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Israel ataca a Irán

Isaac Bigio
Politólogo economista e historiador

Como regalo de cumpleaños a Ali Khamenei, líder supremo de la República Islámica de Irán, Israel envió varios misiles sobre dicho país. Los persas han dicho que su defensa aérea ha interceptado estos, los cuales no han podido afectar sus plantas nucleares de Isfaham. Posiblemente, el intercambio de cohetes pudiese quedar allí, pues los que antes Irán envió a Israel tampoco causaron bajas civiles ni serios daños materiales.

Washington puede que no haya aprobado el ataque israelí de la madrugada del 19 de abril, pero estaba al tanto de que este se iba a dar. Probablemente, Washington ha negociado con Tel-Aviv para que, en vez de producir una guerra regional contra Teherán, se inicien los preparativos para la invasión de Rafa, una ciudad al extremo sur de Gaza, la cual aún no ha sido ocupada masivamente por su ejército y en la cual se han apiñado la mayoría de los 2 millones de desplazados de dicha franja archi-bombardeada.

La embestida israelí contra Irán ha sido percibida como muy débil por parte de suministro de seguridad Itamar Ben-Gvir, quien plantea fusilar a todos los miles de presos de palestinos (a todos los cuales él ahora quiere privar de acceso a la luz y a comer carne). Los radicales del ala de dicho halcón han planteado “transferir” millones de palestinos al exterior para recolonizar sus tierras y hasta hacer caer bombas atómicas para arrasar Gaza.

Poco antes de que Israel le cantase “estas son las mañanitas” a Ali Khamenini no con velas, sino con cohetes, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no aprobó una resolución llamando a reconocer inmediatamente a un Estado palestino, pues EEUU fue el único en vetar ello. El delegado israelí adujo que esto implicaría crear un Estado terrorista “palestinazi”, aunque los palestinos acusan al sionismo de ser un régimen terrorista nazi.

Las siguientes líneas fueron escritas dos días antes de la contraofensiva balística israelí, aunque en este se presagiaba que esta se podría dar de manera limitada.

El ataque persa.

En la noche del 13-14 de abril, más de 300 cohetes y drones-bombas iraníes fueron lanzados contra Israel. Esta es la primera vez que dicho Estado fue atracado por un país que no sea árabe o gobernado por musulmanes sunitas. Los persas hablan una lengua indoeuropea y son mayoritariamente chiitas.

Mientras Israel es el país que más ayuda recibe de EEUU, Irán lidera al “Bloque de Resistencia” integrado por los gobiernos de Siria, Gaza y Yemen, los “Partidos de Dios” (Hezbollah) de Irak y Líbano y varias facciones armadas palestinas.

Dicha embestida sorprendió a muchos, pues la forma en la cual Teherán había venido respondiendo al asesinato de varios de sus generales en otras naciones era lanzando ataques que no impacten directamente en suelo norteamericano o israelí. Para el diario hebreo “Ha-Aretz”este ataque, al igual que la incursión del Hamás del 7/10/2023, evidencia que Tel-Aviv menosprecia la capacidad de agresión militar por parte de sus adversarios.

Irán ha justificado su “Operación Promesa Verdadera” como una respuesta al misil israelí que el 1/4/2024 voló su consulado en Damasco, donde murieron 13 personas, incluyendo el general Mohammad Reza Zahedi, un alto comandante de su Guardia Republicana de élite.

Según Ebrahim Raisi, presidente iraní, esta “fue una acción limitada y no integral. Si hubiese sido una acción a gran escala, no quedaría nada del régimen sionista”. Teherán no atacó blancos civiles, ministerios o las casas o sedes de los gobernantes hebreos. Estos se concentraron en bases militares israelíes del sur y del Golán (montañas del norte que Siria reclama le sean devueltas), desde donde Teherán aduce se habrían lanzado misiles contra militares iraníes en Siria.

La propaganda occidental afirma que el 99% de los disparos iraníes fueron interceptados por israelíes, británicos, franceses, norteamericanos y jordanos. Por ello, Joe Biden, presidente estadounidense, y David Cameron, canciller británico, piden a Tel-Aviv que no escale la tensión militar con Teherán, pues ha demostrado la eficacia de su sistema de defensa, por lo que la mejor manera de hacer frente a los persas es solo con más sanciones contra ellos.

Dichos drones no son los principales armamentos de Irán. Demoraron hasta 6 horas en dar en el blanco, con lo cual Teherán pudo dejar que se evacuen civiles. Además, no hay muestras de que hayan querido impactar sobre Dimona u otras plantas donde se piensa que hay ojivas nucleares.

La idea de que solo el 1% de los ataques iraníes dieron en el clavo se contradice con la admisión de que al menos 9 distintos impactos en bases israelíes en el desierto de Neguev, como la de Nevatim, una de las principales del país y donde hay muchos superaviones F-35.

Si bien Israel y sus aliados pueden jactarse de que interceptaron muchos drones y cohetes, muchos de estos buscaban saturar a las redes de defensa para lograr que algunos cuantos sí lograran su meta. Los misiles israelíes lanzados esa noche para interceptar drones persas relativamente baratos superan los mil millones de dólares.

