Por Amelie Barón
Puerto Príncipe/AFP
La interminable crisis electoral haitiana llegó a su fin, cuando Jovenel Moise fue confirmado como presidente electo con el 55,60% de los votos en la elección del 20 de
noviembre, en un país política y socialmente dividido.
El Consejo Provisional Electoral haitiano confirmó el martes en su sitio web la victoria de Moise tras verificar el material electoral.
«No hubo fraude masivo. No obstante, alrededor del 12% de las cuentas oficiales señaló irregularidades, que no afectaron al proceso», indicó el organismo.
El país pone así fin a un año de parálisis política que comenzó con los comicios celebrados en octubre de 2015, en los que también venció Moise, y que fueron anulados por las acusaciones de fraude masivo.
El candidato del Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), de 48 años, que el próximo 7 de febrero iniciará su carrera política ocupando el puesto más alto de la función pública, mostró ser consciente de las profundas divisiones que minan el desarrollo de la nación.
«Votamos por un camino hacía una vida mejor para todos los haitianos: tanto los de las montañas como los de las llanuras, los de provincia y los de las ciudades, los de la diáspora y los que viven en el país, los que tienen piel clara y los que tienen piel negra, los que son ricos y los que son pobres», enumeró Moise en un discurso en la noche de este martes en un lujoso hotel de Puerto Príncipe.
El país caribeño es considerado por el Banco Mundial como uno de los más desiguales del planeta. La riqueza de la élite económica, mestiza, contrasta con la extrema pobreza del resto de la población: casi 60% de los haitianos viven con menos de dos dólares diarios.
Moise reafirmó este martes que su administración trabajará «para todos los haitianos, sin distinción».
El futuro presidente dijo que «necesita [las] experiencias, [las] competencias y [la] dedicación» de los otros candidatos para trabajar «juntos para que cada haitiano tenga qué comer sobre su plato y dinero en su bolsillo».
Dificultades económicas
Este llamamiento a la unión política podría chocar con la firme oposición de los otros candidatos, que rechazaron su victoria.
Desde la primera celebración de las presidenciales, el candidato del partido Lapeh, Jude Célestin, quien quedó en segunda posición con 19,57% de los votos; Moise Jean Charles, del partido Pitit Dessalines (11,04%); y Maryse Narcisse, del partido Fanmin Lavalas (9,01%); habían contestado los resultados de las elecciones presidenciales, y consideran la victoria de Moise «un golpe de Estado electoral».
El próximo presidente de la república expresó su deseo de «restablecer el orden y la disciplina en el país», lanzando a partir del 7 de febrero «los estados generales sectoriales de la nación», y minimizó el desinterés de la población por la política: la tasa de participación en la elección del 20 de noviembre apenas fue del 21%.
La mayoría de los ciudadanos ya no cree en las promesas de los políticos, y las ideas de reforma esbozadas por Jovenel Moise también pueden chocar con las grandes dificultades económicas del país: la deuda asciende a más de 2.000 millones de dólares y, a falta de inversiones publicas y privadas, apenas se prevé un crecimiento del 1% en 2017.
Casi siete años después del terrible terremoto que mató a más de 200.000 personas, en enero de 2010, unos 55.000 haitianos siguen sobreviviendo en campamentos en condiciones infrahumanas, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM).
El paso del huracán Matthew, el pasado octubre, volvió a amenazar las esperanzas de una recuperación económica.