Jerusalén/AFP
El secretario estadounidense de Defensa, Ashton Carter, se reunió el martes en Jerusalén con el primer ministro Benjamin Netanyahu para intentar calmar las inquietudes de Israel sobre el acuerdo nuclear pactado con Irán, al que el primer ministro israelí se niega a resignarse.
Los dos responsables se saludaron con un largo apretón de manos antes de comenzar las conversaciones, sin hacer ninguna declaración.
Su encuentro tuvo lugar el último día de la visita de Carter a Israel, primera etapa de una gira regional destinada a ofrecer garantías a los aliados de Estados Unidos en la región, muchos de ellos preocupados por el acuerdo nuclear.
El secretario norteamericano de Defensa debía viajar a Jordania el martes antes de dirigirse a Arabia Saudita el miércoles.
El 14 de julio, en el marco de un acuerdo histórico con las grandes potencias, Teherán aceptó desmantelar la mayoría de sus instalaciones nucleares, a cambio de un levantamiento progresivo y reversible de las sanciones internacionales que asfixian su economía.
Netanyahu y una aplastante mayoría de los responsables de todo el espectro político israelí condenaron el acuerdo, debido a que sus cláusulas no son, según ellos, lo suficientemente estrictas como para impedir que Irán se dote de la bomba atómica y la utilice contra Israel.
Teherán, que no reconoce la existencia de Israel y cuyos dirigentes llaman frecuentemente a su destrucción, siempre ha negado perseguir la obtención del arma atómica.
Para intentar serenar a su aliado, Carter dijo el lunes que Estados Unidos estaba dispuesto a reforzar su cooperación militar con Israel, citando especialmente la defensa antimisiles o la seguridad informática, durante un encuentro con su homólogo israelí, Moshé Yaalon.
También aseguró que Israel, considerada la única potencia nuclear de la región, sigue siendo «la piedra angular» de la política norteamericana en Oriente Medio.
Pese a ello, Israel no tiene intención de empezar a negociar compensaciones estadounidenses en forma de una mayor ayuda militar: sus esfuerzos siguen concentrándose en hacer fracasar el acuerdo o al menos debilitarlo, según los especialistas.
‘Influenciar a los norteamericanos’
«Israel no puede decirlo tan claramente, pero no pueden cooperar en lo relativo a las compensaciones antes del voto del acuerdo nuclear en el Congreso estadounidense», consideró Eytan Gilboa, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Bar-Ilan, cerca de Tel Aviv, y especialista en relaciones israelo-americanas.
El Congreso estadounidense tiene 60 días a partir del lunes para pronunciarse y Benjamin Netanyahu, que cuenta con numerosos aliados entre los republicanos, ha multiplicado los llamamientos para que estos últimos rechacen el pacto, incluso con varias entrevistas concedidas a televisiones norteamericanas.
La viceministra irsaelí de Relaciones Exteriores, Tzipi Hotovely, repitió el martes que Israel no se resigna al acuerdo, un día después de la aprobación del mismo por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos miembros permanentes (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido), junto a Alemania, firmaron el pacto con Irán la semana pasada en Viena.
«Este acuerdo es malo y vamos a seguir luchando para cambiar las cosas», declaró Hotovely ante la comisión parlamentaria de Relaciones Exteriores y Defensa.
«No debemos pensar que nuestro combate es inútil, debemos seguir influenciando a los norteamericanos y evitar el levantamiento de las sanciones», agregó.
«A día de hoy Israel quiere que el Congreso vote contra el acuerdo o contra numerosas cláusulas del acuerdo (…) Pero es probable que el acuerdo sea aprobado y en ese momento comenzarán las discusiones sobre todo tipo de compensaciones», señaló Eytan Gilboa.
Actualmente, Estados Unidos suministra a Israel anualmente unos 3.000 millones de ayuda militar, sin contar la financiación de otros proyectos, como el sistema de defensa antimisiles Cúpula de Hierro.
La firma del acuerdo con Irán obligará a Washington a aumentar su apoyo militar a Israel, pero también a sus aliados árabes de la región, consideró Gilboa.
«Es problemático porque Estados Unidos iniciarán de esta manera una carrera armamentística convencional de una magnitud sin precedentes desde hace al menos dos décadas», subrayó.