Teherán / AFP
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, mantuvo conversaciones el lunes en Teherán con la finalidad de que lleven a una «desescalada» sobre el programa nuclear iraní, cuestión que genera fuertes tensiones internacionales.
Su visita a Irán se produce también en la estela de nuevas tensiones entre la República Islámica y Estados Unidos. Los dos países enemigos estuvieron a principios de enero al borde de un temido enfrentamiento tras el asesinato por parte de Washington de un general iraní de primer rango en Irak.
Borrell se reunió con el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, con el presidente, Hasán Rohani y con el presidente del Parlamento, Ali Larijani.
Tras sus conversaciones, Borrell quiso tranquilizar a la prensa sobre las intenciones de Berlín, Londres y París respecto al acuerdo nuclear iraní de 2015, que está amenazado desde que Estados Unidos se retiró unilateralmente en 2018.
En respuesta a la retirada estadounidense, Irán dejó de aplicar varios compromisos clave del acuerdo de Viena entre Teherán y el grupo P5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña , Rusia y Alemania).
Los tres países europeos lanzaron en enero el mecanismo de solución de controversias (MRD) incluido en el texto en un intento de obligar a Teherán a volver a su plena aplicación.
Para Borrell, la activación del MRD no implica que estos tres países «quieran ir al Consejo de Seguridad (de ONU) a cancelar definitivamente el acuerdo». Por el contrario, «todos insistimos en la idea de que esta medida se tomó para tratar de mantenerlo vivo, para darle tiempo a las negociaciones».
Irán advirtió que si el Consejo reestablece las medidas, supondría la muerte definitiva del acuerdo de Viena.
– Tensiones y conciliación –
La visita de Borrell tiene lugar en medio de las tensiones entre Irán y los occidentales sobre el programa nuclear de Teherán.
Borrell anunció el 24 de enero que los Estados que firmaron el acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní habían acordado mantener una reunión de conciliación «en febrero» para intentar proteger el pacto, que podría quedar en nada desde que Estados Unidos decidió abandonarlo unilateralmente en 2018.
El acuerdo de Viena, firmado por la República Islámica y el grupo P5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania), establece que se levanten las sanciones impuestas a Irán a cambio de que Teherán ofrezca garantías de que su programa nuclear será exclusivamente civil.
Irán aceptó limitar drásticamente sus actividades nucleares y someterse a un régimen de inspección a medida, el más estricto jamás impuesto por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
Este lunes, de acuerdo a un comunicado de la presidencia iraní, Rohani de dijo a Borrell que su pais «está dispuesto a (…) cooperar con la UE en vistas de resolver los problemas», y volver «a respetar sus compromisos» cuando las otras partes implicadas en el acuerdo cumplan «plenamente con sus obligaciones».
La decisión de Estados Unidos de retirarse del pacto y de restablecer las sanciones contra Irán –que ha ido endureciendo desde entonces– ha privado a la República Islámica de las ventajas que le ofrecía el acuerdo.
Washington acusa a Teherán de intentar dotarse del arma atómica, algo que el gobierno iraní rechaza de forma tajante.
Las sanciones estadounidenses han acabado aislando a Irán del sistema financiero internacional y le han hecho perder a los clientes que le compraban petróleo, lo que sumió al país en una profunda recesión.
En respuesta, Irán decidió en mayo de 2019 desligarse de varios de sus compromisos claves recogidos en el pacto de Viena, y ahora produce uranio enriquecido a una tasa superior al 3,67% (el umbral fijado en el acuerdo) y ya no respeta los límites de 300 kilos impuesto a sus reservas de uranio enriquecido ni los impuestos al número de centrifugadoras para enriquecer uranio.
Además, dejó de ceñirse a las condiciones que se impusieron en Viena sobre sus actividades de investigación y desarrollo en materia nuclear.