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Liliana Martínez-Scarpellini
Los Angeles/dpa
Dirigida por los noruegos Joachim Ronning y Espen Sanberg, la cinta recupera un tanto la esencia de la original, “La maldición de la Perla Negra”, en lo que a tono y guión se refiere. El libreto lo firman esta vez por Jerry Bruckheimer (también productor) y Jeff Nathanson y junto a Johnny Depp regresan los históricos Kevin McNally y Geoffrey Rush como Joshamee Gibbs y Hector Barbossa.
El proyecto comenzó su proceso de preproducción después de los 20 millones de dólares de incentivos otorgados por el Gobierno australiano, en clara competencia con su vecino del sur, Nueva Zelanda. Llega a los cines hoy con un estreno mundial que esta vez que tendrá lugar China, el segundo mercado más grande del mundo tras Estados Unidos.
La trama gira en torno a Sparrow y a la persecución del capitán español Armando Salazar, un personaje que atrajo mucho a Bardem por el homenaje a Andalucía que implicaba y por la ira y el deseo de venganza que encierra. Atrapado en el “Triángulo del Diablo” durante un tiempo, Salazar logra escapar con la intención de acabar con los piratas de los mares y vengarse de Sparrow.
Además de tan poderoso reparto y del enorme detalle en vestuario y maquillaje que siempre ha caracterizad la millonaria saga de Disney, el filme cuenta con alicientes como el regreso de Keira Knightley como Elizabeth Turner o del mismísimo Paul McCartney, un detalle curioso y envuelto en misterio tras haber recurrido a Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, para la cinta anterior.
También volverá Orlando Bloom, que participó en las tres primeras cintas de la saga y se muestra emocionado por el resultado final. “He visto la película y es fantástica”, declaró. “Para mucha gente, la primera película es su favorita y por eso querían devolver a la saga a esa misma línea. Así que la narrativa es similar. No la sobrecargaron con efectos especiales”.
Bloom asegura que, pese a la tecnología disponible en la actualidad, muchas de las escenas se filmaron usando el método tradicional, sin “pantalla verde” y con actores de carne y hueso, tal y como se hizo en las primeras cintas en las que estuvo involucrado el galán británico.
Bloom recuerda escenas de riesgo físico a las que se tuvo que someter durante anteriores rodajes, por lo que está encantado de haber recuperado esa autenticidad. “Fue una locura total, pero realmente genial que lo hicieran así, y lo han vuelto a hacer”. No obstante, esta vez su papel tiene un peso menor que en anteriores entregas.
Aunque la superproducción contaba con un presupuesto inicial de 250 millones de dólares, tuvo que añadir 70 millones más a la ecuación. Aun así, espera igualar o superar lo conseguido por la anterior entrega, que rebasó los mil millones de dólares en la taquilla mundial con un presupuesto de 250 millones de dólares.
Podría ser la última cinta de la saga, aunque Ronning ha dejado la puerta abierta a hacer una nueva que ya sea la definitiva. En principio, parece que verá la luz si no sucede nada extraño.
