Por Diego Urdaneta
Madrid/AFP
El rey Felipe VI de España debe decidir este jueves si encarga al jefe de gobierno saliente Mariano Rajoy la formación de un nuevo gabinete, sin que el líder conservador haya conseguido aliados en medio de un prolongado bloqueo político.
El jefe de Estado tomará su decisión al culminar en la jornada la ronda de consultas con los jefes de las formaciones políticas del Congreso, la cuarta vez que encara esta labor cuando España acumula ya siete meses bajo un gobierno en funciones, con competencias muy limitadas.
«Todos repiten la misma palabra: no, no, no y no», resumió a periodistas el líder del partido liberal de centro Ciudadanos, Albert Rivera, tras acudir al palacio de la Zarzuela, donde el monarca ha encabezado las audiencias desde el martes.
Efectivamente, uno tras otro, los dirigentes políticos han manifestado tras hablar con el rey que se oponen a apoyar al líder conservador del Partido Popular (PP), quien será el último en ver al rey la tarde de este jueves.
Solo dos pequeñas formaciones conservadoras, respectivamente del archipiélago de las Canarias y Navarra, han dado el «sí», unos apoyos que no son determinantes.
Rajoy sería la opción natural para asumir el encargo del rey para formar gabinete, ya que el PP ganó las legislativas del 26 de junio. Pero aunque aumentó a 137 sus diputados en el parlamento de 350, quedó lejos de la mayoría necesaria (176) para gobernar en solitario.
«Somos la primera fuerza del cambio y no vamos a apoyar aquello que queremos cambiar», advirtió este jueves Pedro Sánchez, el líder del partido socialista, la segunda fuerza que con 85 escaños podría tener la llave para desatascar la situación.
La negativa también la expresó Pablo Iglesias, jefe de la formación antiausteridad Podemos.
Ciudadanos se ha limitado a ofrecer una abstención en una votación de investidura de Rajoy, aunque sus 32 diputados son insuficientes de todas maneras para que avance el voto de confianza.
Parlamento fragmentado
El bloqueo institucional comenzó en diciembre de 2015, cuando los españoles eligieron un Parlamento muy fragmentado entre cuatro grandes formaciones, un hecho inédito que marcó el fin del bipartidismo que por décadas dominó en España.
El PP, en el poder desde 2011, y los socialistas del PSOE, debieron ceder terreno a Podemos, decidida a acabar con las políticas de austeridad, y Ciudadanos, en cruzada contra la corrupción.
Tras meses de negociaciones, los partidos no lograron formar las necesarias alianzas, lo que llevó a los españoles nuevamente a las urnas el 26 de junio.
Pero la repetición de los comicios lo que hizo fue confirmar la división del Parlamento entre las cuatro grandes fuerzas.
Cuando casi llegaban a su fin, las consultas con el rey no parecían haber desembocado en una solución en un primer momento.
Al reiterar su veto a Rajoy, el líder socialista instó a Rajoy «hacer su trabajo» y buscar apoyos entre las formaciones que puedan ser más afines ideológicamente al PP.
Los conservadores a su vez han acusado al PSOE de rechazar su propuesta de un gobierno de coalición y le achacan ser el responsable del bloqueo.
Un alto responsable socialista indicó que no ha habido negociación entre los dos partidos.
«Los españoles no tienen más tiempo, se están hartando y con razón. No hay ninguna excusa para que los viejos partidos no se sienten en una mesa y encuentren una solución», afirmó el líder de Ciudadanos.
Al igual que Albert Rivera, el socialista Sánchez llamó a Rajoy a asumir su «responsabilidad» y presentarse a una votación de investidura para poner en marcha «el motor de la democracia».
La fecha de un voto de confianza es clave, ya que si fracasa a partir de ahí comienza a correr un lapso de dos meses, al término del cual se convocan unas nuevas elecciones.
Todos los partidos se han mostrado contrarios a la posibilidad de unos terceras comicios en menos de un año y comparten la urgencia de acabar con la situación de una España dirigida por un gobierno en funciones limitado a gestionar el día a día.