Teherán / AFP
Marc Jourdier
Irán, Rusia y Turquía no lograron el viernes superar sus diferencias sobre la provincia siria de Idlib, dejando así en suspense el destino de este último bastión rebelde de Siria, donde la comunidad internacional teme un desastre humanitario.
Reunidos en una cumbre en Teherán, los presidentes de estos tres países acordaron en cambio continuar «cooperando» para encontrar una solución permanente que evite las pérdidas de civiles en esta región del noroeste de Siria, alrededor de la cual el poder de Bashar al Asad reunió tropas de cara a un asalto que parece inminente.
La cumbre estuvo marcada por un duelo de declaraciones entre los presidentes turco, Recep Tayyip Erdogan, y ruso, Vladimir Putin.
Erdogan pidió un «alto el fuego» y advirtió sobre una «masacre» en caso de asalto de las tropas leales al régimen, apoyadas por Teherán y Moscú.
Pero Putin rechazó esta proposición argumentando que no había «representantes de los grupos armados alrededor de esta mesa» habilitados para negociar un alto el fuego.
En general, los tres países parecieron mantenerse firmes en sus posiciones. Irán y Rusia insistieron en la necesidad de combatir el terrorismo, y en el derecho de Damasco de recuperar la integralidad de su territorio, mientras Turquía, que apoya a los rebeldes y acoge a refugiados sirios llegados en masa a su territorio, advirtió sobre un «baño de sangre» por venir.
«Combatir el terrorismo en Idlib es una parte inevitable de la misión que consiste en restaurar la paz y la estabilidad en Siria», declaró el presidente iraní, Hasan Rohani al inicio de la cumbre.
Sin embargo señaló que «este combate no debe hacer sufrir a los civiles ni conllevar una política de tierra quemada».
«El gobierno sirio tiene derecho a tomar el control de todo su territorio nacional y debe hacerlo», subrayó Putin.
Los tres países adquirieron un importante papel en la guerra en Siria a través del apoyo militar a las partes beligerantes y del proceso de Astaná, que eclipsó las negociaciones lideradas por la ONU para intentar poner fin a la contienda, que dejó más de 350.000 muertos desde 2011.
Antes de la cumbre, algunos medios de comunicación habían señalado un posible acuerdo entre las tres partes. Pero el comunicado final del encuentro se limita a decir que los tres presidentes «decidieron solucionar» la cuestión de Idlib «en un sentido de cooperación que caracteriza al [proceso] de Astaná».
– «Rutas de evacuación» –
«Hemos discutido medidas concretas para una estabilización gradual en la zona de desescalada de Idlib, que prevé particularmente la posibilidad de pasar a un acuerdo para los que estén dispuestos al diálogo», declaró sin embargo Putin al término de la cumbre, haciendo referencia a los combatientes insurgentes que estarían dispuestos a abandonar las armas.
Si Erdogan y Rohani abogaron por la necesidad de proteger a los civiles, el emisario de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, defendió el viernes medidas concretas ante el Consejo de Seguridad reunido en Nueva York para abordar la cuestión de Idlib.
«Hacen faltas rutas de evacuación en todas direcciones, este, norte, sur», declaró.
Cientos de civiles comenzaron a huir de la zona el jueves ante el temor de un asalto inminente de las tropas gubernamentales.
El viernes, nuevos bombardeos rusos contra posiciones rebeldes y yihadistas en el suroeste de la provincia dejaron cinco muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En tanto, en una provincia vecina, los bombardeos perpetrados por grupos rebeldes mataron a 10 civiles, según el OSDH.
Idlib, conquistada en 2015 por los insurgentes, es su último gran bastión en el país. También es el lugar al que se enviaron decenas de miles de rebeldes y civiles evacuados de otros bastiones de la oposición que las fuerzas leales al régimen recuperaron en varios puntos del país.
El régimen del presidente sirio, Bashar al Asad, decidido a recuperar el conjunto del territorio, reunió refuerzos en los alrededores de la provincia, fronteriza con Turquía y dominada por los yihadistas de Tahrir al Sham (HTS), aunque también acoge a importantes facciones rebeldes.
En la provincia de Idlib y en los reductos rebeldes de las vecinas Hama, Alepo y Latakia viven en total unos tres millones de personas, según la ONU, de los que más de la mitad son desplazados.
En un comunicado común, ocho oenegés internacionales activas en Siria, como Save The Children, pidieron a los «dirigentes mundiales» reunidos el viernes en Teherán y Nueva York que «trabajen juntos para evitar» que se produzca «la peor catástrofe humanitaria en siete años de guerra en Siria».