.
En “El corazón del hombre”, el psicoanalista judío alemán, Erich Fromm, afirma que concurren dos orientaciones existenciales: biofilia y necrofilia. Advierte que la mayoría de personas, son una mezcla de rasgos biófilos y necrófilos. Con respecto a la primera orientación señala que, si existen las condiciones adecuadas, se da un Síndrome de Crecimiento. Esto consiste esencialmente en la existencia de seguridad material, justicia social y libertad-independencia. Mientras que la inseguridad material, la injusticia social y la opresión-dependencia, propician la segunda orientación por medio del Síndrome de Decadencia.
Igualmente, en “Anatomía de la destructividad humana”, Fromm nos plantea dos tipos de agresividad propias de nuestra especie. La agresividad benigna, programada filogenéticamente, es defensiva y aparece como respuesta a amenazas. Y la agresividad maligna, no programada filogenéticamente, se crea en determinadas condiciones existenciales y son pasiones arraigadas en el carácter. Las manifestaciones de esta última son a través de la crueldad y la destructividad. En circunstancias extraordinarias, puede haber una destructividad espontanea. Pero es la destructividad ligada al carácter, la que más repercusiones negativas provoca en el tejido social. La destructividad vengativa, es una reacción por el sufrimiento. La destructividad de éxtasis, es un momento de destructividad. Y el culto a la destrucción, es una crónica de odio y muerte. Fromm propone que la integración social, es la predisposición primaria. Pero, si esta integración es rechazada por factores parentales, culturales o sociales, se provoca, a los que se les niega ser, un infantilismo retardado y una incapacidad de adaptación expresada en una tendencia antisocial.
En “Los condenados de la tierra”, el psiquiatra francés-caribeño, Franz Fanon, explica que el mundo colonial es dominado por la violencia, solo así, el colono puede imponer sus valores sobre las formas culturales autóctonas. Esta opresión propicia en el colonizado, un proceso de degradación que conduce a la despersonalización. El colonizado u oprimido descubre que, solo la violencia vale para reafirmarse y superar su complejo de inferioridad. La criminalidad, dirá Fanon, es producto de la opresión colonial. Igualmente, desde los albores de la vida republicana, generaciones de salvadoreños han trazado su existencia dentro de “Síndromes de Decadencia”, acreditando la sentencia de Castellanos Moya: los salvadoreños tienen vocación de asesinato.
PANDILLAS Y CRIMEN ORGANIZADO
Tomas Sevilla Royo, criminólogo español, en “El crimen organizado” lo define, como dos o más personas que ofertan bienes y servicios ilegales, a través de delitos de depredación. El crimen organizado, compra inmunidad por corrupción o violencia. Señala que los grupos criminales pasan por tres etapas. La etapa predatoria, donde el grupo se enraíza en la zona por medio de la violencia. La etapa parasita, donde inicia una interacción corruptora con sectores legítimos de poder. Y la etapa simbiótica, donde sectores políticos y económicos, dependen de monopolios y redes del crimen organizado. Sevilla Royo advierte que el crimen organizado, puede distorsionar las líneas legales-ilegales. Sus recursos económicos, pueden utilizarse en inversión social y construir vínculos de lealtad. Tan así, que pueden distorsionar la voluntad popular expresada en elecciones, utilizando la violencia contra opositores y manipulando medios mediante el amedrentamiento. Es que tarde o temprano, dice Sevilla Royo, el poder económico del crimen organizado se traduce en autoridad política que subordina a partidos políticos.
En el artículo “Las pandillas de Centroamérica: más peligrosas que nunca”, el periodista estadounidense, Douglas Farah, sostiene, que las decapitaciones, los descuartizamientos y las violaciones sistémicas, por parte de las pandillas, llevan la intención de controlar un territorio y dominarlo. Afirma que las pandillas ostentan un vasto control territorial, un creciente poder militar y empresas criminales. Obtienen altos ingresos económicos de las extorsiones y del transporte y venta de cocaína y crack. Las pandillas, como fuerzas de ocupación, reemplazan a las estructuras estatales en los territorios que controlan. Ante lo cual Farah señala, que en las pandillas hay una metamorfosis, de pandillas callejeras a organizaciones criminales, con control político y territorial. Durante las treguas, la estrategia de las pandillas ha sido la reducción de los homicidios y el aumento de los desaparecidos, los cuales han terminado enterrados en cementerios clandestinos. Farah advierte que nota un afán renovador en la Mara Salvatrucha quien busca infiltrarse en la policía, en el ejército, en las escuelas de derecho y de contabilidad. Esta pandilla intenta dar una imagen corporativa abriendo negocios semi legítimos, estudiando literatura terrorista para aprender de ella y reclutando jóvenes desempleados. Insiste que esta pandilla radicaliza a sus reclutas, por medio de videos salvajes y llamados cuasi religiosos. Para Farah, las pandillas son un pequeño Estado dentro de otro Estado. Son portadoras de una cultura propia, controlan territorio, cobran impuestos, decretan leyes y códigos de conducta.
ACABAR CON LA INJUSTICIA SOCIAL
La Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” señala que, los días veinte y cinco, veinte y seis y veinte y siete de marzo, hubo ochenta y siete personas asesinadas. Expresan que, las autoridades no han visto necesario investigar a fondo esas muertes. El abultado número de homicidios de esos tres días, niega la existencia de una verdadera política de combate al crimen y evidencia, el fracaso gubernamental en materia de seguridad pública. El Estado de Excepción y un gran operativo de las fuerzas de seguridad, han sido la respuesta gubernamental. Para la Universidad Centroamericana, con miles de capturas arbitrarias e imponiendo castigos masivos a los privados de libertad, a familias de barrios pobres y a los jóvenes por el hecho de serlo, lo que se aprecia es un afán de venganza. La Universidad Centroamericana señala que las medidas que está aplicando el gobierno, han mostrado su fracaso por más de veinte años. El uso indiscriminado de la fuerza, la violación de los derechos humanos, la mezcla de inocentes con culpables y la estigmatización de barrios y comunidades pobres, no resuelven el problema de la criminalidad.
Para el sacerdote jesuita, Rodolfo Cardenal, las acciones tomadas por el gobierno, satisfacen a las mentes autoritarias y represivas dentro de él, pero, evaden la raíz del conflicto. Más bien, el súbito aumento de los homicidios, revela la naturaleza de la crisis de seguridad. Mientras reducían los homicidios, los pandilleros gozaban de libertad, gracias al entendimiento con el gobierno. Con la persecución de los pandilleros en libertad y el empeoramiento de las malas condiciones en los penales, se ha legitimado a las pandillas como contraparte, para que vuelvan a la mesa de negociación. Pero la posición del gobierno para negociar es débil. Las pandillas controlan territorio y debe ceder a sus demandas. Cardenal recomienda que, para salir de esa trampa, es mejor que se reconozca que la negociación con las pandillas fue un error. Y lanzar un plan integral de seguridad ciudadana.
Para acabar con la criminalidad, dice la Universidad Centroamericana, hay que acabar con la injusticia social, que niega ser a una mayoría de la población mediante carencia de posibilidades laborales y proyectos de vida. Se debe abandonar la cultura de la violencia y ofrecer a los jóvenes, oportunidades que eleven su autoestima de forma constructiva.