Luis Antonio Chávez
Periodista
Apopa, septiembre de 2018
Desnudado por una realidad asfixiante, cuyas imágenes literarias persiguen ser un espejo en el diario vivir, Jorge Canales (Santa Ana, 1957), nos entrega hoy su libro Pasajeros de la oscuridad (Editorial Shushikukat), el cual fue ilustrado por el pintor cubano José Luis Fariñas (La Habana, 1972), convirtiéndose en un canto a dos voces.
Alguien podría decirme que Jorge Canales no necesita presentación, pues carga en su alforja una cantidad de premios nacionales e internacionales en poesía, recibidos por su dedicación a la literatura en España, Argentina, Chile y Estados Unidos, los cuales dan testimonio de un trabajo incansable, más yo refutaré eso, pues arte y praxis se llevan de la mano.
Pero cuando hablo de dúo lo hago con la certeza de que los trazos pictóricos elaborados por José Luis Fariñas para acompañar este opúsculo de Jorge Canales, fueron de forma solidaria y consecuente, pues ambos trabajos merecen un sitio especial dentro del espectro artístico cultural.
En ese sentido me atrevo a señalar que Jorge Canales ha sabido cobijarse con la musa por excelencia, me refiero a la poesía, experiencia que ya rebasa nuestras fronteras patrias, por lo que destacaré, además, que el canto de este vate se enmarca dentro de la economía de palabras, lo cual ya es un reto, pues se necesita trabajo para desnudar un universo en unas cuantas líneas.
Y al hablar de economía de palabras se vuelve imperativo decir que la capacidad de síntesis no lo logra cualquiera, sino que se debe conocer la técnica, pues en dos o tres líneas se dibuja un espacio-tiempo, desvirtuándose la tesis de que si no se escribe un testamento, no es poesía.
Lo anterior se comprueba cuando se hace una retrospectiva literaria y encontramos los famosos Haikai creados por los poetas japoneses, textos que rescatan la filosofía de vida oriental, y Jorge ha sabido absorber dicha técnica en sus escritos, con la diferencia de que en el canto de este vate encontramos reflejada esa realidad que tratamos de esconder con el dedo, me refiero a la miseria diseminada a lo largo y ancho de nuestro país.
Pero conociendo el trabajo de Jorge Canales me atrevo a decir que el lápiz en sus manos es un zoom denunciando la prostitución infantil, el narcotráfico, la drogadicción, la trata de blancas, las pandilla, el desdén, la parsimonia… encontrando un completo desgano en aquellos que legislan en nuestro país por cambiar esa realidad, veamos:
“Sobre su frente/ está su destino:/ un número que lleva/ de la miseria a la muerte./ Tiene el índice/ doblado/ en el gatillo del poder”. (Niño sicario)
No podrá sorprendernos que en la poesía de Jorge Canales hallemos la denuncia camuflada por la pobreza diseminada en el país, el grito y la impotencia por querer hacer algo ante una sociedad sorda, cuyas leyes caen con todo su peso sobre las clases más humildes, pero menos para una élite privilegiada.
