Caralvá
Intimissimun
16 de abril 1847. Gaceta del Gobierno Supremo del Estado del Salvador en la República de Centro América.
“Pasando pocas noches ha, delante de un café, tentóme á entrar en él la iluminación no menos que el agradable olor que despedía. Sentéme y mientras que reclinado sobre una mesa observaba los movimientos de los parroquianos, llamáronme la atención dos jóvenes, ó más bien niños (pues no tendrían arriba de diez y seis años cada uno) vestidos rigurosamente á la moda: casaca azúles de paño superfino, estrechamente abotonadas sobre (avergüénzame de decirlo) un par de corsées, de manera que no se veía una arruga, si bien parecían tan apretados, que no podían circular la sangre y la respiración. Pantalones de casimir, botas de charol, relojes con cadenas de oro y corbatas tan estrechas que parecían ahogarlos. Mírelos con lástima y sentimiento: lástima de su inútil y descuidada educación y sentimiento por las ilusiones de sus padres. A poco diéronme nuevos motivos para lamentar la locura y la disipación del siglo y la imprevisión y peligroso mimo de sus familias. Sentáronse á una mesa, encendieron el uno un cigarro y el otro un puro, golpearon con los bastones (pues los llevaban) sobre la mesa y cuando llegó á servirlos un criado, pidieron dos botellas de vino. Mientras bebían y fumaban, su conversación era cual podía ser la de dos hombres corrompidos, que en ella mezclaban ojos y juramentos.
¿Qué escena para una sociedad moral y qué ejemplo para la nueva jeneración?… ¿Y á quién culpar, á niños que nada saben del mundo, cuyos conocimientos son limitados y cuyos principios no están fijos todavía, ó padres ó tutores en quienes debía esperarse prudencia y discreción?.
Ahora treinta años no se creía en libertad un niño, fuese para vestirse, gastar dinero ó participar de las diversiones, sino hasta que llegaba á cierta edad. En aquellos tiempos se conocía el valor del dinero, puesto que á los niños no se les daba sino una friolera. Entónces se les obligaba á seguir sus estudios ó sus ocupaciones mecánicas, y se creía que debían obediencia á sus padres ó maestros hasta los veinte y tantos años. El día de hoy, desgraciadamente, apenas pueden hablar y andar, cuando ya se apoderan de los modales y el traje de los hombres; hacen todo lo que los grandes; y ántes de adquirir un peso gastan cientos.
Los resultados de esto son que la juventud se inicia así desde temprano en el despilfarro, las locuras, los peligros y la ruina que trae consigo la disipación y la independencia; y agotando sus recursos, destruyen su constitución, hacen ilusorias esperanzas de sus padres y arruinan las de la sociedad y de su patria. Córrase la vista en las reuniones y las diversiones públicas, y se verá siempre una multitud de jóvenes, elegantemente vestidos, con dinero en el bolsillo y dispuestos á gastarlo en cafées, en mujeres ó en el juego… en vez de estar sobre sus libros á ocupaciones diarias, vijilados con atención y castigados con prontitud por sus padres y tutores”.
Nota: se respeta la gramática original
amazon.com/author/csarcaralv
Debe estar conectado para enviar un comentario.