Por Amelie Baron
Puerto Príncipe/AFP
Después de una crisis que paralizó el país durante un año y medio por unos controvertidos resultados electorales, Jovenel Moïse asumirá la presidencia de Haití este martes en Puerto Príncipe, aunque las tensiones políticas continúan.
Moïse, un exportador de bananas de 48 años, debuta en su carrera política como presidente del país más pobre de América Latina.
A inicios de 2015, fue elegido por el presidente saliente Michel Martelly como su sucesor y candidato del Partido Haitiano Tet Kale (PHTK).
Más de 2.000 invitados son esperados en la ceremonia de investidura del 58 presidente de Haití, en una jornada que incluirá la toma de juramento en el Parlamento y una ceremonia religiosa.
La elección de Moïse pretende poner fin a una larga crisis política en el país, que empezó en octubre de 2015 cuando el empresario ganó en primera vuelta las presidenciales, pero los resultados fueron anulados debido a fraudes masivos.
En febrero de 2016, cuando Martelly concluyó su mandato de cinco años y dejó un vacío político por falta de un sucesor, el Parlamento eligió como presidente interino a Jocelerme Privert, entonces jefe del Senado.
Las elecciones fueron reprogramadas para octubre pasado, pero los estragos que dejó el huracán Matthew sólo cuatro días antes de la votación la volvieron a postergar para el 20 de noviembre.
Finalmente a inicios de enero pasado, la interminable crisis electoral haitiana pareció llegar a su fin cuando Moïse fue confirmado en la presidencia con el 55,60% de los votos en la elección.
Ceremonia modesta
Los organizadores de la investidura terminaban el lunes por la noche los últimos detalles para la ceremonia.
La plataforma principal recuerda el palacio presidencial, una edificación centenaria que quedó destruido en el terremoto de 2010, que mató a más de 200.000 personas.
Sin embargo, la ceremonia será modesta en momentos en que Haití sufre una crisis económica con una deuda de más de 2.000 millones de dólares y un crecimiento limitado, que se calcula que no superará el 1% este año.
Según el equipo de transición de Moïse, los costos de la investidura ascienden a un millón de dólares, un presupuesto bajo comparado con el de sus predecesores Rene Preval y Martelly, quienes gastaron más de 4 y 2 millones de dólares respectivamente.
Se espera la presencia de los presidentes de República Dominicana, Guayana, Venezuela y de Trinidad y Tobago, además de otras delegaciones internacionales, en tanto ningún expresidente de Haití ha confirmado su asistencia.
El mandatario electo dijo que invitó a sus sus 53 rivales en la campaña presidencial como una señal para suavizar las tensiones políticas.
Tensiones a fuego lento
Pero la temperatura política se mantiene alta, con varias figuras de la oposición denunciando un fraude en la elección de Moïse en la primera vuelta presidencial.
El empresario bananero también es sospechoso de lavado de dinero, según un informe administrativo que reapareció después de que parlamentarios exigieran el fin de la investigación previo a su toma de posesión.
El caso se abrió en 2013 como un proceso de rutina de la Unidad central de información financiera (UCREF), cuyo jefe Sonel Jean-François envió un reporte secreto sobre la investigación a la fiscalía, según reveló el 18 de enero.
Sin embargo, el juez a cargo del caso no tomó iniciaitva alguna hasta que cuatro senadores opositores demandaron información sobre los hallazgos de la investigación.
El juez envió sus conclusiones al procurador del Estado, quien hasta ahora no ha hecho declaraciones públicas.
El suspenso socava la frágil popularidad de Moïse en Haití, donde el malestar de la población se vincula a la escasa campaña durante las elecciones y a la desconfianza hacia los gobernantes de que mejorarán los condiciones de vida en el país.