Alma Vilches
@AlmaCoLatino
“Es momento que nosotros como pueblo de Dios reconozcamos a Jesús como el salvador de nuestras vidas, quien ilumina la historia de nuestros pueblos, que quiere justicia y paz para nuestras naciones, todos estamos llamados a vivir esa dignidad de igualdad entre hermanos”, expresó el sacerdote José María Rivera, durante la celebración eucarística en la Cripta de Catedral Metropolitana.
El religioso reiteró que todos están llamados a construir el reino de Dios, donde exista la fraternidad, a ser gentiles y al reconocimiento de todos como hermanos, porque cada uno tiene una función provenientes de un mismo cuerpo en igualdad, como los hijos en un hogar para aportar en el trabajo de la paz que se construye entre todos.
Recordó que este domingo es la celebración de la Epifanía del Señor, donde Jesús se manifiesta como el salvador de todos los hombres y naciones, es una fiesta universal y un llamado a vivir esa fe en Cristo.
La celebración de la Epifanía gira en torno a la adoración del Niño Jesús por parte de los tres Reyes de Oriente, como símbolo del reconocimiento que Cristo es el salvador de toda la humanidad.
“Monseñor Romero dijo que el mensaje de este domingo es un llamamiento a la salvación que ha venido por medio de Jesucristo, los pueblos reconocían esa luz porque las tinieblas cubrían la tierra, ese llamado era para reconocer la dignidad de ser hijos de Dios”, manifestó el sacerdote.
Rivera señaló que para San Romero esta fiesta es el momento de presentar así como los Reyes Magos, toda la riqueza del pueblo salvadoreño y reconocer que Jesús es el salvador de las vidas, donde Dios llama a cada uno a vivir la experiencia de la fe y esperanza en Cristo el Señor.
Al momento de la procesión de ofrendas, los miembros de la Comunidad Mons. Romero de Cripta de Catedral presentaron una estrella, simbolizando la esperanza en el Dios de la vida, como lo afirmó el obispo mártir que la Epifanía es un signo que Jesús está presente, guiando al pueblo hacia una vida mejor.
Asimismo, se presentó una vela encendida, como signo que el Niño Jesús se hace presente en el país, para iluminar el camino y liberarlo de las tinieblas del pecado y la oscuridad en que prevalece y se aparta de los caminos del Señor.