Para Sanam Vakil, del Chatham House, un importante observatorio geopolítico británico, el ataque había sido un éxito para Teherán. “Esta es la primera vez que Irán ha violado directamente la soberanía de Israel”, le dijo a la BBC, “Los ataques fueron ciertamente calibrados, dirigidos a instalaciones militares con el objetivo de no infligir demasiado daño ni herir a nadie”.

Dilema sionista.

Israel se encuentra en un dilema. Para los halcones, el mejor escenario que hay para expulsar a los palestinos de Gaza y Cisjordania consiste en una guerra regional en la cual los marines norteamericanos ingresen a pelear contra Irán. Benjamin Netanyahu, Premier israelí, ha hecho toda su carrera política promoviendo que EEUU bombardee Irak, Afganistán, Siria, Libia y cuanto país musulmán pueda. Si bien su Némesis son los ayatolas, nunca ha logrado persuadir a Washington para que pase de las duras sanciones en contra de ellos hacia una guerra total.

Biden no quiere una guerra con Irán, pues es abrir un nuevo frente, además del que tiene la OTAN contra Rusia en Ucrania, en el cual no están ganando. Cuando faltan pocas semanas para las presidenciales del 5/11/2024, Biden no quiere entrar en un nuevo conflicto armado para evitar ser derrotado por Donald Trump. Los conservadores británicos también deben llamar pronto a elecciones generales y tampoco les conviene otra aventura militar que precipitaría su caída.

Washington y Londres han demostrado su total alineamiento con Tel-Aviv, a quien siguen armando y evitando sea sancionada. Varias veces han bombardeado Yemen, quien despacha misiles contra Israel y bloquea barcos que van cara hacia dicho país.

Todos los aliados internacionales de Israel le piden no contraatacar a Teherán, mientras que Biden está aumentando el presupuesto militar pro-Israel en casi $US 50,000,000,000. Netanyahu, si bien habla de estar dispuesto a que su Estado pelee de manera aislada, no puede prescindir de dicha ayuda. Debido a que Biden no le autorizó responder a Irán en las 6 horas que demoraron los drones en volar hacia Israel, él no se atrevió a lanzar aviones o misiles contra Irán. Sin el gran apoyo financiero, armamentístico, diplomático y logístico de EEUU, Israel no podría sobrevivir.

Otros argumentos en favor de evitar el escalamiento es de que Israel ha logrado que Jordania le haya defendido tumbando misiles y drones que cruzaban por su cielo, abriendo la posibilidad de una alianza con árabes sunitas “moderados”. Israel, al aparecer como víctima, ha vuelto a contar con ciertas simpatías en sectores populares occidentales. Si Tel-Aviv lanza una represalia contra Teherán, todo ello pudiese ponerse en riesgo.

Además, la embestida persa habría retrasado la tan ansiada ofensiva final contra Rafa (el último reducto de Gaza, al cual el ejército hebreo no ha entrado en masa). La noche del ataque persa es una donde menos muertos palestinos se han producido. El problema es que Netanyahu es un halcón, rodeado de halcones mayores. Siempre su política se ha basado en responder con más dureza cada golpe que a Israel se le ha propinado. La cuestión está en saber el nivel y la contundencia que va a tener un contra ataque sionista: si este se va a centrar en blancos iraníes en Irak, Siria o Líbano, o si va a atacar directamente a Irán (y, además, si va a bombardear plantas nucleares o edificios gubernamentales).

EEUU no puede jugar a ser mediador como lo hizo entre Israel con el egipcio Anwar El-Sadat o con el palestino Yasser Arafat. A diferencia de ellos, los ayatolas no quieren ser peones de Washington y postulan un bloque contestatario anti-EEUU con Rusia, China y BRICS.

Mientras tanto, en Israel Netanyahu es impopular. Según todas las encuestas en nuevas elecciones, el general Benny Gantz sería el nuevo premier y Netanyahu y sus aliados serían sacados del poder. Empero, Ganz es parte del actual gabinete de guerra y ha sido parte de toda la brutal ofensiva militar en Gaza. Para occidente, tal vez, la ventaja que él pudiese brindar es que Ganz empezará a negociar con los palestinos darles un mini-Estado, cosa que Netanyahu veta.

Desde la guerra de 1973, en la cual Israel fue atacado por Siria, Egipto y otras naciones, Tel-Aviv lleva más de medio siglo eludiendo una confrontación armada con una potencia regional. Cuando en 1991 Irak atacó a Israel buscando evitar ser bombardeado por EEUU uniendo a los musulmanes en una cruzada anti-sionista, EEUU persuadió a Tel-Aviv a no pisar el palito.

Una posible guerra regional contra Irán podría producir la destrucción de Israel, el cual sufriría la peor lluvia de misiles en su historia, además del ingreso de cientos de miles de tropas de diversas naciones musulmanas desde Siria y Líbano, y el crecimiento de una fuerte resistencia armada palestina interna.

 

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