Por: Rolando Alvarenga
El descalabro al que ha llegado el deporte salvadoreño se debe –en buena parte– a los personajes que a través de los años han pasado por la presidencia del INDES con sus respectivas cúpulas.
Gestiones que han venido de más a menos hasta sumir a El Salvador en el quinto lugar de Centroamérica, luego de ser el número uno del área.
Las últimas épocas doradas del deporte salvadoreño se vivieron durante las gestiones de Enrique Molins, un hombre de mucha visión medallista y muy efectivo a la hora de solicitar apoyo económico gubernamental, y de Jorge Hernández Isussi, quien encontró un buen legado de Atletas Élites forjados en la gestión Molins.
Luego de ellos, el deporte salvadoreño ha vivido nueve años en pena, debido a los resultados que se han obtenido en la alta competencia.
Por ello, al buscar un personaje idóneo que desde la presidencia del INDES salve lo poco que queda del deporte salvadoreño, nos encontramos con la impresionante obra académico-deportiva que por casi 20 años ha encabezado Don Jorge Bahaia hijo en la Fundación Educando a un Salvadoreño.
Un programa que, gracias a su talento y el apoyo de un resto de visionarios, ha logrado óptimos resultados y van por más.
Su centrado discurso en la entrega de la Espiga Dorada 2018 confirma sus credenciales para “resucitar” el deporte salvadoreño y producir felicidad a una gran cantidad de la familia deportiva.
Su espíritu de servicio, honradez, profesionalismo, capacidad de gestión, visión exitosa y buenos contactos lo hacen idóneo para dirigir el INDES.
Ahora todo es cuestión de que, al margen del partido que llegue al poder, acepte este reto patriótico y, sacudiéndose todo virus político –para no ser tratado como un funcionario intrascendente–, recoja el guante para dirigir los destinos de un deporte tan necesitado de su talento dirigencial. De lo contrario y con otro será ¡por gusto!