“En la Calle Arce/ llama y ceniza/ son dos lamentos/en un mismo abandono…/ Un niño tirita/ en un poro de esa calle/ abrigado con sangre”. (El niño y la loca)
Jorge Canales nos regala su canto iconoclasta, esa voz que no se doblega ante la amenaza, sino que lejos de eso toma fuerza cuando se le ha querido amedrentar al escribir de esa forma, niños y niñas desfloradas en plena flor de la edad:
“Entre sed y espasmos/ bajo el semáforo/ del hospital Bloom/ una niña escupe su aliento en llamas”… (La niña dragón)
La voz de un conglomerado encuentra eco en los escritos de Jorge Canales cuando éste se desangra en la poesía al no poder cambiar un sistema que continúa anquilosado, pues la metáfora se decanta por la búsqueda íntima del ser, ganándose la vida en diferentes oficios, incluyendo el más viejo del mundo, veamos:
“En esa esquina/ una muchacha con faldita de papel periódico/ y medias de media noche/ se anuncia en las páginas de clasificados./ Uno tras otro enciende y apaga cerillos/… sé que al apagar el último cerillo será ceniza./ Sé que por caprichos de la palabra/ llegará a esa esquina/ otra muchacha con faldita de papel periódico”. (La muchacha periódico)
Y es que en la poesía de Jorge Canales existen diversas formas para no ocultar esa verdad en que el ser humano sobrelleva la miseria, se fuma las horas y aunque llegue a su etapa donde debería estar rodeada de hijos, nietos… gozando de su jubilación, siempre busca la forma de ganarse la vida:
“Sentada en el portal/ una anciana retorna con la memoria/ su cintura delgada y fragrante/ entre luciérnagas de la barra show…/ Cierra sus ojos/ sus caderas se mueven/ entre cortejos baratos…/ Abre sus ojos/ la nostalgia de sus labios/ tritura fantasmas de besos/ sus senos vencidos palpan caricias/ con amargura de la Avenida”. (Ninfa marchita)
La vida nos da pautas para poder sobrellevar crisis, algunos se decantan por ganarse la vida en los mercados: otros van a los extremos y si no son tratados con prontitud por profesionales de la salud mental, serán huésped de honor en el hospital de la risa:
“En la sombra/ de un espejo/ locura y cordura/ son cómplice/ de una misma telaraña…”. (El Ángel)
Canales vive y sufre, canta y se desencanta, grita, pero su voz no es eco que va al vacío, ya que encuentra resonancia en un conglomerado que aún no ha perdido la esperanza de cambiar un sistema nefasto, y como dicen las Sagradas Escrituras, “Quien tiene oídos que oiga”, dejo para el público lector el siguiente fragmento:
“Su rostro de hierba angustiada,/ retuerce la niña de sus ojos./ Sus pétalos rotos precipitan sobre el vacío./ La Avenida Independencia guarda silencio/ su intemperie alza su voz…/una lágrima se desliza sobre su blusa azul/ que nunca pudo bordar…/ la noche se encargará del final”… (La muñeca de la oscuridad)
Cuando el artista es consecuente no puede aislarse de la cotidianidad que le circunscribe, y el poeta Jorge Canales lo sabe, por eso lo testimonia, y aunque bien pudo hablarnos de los burdeles de la Zona Rosa, del Happy Land, La Gruta Azul, Los Calzoncitos… que menciona Roque Dalton en su Poema de amor, nos desnuda esa cruda realidad a la que nos enfrentamos “los de abajo”, y le canta a las pécoras de una plaza muy bien concurrida, veamos:
“En la plaza Zurita/ vida y muerte son dos amantes/ en una misma cama de pitas./ Una mariposa negra/ aletea sobre un espejo roto/ por un disparo./ Una niña se pinta los labios/ con sangre de muerto”. (La niña y la mariposa)
Aislar el canto de un conglomerado sólo para quedar bien con las élites residentes en los rascacielos, siempre ha sido fácil para aquellos que no conocen los laberintos capitalinos y no han visto a las niñas que en plena flor de su juventud cambian caricias por unas monedas:
“Tenía girasoles en el pelo/ catorce años en los pechos/ y abusos bajo su falda./ Cuando concertaba la transacción/ de sus encantos/ y mostraba el látex en sus manos…”. (Celina y Carolina)
Me quedo hasta aquí con la convicción de que he disfrutado los poemas de Jorge Canales y felicitándole, a la vez, por el galardón recibido recientemente en España, asimismo felicito al pintor cubano José Luis Fariñas por su aporte en la ilustración del opúsculo que hoy comentamos, aprovechando el espacio para reiterarle mi aprecio al poeta Canales deseándole éxitos en futuras publicaciones.
Título: Pasajeros de la oscuridad
Autor: Jorge Canales
Ilustraciones: José Luis Fariñas
Tiraje: 1000 ejemplares
Editorial: Shushikukat
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