Por Jacques Lhuillery
Tokio/AFP
Japón levantó este martes la prohibición de vender armas al extranjero que se había impuesto a sí mismo durante casi medio siglo, clinic en un contexto de tensión regional, sobre todo con China.
El gobierno de derecha de Shinzo Abe aprobó una nueva doctrina en la materia para reemplazar a esta prohibición que data de 1967, anunció el secretario general del gobierno, Yoshihide Suga.
De ahora en adelante Japón podrá por ejemplo exportar material militar -prefiere hablar de material de defensa, un término menos marcial- a los países que se encuentran a lo largo de vías marítimas por las cuales transitan las indispensables y vitales importaciones de petróleo y de gas niponas.
Esta nueva medida podría aplicarse por ejemplo a Indonesia, Vietnam y Filipinas, países que se encuentran junto al mar de China Meridional y que al igual que Japón están preocupados por las crecientes ambiciones marítimas de China. Tokio también podría venderles barcos usados.
Según estas nuevas reglas, Japón no llevará a cabo exportaciones de armas que puedan representar una amenaza para la paz y la seguridad mundiales, y el gobierno se asegurará previamente contra todo riesgo de reexportación hacia un tercer país.
«En virtud de estos nuevos principios, hemos tomado medidas para hacer que las transferencias de los equipos de defensa sean más transparentes. Eso contribuirá a la paz y a la cooperación en virtud del principio de un pacifismo preventivo», precisó Suga, agregando que de ahora en adelante Japón participará en «programas de desarrollo y producción de material de defensa».
Las nuevas reglas permitirán el desarrollo y la producción de armas en asociación con Estados Unidos (fundamentalmente para el bombardero furtivo F-35) y los países europeos, y la exportación de equipos militares con fines pacíficos y humanitarios, como sucede con las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU.
¿Es compatible con la Constitución pacifista?
Japón produce fundamentalmente municiones, fusiles de asalto, tanques, buques, cazabombarderos F2 y un hidroavión cuatrimotor de gran radio de acción, el US-2, que está tratando de vender, por ejemplo a India.
En 1967, durante la Guerra Fría, Japón había decidido prohibir las exportaciones de armas hacia los países comunistas, hacia los que se encontraban bajo un embargo de la ONU a las ventas de armas, y finalmente hacia los países involucrados en conflictos internacionales o que podrían estarlo.
Estas restricciones fueron reforzadas en 1976, desembocando en una prohibición total de las ventas de armas.
Pero a fines de 2011, Japón hizo una primera excepción en su autoprohibición, abriendo el camino a la participación de empresas niponas en proyectos de armamento con el extranjero.
Más que una prohibición, esta decisión representaba un veto casi moral que Japón asumía como país vencido, y en conformidad con el pacifismo de la Constitución impuesta por Estados Unidos, vencedor en 1947, según la cual Japón renunciaba «para siempre» a la guerra.
Abe quiere reformar esta Constitución y apunta hacia el célebre artículo 9 que establece esa renuncia a la guerra e impide que las fuerzas niponas hagan otra cosa que defender al territorio nacional.
El muy conservador primer ministro Abe quiere promover así su idea de que Japón podría, en nombre de un principio de «autodefensa colectiva», prestar ayuda a aliados en dificultades en primera fila de los cuales están los norteamericanos.
Quedaría pendiente la cuestión del «pacifismo» oficial de Japón (a través de su Constitución), así como la de las exportaciones de armas o de una participación en proyectos de armamentos internacionales, que siguen siendo muy sensibles en el país.
Según una reciente encuesta realizada por la agencia de noticias Kyodo, cerca de 67% de los japoneses se oponen a las exportaciones de armas, contra 26% que son favorables.