Por Laurent Lozano
Jerusalén/AFP
Israel aprobó la construcción de 2.500 nuevas viviendas en Cisjordania ocupada, el anuncio de asentamientos más ambicioso desde hace años, aprovechando la situación más favorable en Washington tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
El ministro de la Defensa, Avigdor Lieberman, y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, decidieron aprobar la construcción de 2.500 viviendas «para responder a las necesidades de alojamiento y de la vida cotidiana», anunció el ministerio de Defensa, cuatro días después de la investidura de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
Se trata de la segunda decisión israelí relativa a la colonización en solo dos días, tras la autorización por parte de la municipalidad israelí de Jerusalén a la construcción de 566 viviendas en los barrios de colonos de Jerusalén Este, parte mayoritariamente palestina de la ciudad ocupada y anexada por Israel.
Este anuncio refleja la voluntad del gobierno israelí de aprovechar la nueva situación en la Casa Blanca tras la llegada de Trump, después de ocho años de férrea oposición a la colonización por parte de su antecesor, Barack Obama.
«Estamos construyendo y vamos a seguir construyendo», aseveró Netanyahu en su cuenta Twitter.
La ONU criticó con firmeza esta nueva medida. «No hay alternativa a una solución de dos Estados», declaró el portavoz de la ONU Stéphane Dujarric.
«Toda decisión unilateral que pueda obstaculizar el objetivo de los dos Estados preocupa al secretario general» Antonio Guterres, agregó.
La Unión Europea también estimó que esta decisión era «lamentable» y «debilitaba aún más la perspectiva de una solución de dos Estados».
La dirección palestina condenó por su parte este nuevo anuncio. «La comunidad internacional debe exigir inmediatamente cuentas a Israel», dijo a la AFP el número dos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat.
A su juicio Israel se siente envalentonado «por lo que considera un apoyo del presidente estadounidense Donald Trump».
Las colonias, es decir, las implantaciones civiles israelíes en los Territorios Palestinos ocupados, son ilegales para la comunidad internacional.
Para una gran parte de la opinión internacional, son un grave obstáculo en el proceso de paz entre israelíes y palestinos.
‘Una gran oportunidad’
El mismo Netanyahu afirmó el lunes cómo había cambiado la situación desde la investidura de Trump. Tras ocho años de «presiones enormes» sobre el tema de Irán y de las colonias, «estamos ante una gran oportunidad para la seguridad y el futuro del Estado de Israel», señaló.
A diferencia de la administración demócrata, por el momento la administración de Trump no ha condenado el anuncio israelí del domingo.
Interrogado sobre esta nueva decisión, el portavoz de Trump, Sean Spicer, evitó el martes comentarla y esquivó el tema: «Israel sigue siendo un aliado muy importante de Estados Unidos», se limitó a responder.
Netanyahu asegura que no es la colonización sino el rechazo de los palestinos a la existencia del Estado de Israel el que impide avanzar en el moribundo proceso de paz, en el que la solución de los dos Estados, respaldada por la comunidad internacional, parece cada vez más lejana.
‘Declaración de guerra contra el islam’
Israel anunció que la mayoría de las nuevas viviendas estarían construidas en los grandes bloques de colonias existentes.
Unas 100 viviendas se erigirán en el asentamiento de Bet El, cerca de Ramala, lo que tiene un importante significado histórico para el movimiento de los colonos.
El diario israelí describe Bet El como «la colonia preferida del equipo Trump en Cisjordania».
David Friedman, escogido por Trump como embajador de Estados Unidos en Israel, encabeza una organización que transfiere cada año millones de dólares a Bet El, según el diario, que añade que los padres del yerno judío de Trump, Jared Kushner, e incluso el mismo Trump también han enviado contribuciones financieras a la colonia.
Respecto al polémico posible traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, un proyecto del que ha hablado Trump en su campaña, el influyente jefe chiita iraquí Moqtada Sadr advirtió el martes que equivaldría a una «declaración de guerra contra el islam».