Por Karim Abou Merhi/Sara Hussein
Bagdad/Beirut/AFP
Las fuerzas iraquíes se encontraban en alerta máxima este lunes en la región de Bagdad, para impedir nuevos atentados de yihadistas sunitas contra los miles de fieles que se espera lleguen a la capital de Irak para celebrar la gran fiesta chiita de la Ashura.
El sábado «se puso en marcha un plan de seguridad para proteger a los peregrinos, y nuestras fuerzas se encuentran en estado de alerta máxima», indicó a la AFP un coronel de la policía.
El gobierno iraquí desplegó decenas de miles de policías y soldados en la capital y en la carretera hacia Kerbala, a 110 kilómetros al sur de Bagdad, la ciudad santa chiita que el martes recibirá a miles de peregrinos para conmemorar la muerte del imán Husein, una de las principales figuras del chiismo enterrado en esta ciudad.
En Bagdad, varias calles permanecían cortadas así como ciertos barrios chiitas como Azamiyah y Sadr City.
‘El peligro es mayor’
Según el teniente general Othman al Ghanimi, más de 26.000 miembros de las fuerzas de seguridad se encontraban desplegados en torno a Kerbala, con varios helicópteros participando en la operación.
La masa de fieles pasará por controles en las entradas de la ciudad santa y 1.000 mujeres policías controlarán a las peregrinas, explicó un portavoz.
En los últimos días, los atentados se han multiplicado causando decenas de muertos, los últimos 19 el pasado domingo.
«El peligro es mayor ahora que en los últimos años. Antes había terrorismo, pero nunca había llegado a los niveles actuales», consideró un coronel de la policía, aludiendo a la creciente presencia en Irak del grupo Estado Islámico, que desde junio controla vastos terrenos en el país frente a un ejército iraquí superado por la preparación y la cuantía de los yihadistas.
En la provincia occidental de Al Anbar, que se extiende junto a la frontera siria y está controlada en gran parte por los radicales, más de 200 miembros de la tribu sunita Albunimer fueron asesinados por el EI en represalia por su alianza con las fuerzas gubernamentales iraquíes.
Al menos 19 yihadistas muertos
Acusado de crímenes contra la humanidad, que van de violaciones y crucifixiones a ejecuciones en masa y limpieza étnica, el EI va ganando terreno a costa de sembrar el terror allá donde llega.
El grupo radical se ha beneficiado de la guerra civil en Siria y la inestabilidad política de Irak para implantar su proclamado califato en grandes zonas de ambos países, mientras que Pakistán y Afganistán empiezan a temer ser los próximos, ante el aumento de los reclutamientos.
Kobane, localidad siria fronteriza con Turquía y tercera ciudad kurda de país, es escenario de violentos combates desde que el 16 de septiembre los yihadistas iniciaron su asedio.
Convertida en símbolo de la resistencia contra el EI, en ella resisten con ferocidad los combatientes kurdos sirios. Cuentan con el apoyo de los peshmergas (milicianos kurdos iraquíes) y de una coalición internacional liderada por Estados Unidos, cuyos aviones han realizado al menos cuatro incursiones aéreas en la pasada madrugada, golpeando un nuevo convoy del EI que se dirigía hacia Kobane.
En ese ataque y otros murieron al menos 19 yihadistas, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).