@OscarCoLatino
El documento base del XXII Foro de Sao Paulo denominado “El poder popular en la transformación económica, social, política y cultural de los pueblos de América Latina y el Caribe” que se desarrollará en el país esta semana y que cuenta con la participación de partidos y movimientos políticos de izquierda del continente, indica que a pesar de la contraofensiva imperialista, ejecutadas por las derechas políticas, los
movimientos progresistas han tenido significativos avances.
Entre finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, se abre una nueva etapa en la historia de América Latina y el Caribe, caracterizada por el auge de la lucha de los movimientos populares contra el neoliberalismo y toda forma de opresión y discriminación, y por la creciente conquista de espacios democráticos a través de la elección de gobiernos municipales y departamentales, y de bancadas legislativas nacionales de izquierda y progresistas.
Desde finales de la década de 1990, fuerzas de izquierda y progresistas obtuvieron cinco triunfos consecutivos en elecciones presidenciales: en Venezuela, cuatro en Brasil, tres en Argentina, tres
en Uruguay, tres en Bolivia, tres en Ecuador, dos en Nicaragua y dos
en El Salvador, a los que se suman dos triunfos no consecutivos en Chile, uno en Guatemala, uno en Panamá, uno en Honduras y uno en Paraguay, y cuatro elecciones presidenciales ganadas en República Dominicana por el Partido de la Liberación Dominicana y una por el
Partido Revolucionario Democrático de ese país, para un total general de treinta y seis elecciones presidenciales ganadas en el conjunto de la región.
A esas alturas, ya se habían producido las primeras manifestaciones evidentes de la contraofensiva de la derecha que se extiende hasta hoy en día: la elección del derechista Ricardo Martinelli como presidente de Panamá, en mayo de 2009, quien sucedía en el gobierno al
socialdemócrata Martín Torrijos; la campaña desestabilizadora que afectó la gestión del presidente socialdemócrata Álvaro Colom en Guatemala, y el golpe de Estado en Honduras que derrocó al presidente liberal progresista Manuel Zelaya, en junio de 2009.
Para los miembros del Foro, el golpe de Estado en Honduras, así como los acontecimientos recientes en Panamá y Guatemala, para solo hablar de los ocurridos en Centroamérica, “sirvieron a la derecha como un laboratorio para definir sus estrategias en el futuro inmediato”.
En sentido inverso a las antes mencionadas acciones de recuperación de espacios por parte de los sectores oligárquicos, el balance general es favorable a las fuerzas de izquierda y progresistas, en virtud de la elección o reelección, según el caso, de las y los siguientes mandatarios: Mauricio Funes en El Salvador (2009); José Mujica en Uruguay (2009); Dilma Rousseff en Brasil (2010); Cristina Fernández en Argentina (2011); Daniel Ortega en Nicaragua (2012); Hugo Chávez en Venezuela (2012); Rafael Correa en Ecuador (2013); Nicolás Maduro en Venezuela (2013); Michelle Bachelet en Chile (2013); Salvador Sánchez Cerén (2014); Evo Morales en Bolivia (2014) y Tabaré Vázquez en Uruguay (2014).
Si bien en estas elecciones triunfaron todos los candidatos presidenciales de izquierda y progresistas, en varias de ellas se notó una mayor beligerancia y un más eficiente proselitismo político de la oposición derechista, un aumento de los comicios decididos en segunda vuelta, y triunfos alcanzados por una exigua cantidad de votos en los casos de Venezuela y El Salvador.
Asimismo, el documento base considera que los cambios más significativos ocurridos en el mapa político de la región entre finales de 2015 e inicios de 2016 son: la derrota del candidato presidencial del Frente para la Victoria de Argentina, tras doce años consecutivos de gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández; la elección de una mayoría opositora en la Asamblea Nacional de Venezuela, por primera vez desde el triunfo de la Revolución Bolivariana hace diecisiete años; el revés sufrido por el presidente Evo Morales en el referendo constitucional que buscaba abrir la posibilidad de una reelección suya en los comicios de 2019; y el proceso de juicio político ilegalmente abierto por las fuerzas opositoras de derecha contra la presidenta Dilma Rousseff, en Brasil.
El documento base del XXII Foro de Sao Paulo expresa que “lo fulminante y brutal de la restauración neoliberal argentina revela la hipocresía del tono moderado y conciliador, empleado por la derecha latinoamericana y caribeña cuando lucha por recuperar el control del gobierno, y la falsedad de sus promesas de no revertir las conquistas sociales alcanzadas durante la gestión de los gobierno precedentes”.
Por lo que el Foro considera que el triunfo de la derecha argentina “es una lección para los sectores sociales con memoria corta” sobre las consecuencias del neoliberalismo, que se dejan engañar por la derecha y contribuyen a su retorno al gobierno mediante el voto de castigo o la abstención de castigo contra los gobiernos de izquierda y progresistas, no solo en Argentina, sino en toda América Latina y el Caribe.
En el caso de Brasil, el documento base del Foro establece que fue la combinación de guerra mediática con judicialización de la política en Brasil, sacó provecho al bajo crecimiento económico, el aumento del desempleo y los hechos de corrupción que implican a ex directivos de la empresa Petrobras y a una cantidad indeterminada de empresarios y legisladores, se centró en destruir la imagen del PT, de la presidenta Dilma Rousseff y de su antecesor.
El juicio político contra Rousseff y su separación por 180 días de la presidencia del Brasil, es un acontecimiento de gran envergadura que cambia el rumbo progresista emprendido por Lula desde el 2003 y coloca en el poder la élite neoliberal, inclusive con grandes impactos sobre el rumbo progresista del mapa político de América Latina y el Caribe.